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Kraken, el retorno: Que nadie le diese por vencido: en la segunda parte de la Trilogía de la Ciudad Blanca, Unai lucha por descubrir al culpable de unas muertes que se acercan a su círculo más íntimo

17 diciembre 2018 21:04 | Actualizado a 18 diciembre 2018 11:42
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No quería yo despedirme de 2018 sin volver a hablar de una de las obras que más me ha enganchado este año: la Trilogía de la Ciudad Blanca, de Eva García Sáenz de Urturi. "Los ritos del agua" es la segunda parte de la saga de novela negra de la escritora vitoriana

Si bien "El silencio de la ciudad blanca" me atrapó desde la página uno, esta vez he tenido que avanzar varios capítulos para conseguir dejarme llevar por la historia... eso sí, Eva lo ha vuelto a hacer una vez más: tenerme en vilo (y leyendo de madrugada) con este nuevo caso. ¡Atención a los que no hayáis leído la primera parte, porque se viene algún spoiler!

En el libro anterior dejamos al Kraken librándose de la muerte por los pelos (y seguramente en parte gracias a las manzanas podridas del abuelo), tras descubrir al culpable de la oleada de crímenes que, bajo un meticuloso y macabro ritual, atemorizó a Vitoria durante el verano. 

Tres meses después, Unai sigue con los problemas que le provocó la bala que Nancho, el hermano  ilegítimo de los Ortiz de Zárate,  consiguió dispararle en la cabeza antes de morir. Este segundo libro se abre con una charla entre la subcomisaria Alba Diez de Salvatierra y un maltrecho Kraken.

Ella está embarazada de tres meses, precisamente después de su encuentro con Unai en las fiestas de la Virgen Blanca y desconoce quién es el padre: si bien el que era su marido, Nancho el asesino, o bien de Unai, protagonista de la trilogía.   

Sin tiempo para digerir la noticia, a Unai le informan que han encontrado el cuerpo sin vida de Annabel Lee (Ana Belén Liaño), quien fue su primera novia en la adolescencia, bajo unas extrañas circunstancias que parecen recrear un antiguo ritual celta. 

En "Los ritos del agua" el círculo parece cerrarse en Unai y su cuadrilla y el verano de 1992, donde Asier, Jota, Lutxo y el propio Unai trabajan junto  al profesor Saúl Tovar, su hija Rebeca y varios voluntarios más en la reconstrucción de un poblado cántabro, en Cabezón de la sal. Entre ellos, destaca una enigmática y excitante dibujante de cómics que les traerá a todos de cabeza: Ana Belén Liaño. 

Un verdadero gustazo poder encontrar una literatura patria que sea tan ágil y con historias tan bien planteadas, personajes tan auténticos; un thriller con tantos giros y sorpresas, pero sin fisuras, con un ritmo implacable que hace que provoque una adicción tal que te tienes que obligar a no volver a pasar otra página.

Siempre con las ganas de avanzar algo más en la investigación, aclarar dudas y sospechando de unos y de otros, hasta de las manzanas del huerto del abuelo. Personaje, por cierto, que me parece tan absolutamente entrañable que siempre consigue saltarme alguna lágrima.

Plausible la intensa labor documental que ha llevado a cabo Eva, tanto en el ámbito de la investigación criminal como en lo que respecta a historia y mitología celta. Y muy loable el tratamiento que ha sabido darle al caso, intentando a su vez a ayudar a dar voz a quienes a veces no somos capaces de escuchar... ni de creer. 

Ojo a los tentáculos del Kraken, porque una vez te tocan, ya no te sueltan: te atrapan.

 

Los ritos del agua

  • Autor: Eva Gª Sáenz de Urturi
  • Editorial:  Planeta
  • Páginas:  448

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