Arquitectura y vino para admirar

Bodegas. Las conocidas como Catedrales del Vino proliferan en la provincia como parte del patrimonio histórico

16 junio 2019 08:14 | Actualizado a 16 junio 2019 08:36
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Majestuosas, de incalculable valor y de inigualable belleza arquitectónica son algunos de los atributos de las conocidas como Catedrales del Vino. Templos vitivinícolas que han sobrevivido al paso del tiempo para convertirse en edificios de devoción entre los amantes del vino y la arquitectura. La mayoría se pueden visitar, más excepcional es que en su interior todavía se elabore vino un siglo después. Las comarcas de Alt Camp, Conca de Barberà, Priorat y Terra Alta son la cuna de estas joyas. 

 

El arquitecto Cèsar Martinell (Valls, 1888-Barcelona 1973), discípulo de Gaudí, es el artífice de la mayoría de edificaciones que, según Pilar Ferrando, responsable de enoturismo del Celler Cooperatiu de Gandesa, «buscaban dotar a los agricultores de edificios modernos y prácticos para fomentar el cooperativismo y la agricultura». El Celler Cooperatiu de Gandesa destaca «por ser la primera vez que Cèsar Martinell suprime las cerchas de madera y diseña una cubierta a base de vuelta catalana y arcos de catenaria o parabólicos equilibrados, que sustentan la vuelta catalana transmitiendo sensación de equilibrio, simplicidad y armonía», explica Pilar Ferrando. Para Pere Bové, presidente del Celler Cooperatiu de Gandesa, «el edificio se ha convertido en un referente para el pueblo y para toda la comarca». 

En el Pinell de Brai hay otra Catedral del Vino. «En 2019 se celebran los 100 años desde que se empezó a construir», recuerda Irene Montagut, responsable de comunicación de la empresa Villa Retiro Grup, cuyos propietarios desarrollan visitas y tienen un restaurante. 

Del centenario edificio, llama la atención un friso en el exterior obra del pintor y ceramista catalán Xavier Nogués, que no se colocó hasta el año 1957. «Representa escenas de la vida cotidiana de la época en el Pinell de Brai en el momento de la vendimia, la producción del vino y del aceite», detalla Irene Montagut y añade que «aunque hoy en día el edificio no funciona como bodega o molino de aceite, la cooperativa sigue existiendo y los socios siguen formando parte. De esta manera consiguen que el edificio no pierda el valor que tiene y lo pueden preservar». 

Las visitas guiadas y las catas de vino permiten descubrir la historia de los edificios

De inigualable belleza arquitectónica resulta la Catedral del Vino de Nulles. La cosecha de 1920 fue la primera en llenar los depósitos de la bodega modernista, obra también de Cèsar Martinell. «El elemento más característico es el arco parabólico que nos proporciona un espacio amplio y funcional pero también de gran belleza estética», explica Adam Albert, responsable de comunicación y enoturismo, y añade que «tiene una de las fachadas más espectaculares». En Nulles se comercializa la marca Adernats. «Trabajamos con el conocimiento adquirido, de generación en generación y también con las técnicas más modernas y un trabajo escrupuloso en los viñedos, donde se desarrolla el trabajo más importante», detalla Adam Albert. 

En el Priorat se encuentra la Cooperativa de Falset Marçà, que es el resultado de la fusión entre las cooperativas de ambas localidades. «Nos unimos en 1999. En ese momento atravesábamos momentos delicados. Ahora, en Falset producimos el vino de los dos pueblos, y en Marçà el aceite», detalla Ricard Rull, presidente de la cooperativa. Él mismo destaca la importancia del edificio como reclamo para los visitantes porque «elaboramos y vendemos vino, pero también paisaje, arquitectura e historia». 

Visitas guiadas 
La mejor forma de realizar este viaje en el tiempo es a través de visitas guiadas y catas de vino. «Repasamos la historia de nuestra tierra, nuestra gente y nuestra bodega», afirma Pilar Ferrando. Itinerarios por los viñedos en bicicleta o incluso en carruaje. «Ofrecemos una visita por el paisaje del Alt Camp con un auténtico carro de caballos, un viaje a los orígenes de la agricultura», destaca Adam Albert de la Vinícola de Nulles. En la Cooperativa de Falset Marçà la historia se recrea en forma de visita teatralizada. 

Un siglo después, las Catedrales del Vino trabajan por preservar la tradición centenaria. «Cuando visitas la bodega te das cuenta de que las ganas son las mismas que hace cien años. El espíritu cooperativista, de lucha y de tradición, las ganas de hacer las cosas bien y de continuar con un proyecto que ilusionó a nuestros bisabuelos y que ilusiona de la misma manera a los jóvenes de hoy en día». 

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