Autobuses puntuales, pero saturados de pasajeros en Tarragona

El servicio de la EMT es el segundo mejor puntuado en la encuesta que realizó el ‘Diari’ 
hace unas semanas. El 75% de los votantes pone más de un siete a la prestación

05 enero 2020 09:50 | Actualizado a 06 enero 2020 13:19
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Los autobuses municipales funcionan correctamente. Son puntuales y el servicio que ofrecen gusta a los usuarios. Así lo demuestra el resultado de la encuesta que realizó el Diari de Tarragona hace unas semanas, en la que participaron más de nueve mil personas. La calidad y la puntualidad de los buses de la Empresa Municipal de Transports (EMT) recibieron la segunda mejor puntuación: un 6,36 sobre 10. Teniendo en cuenta que solo una tercera parte de los servicios públicos que ofrece la ciudad aprobaron, es un resultado muy destacado. El 75% de los tarraconenses creen que el servicio es bastante satisfactorio, y le puntúan con más de un siete.

Pero no todo es de color de rosa. La mayoría de los usuarios preguntados por el Diari opinan que el precio de los billetes –y bonos– y la puntualidad son los dos puntos fuertes de la prestación. En cambio, el estado de la flota y las aglomeraciones de pasajeros en las horas puntas de colegio, los débiles. Vamos por partes.

El talón de Aquiles de la EMT es el estado de los autobuses.  El más nuevo tiene 12 años

Actualmente, hay entre 56 y 58 autobuses recorriendo la ciudad y 17 líneas diurnas y otras tres nocturnas, que funcionan los fines de semana. La empresa cuenta con 225 trabajadores aproximadamente, entre conductores, inspectores, jefes de tráfico y personal de oficina. Tarragona es una ciudad compleja a nivel de movilidad, ya que entre los barrios hay un número importante de kilómetros. Es por esto que todavía tiene más mérito el resultado de la encuesta.

Marta Luque es usuaria de la línea 6 y 54. Coge el autobús cada día para subir y bajar de Sant Pere i Sant Pau al centro. «Es muy puntual, pero también debo decir que yo lo cojo casi siempre en la primera parada. Tengo amigos que opinan distinto», asegura Luque, quien utiliza el bono T-50/45, lo que significa que cada viaje le cuesta unos 46 céntimos. «El precio es correcto. SI tuviera que coger el coche, entre gasolina y aparcamiento, me gastaría diez veces más», explica Luque.

Adriana Gómez se monta cada día en la línea 54 para ir a Torreforta a trabajar. Asegura que a la ida, el autobús siempre es puntual, «pero cuando vuelvo, que son las tres y coincide con la salida de los institutos, no lo es tanto». Gómez se queja de la falta de control del aforo. «Vamos como sardinas», asegura otra usuaria, Mireia Leandro, quien añade que «si algún día, el vehículo frena bruscamente, los pasajeros podemos hacernos daño».

Ventura discrepa de la mayoría de consultados por el Diari y asegura que «no sé las veces que he llegado tarde al trabajo por culpa del autobús. Ya he aprendido: siempre cojo el vehículo anterior al que debería coger. No me fío», añade.

La mayoría de quejas relacionadas con el servicio de autobuses tienen que ver con las aglomeraciones de usuarios en las horas puntas, como pueden ser, las salidas de los colegios. «Yo prefiero esperarme, porque no soporto tener que compartir mi espacio vital con adolescentes de 14 años que no paran de chillar», asegura Pili Mateo, mientras espera el autobús número 54 en la parada de la Plaça Imperial Tarraco.

Las cuentas de Pau Ricomà contemplan un millón de euros para renovar la flota

Para Concepción García, vecina de Sant Salvador, el pasado viernes era la primera vez que cogía el autobús. Va en silla de ruedas y, al bajar, aseguraba que había sido una buena experiencia. «Creo que todo es muy cómodo para personas con movilidad reducida. La rampa nos facilita la vida», decía García. No piensa igual Anna Pons, quien dice que, desde que es madre, «más de una vez he tenido que dejar pasar el autobús, porque la zona destinada a cochecitos estaba ocupada». Caben solo dos.

La falta de civismo de algunos usuarios también es parte del problema. Sin ir más lejos, la semana pasada, un pasajero denunciaba a través de las redes sociales la suciedad de los asientos de la línea 22, la que va desde El Serrallo hasta el Hospital Joan XXIII. El testigo asegura que los usuarios iban de pie, por el mal estado del mobiliario.

¿Y la flota?

El talón de Aquiles de la EMT es la flota, es decir, el estado de los autobuses. Los usuarios sufren las carencias de los vehículos. En algunos, la calefacción no funciona o los asientos están en mal estado. Pero los conductores también se ven perjudicados. En mayo de 2018, los trabajadores de la EMT se alzaron y convocaron una huelga que afectó a toda la ciudad. Pedían medidas urgentes para mejorar los autobuses y también sus condiciones laborales. Después de largas jornadas de negociación entre el comité de empresa y el consejo de administración de la EMT, se llegaron a acuerdos y la huelga se desconvocó. Desde entonces y hasta ahora, el único paso adelante en materia de renovación de flota es la incorporación de tres autobuses articulados que, habitualmente, ocupan la línea 42.

Y es que la situación preocupa, sobre todo, a los trabajadores, quienes conocen de primera mano que el autobús más nuevo tiene unos doce años. «La empresa optimiza recursos. Los usuarios crecen año tras año y, si aumentan los pasajeros, también deberían incrementar los trabajadores y el número de vehículos», opina Rubén Vaquero, secretario del comité de empresa de la EMT.

El gobierno de Josep Fèlix Ballesteros (PSC) prometió invertir dos millones de euros para renovar exclusivamente la flota. Ahora, las cuentas del alcalde Pau Ricomà (ERC) contemplan 600.000 euros, así como los 400.000 sobrantes del año pasado. Además, el presupuesto prevé una aportación de 8,7 millones de euros a la empresa a lo largo de este año, una cifra que es un 4% superior a la de 2019.

Dejando aparte la inversión, el nuevo equipo de gobierno ha tomado algunas decisiones respecto a la EMT. Para empezar, ha optado por congelar el precio del billete –1,50 euros– y de los bonos para este 2020. Cabe recordar que la propuesta electoral del exalcalde Ballesteros era la gratuidad del servicio. Por otro lado, el concejal de Serveis Centrals, Jordi Fortuny, adelantaba hace unas semanas al Diari que el Ayuntamiento prevé fusionar la EMT con la empresa de Aparcaments, con el objetivo de reducir los gastos de las compañías municipales.

Comentarios
Multimedia Diari