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Desde el 1995 que llevo sentado en medio de la Rambla Nova. Estoy allí, observando y escuchando discretamente todo lo que pasa a mi alrededor. Veo el día a día de la ciudad de Tarragona pero ayer fue uno de los días más esperados del año.
Desde primera hora de la tarde, ya empiezo a ver a niños con sus padres paseando por la Rambla. ¿Y qué llevan? Una bolsa de plástico para recoger cuantos más caramelos sea posible y una carta con sus últimos deseos para entregarla en mano a Sus Majestades. Ya empiezo a notar nervios en el ambiente, lo cual significa que ya están aquí. Los niños y las niñas ya se quieren subir a mi cabeza para verlos de más cerca y yo pienso: «¡con cuidado chicos y chicas, soy de piedra pero si os movéis mucho, también me hacéis daño!».
Después de llegar a Tarragona en barco y subir al centro con sus carrozas, Melchor, Gaspar y Baltasar ya se pasean por la Rambla repartiendo montones de caramelos y saludando a todos los tarraconenses. Niñas, niños, adolescentes, mamás, papás, da igual. Sea quien sea siempre tengo alguien de pie a mi lado gritando y emocionado al ver a los Reyes Magos.
Una pareja que se sienta a mi lado comenta como fue la llegada de Sus Majestades al Port. «¡No sabes cuanta gente había! Juraría que más que el año pasado», comenta uno. «Sí, yo creo que sí. ¿Y has visto al alcalde Ballesteros cuando les ha dado la bienvenida? También les ha dicho que los esperaba en el Ayuntamiento para darles las llaves de la ciudad», responde el otro.
Liderados por imponentes caballos, han ido pasando por delante mío todas las carrozas con los cientos de pajes y la música que acompaña a SSMM, además de las furgonetas de Correos con las cartas de todos los niños y niñas y los Bomberos con las escaleras para ayudar a SSMM a subir a todas las casas . ¿Y sabéis cual es lo que me gusta más? La carroza del elefante. Recuerdo que un tal Salvador Dalí hace muchos años se paseó delante mio montado en la carroza del elefante.
Yo no se que tendrá la noche del cinco de enero que, aunque sea cada año lo mismo, la calle siempre se llena de gente de todas las edades y la emoción y la ilusión de la noche de reyes nunca se pierde. Eso si, no sabéis como me gustaría comerme un caramelo.
