Ángel Belzunegui: 'Las familias se han democratizado'

El director de la Cátedra de Inclusión Social. URV explica que "Los jóvenes no se van de casa de sus padres porque están a gusto y disfrutan de libertad"

03 agosto 2019 08:40 | Actualizado a 03 agosto 2019 08:48
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¿Por qué los jóvenes no se van de casa?
Es una combinación de motivos. La gente cree que no se van por una cuestión sobre todo económica. No estoy de acuerdo. Es importante, claro, pero en los países nórdicos y centroeuropeos los jóvenes se emancipan mucho antes y presentan tasas de pobreza superiores. Hacen trabajos precarios y están acostumbrados a compartir piso.

Si no es por la precariedad laboral, entonces, ¿por qué?
Porque los jóvenes se encuentran bien en casa. Los modelos familiares han cambiado completamente. La anterior generación se iba de casa porque eso suponía más libertad para entrar y salir, más libertad sexual. Ahora las unidades familiares se han reducido, con uno o dos hermanos como mucho, y los padres no se meten en la vida de los hijos.

Hay más manga ancha.
No es que los padres sean ‘colegas’ de sus hijos, pero sí que les dan más libertad. Por tanto, si no tengo la necesidad de salir de casa para tener una vida más autónoma o tener relaciones sexuales, me quedo en casa.

¿Esa comodidad provoca que se haya perdido la rebeldía?
Es más una cuestión de democratización, de tolerancia, en los espacios domésticos. Hay movimientos reivindicativos como el 15-M, pero ya no hace falta ser rebelde dentro de las familias.

En cambio los padres, o muchos de ellos, sí que fueron rebeldes en su época.
Nosotros nos rebelábamos contra la familia porque era un modelo mucho más autoritario. Ahora hay muchos modelos de familia y se han democratizado. Hay mucho más compromiso parental en los problemas de los hijos. Hay más comprensión.

¿Hay una sobreprotección de los padres hacia los hijos, en el sentido de que prefieren tenerlos en casa, aunque ya sean mayores, para ‘cuidarlos’?
El hecho de tener menos hijos provoca que las expectativas de los padres sean mayores y que vuelquen más recursos sobre los hijos de todo tipo: educativos, emocionales, de cuidados, de tiempo, les hacen la comida y la cena... Los chavales están como en un hotel. No creo que eso implique una sobreprotección, sino que la juventud es más cómoda.

¿Esta situación que describe es positiva o negativa?
Es la que es. Como sociólogo, soy muy poco partidario de valorar una situación. Prefiero analizarla lo más asépticamente posible.

No valoremos entonces, pero ¿qué consecuencias tiene?
Una es, por ejemplo, que muchos jóvenes creen que tienen derechos solo por el hecho de ser jóvenes. Y que saben espabilarse poco porque las cosas las tienen hechas. Eso sucede sobre todo con los millennials. También que sientan como un castigo el salir a trabajar al extranjero. Los jóvenes tienen que darse cuenta de que ellos mismos tienen que crearse las oportunidades.

¿Sería conveniente ‘incitar’ a los jóvenes a emanciparse?
No lo creo. Son dinámicas sociales que van cambiando. Mirémoslo en un sentido positivo.

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