Ballesteros: de ERC al PP

El alcalde cumple el próximo sábado una década desde que ganara sus primeras elecciones municipales

20 mayo 2017 10:02 | Actualizado a 24 mayo 2017 08:47
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Josep Fèlix Ballesteros cumple el próximo sábado una década desde que fuera escogido alcalde de Tarragona, tras imponerse claramente en las elecciones municipales del 27 de mayo de 2007. Ese día, el PSC sumó 13 de los 27 concejales en juego, quedándose a tan sólo uno de la mayoría absoluta. Ballesteros pasó por encima de la Convergència i Unió liderada entonces por Joan Aregio, que se quedó con tan sólo ocho concejales y volvía –18 años después– a la oposición, en el que era el inicio de una travesía por el desierta que, una década después, aún dura. 


Después de unos días de una negociación «muy fácil, en la que rápidamente nos pusimos de acuerdo» según relata el actual alcalde, socialistas y Esquerra Republicana firmaron el 14 de junio de 2007 un acuerdo de gobierno de progreso que se marcaba dos prioridades: la resolución del Plan General (ahora denominado POUM) y la preservación de la Anella Verda. 


Durante ese primer mandato, el POUM fue el gran protagonista, con las más de 6.000 alegaciones  que se presentaron al Plan General. En noviembre de 2008 se aprobó de forma inicial el nuevo POUM, que fue posteriormente ratificado en enero de 2011. 
«La relación con Sergi de los Rios fue excelente, la lástima es que en las siguientes elecciones ERCse quedó fuera del pleno» lamenta Ballesteros, quien asegura que «volvería a pactar hoy mismo» con el anterior portavoz independentista, quien asumió el tramo inicial de las obras del Mercat, cuya primera piedra se puso el 22 de marzo de 2011. 


Cuatro años en minoría
Los comicios de la primavera de 2011 cambiaron, por completo, el panorama del Saló de Plens. El PSC se quedó en minoría con 12 ediles por los 14 que sumaban los siete que CiU y PP lograron, respectivamente. Durante el primer tramo del mandato estuvo presente la posible moción de censura, pero el avance del proceso soberanista provocó el distanciamiento definitivo entre la exfederación nacionalista y los populares. Durante cuatro años, Ballesteros jugó a la equidistancia entre la ideología progresista de su partido y el sector socioliberal que conformaba la oposición. 


A lo largo de ese mandato –el de la peor parte de la crisis económica–se puso en marcha la Escola Oficial d’Idiomes  (EOI) en la antigua fábrica de licores de la Chartreuse y entró en vigor el nuevo POUM. Asimismo, Tarragona fue designada sede de los Juegos del Mediterráneo de 2017 –ahora, 2018–y se confirmó la llegada de IKEA.


La gran prioridad: los Juegos
Las elecciones del 24 de mayo de 2015 fueron un auténtica terremoto para la Plaça de la Font, ya que se pasó de cuatro partidos a ocho, con un PSC gobernando con sólo nueve ediles. Esta situación sólo se alargó hasta febrero de 2016, cuando los socialistas apostaron por un pacto con la derecha y firmaron el acuerdo con PP y Unió, cuando también sumaban con ERC e ICV. 


En este caso, según reconoce Ballesteros, «las conversaciones costaron mucho más que en 2007», pero el apoyo de populares y de Josep Maria Prats (Unió) a la celebración de los Juegos del Mediterráneo fue la clave para rubricar el pacto, que aún se mantiene. El edificio del Banco de España, la Tabacalera o el no párking Jaume I son temas aún sin resolver.  


La gran novedad de este mandato ha sido la puesta en marcha, con polémica por los horarios, del Mercat Central, mientras que la otra cara de la moneda es el aplazamiento de los Juegos para junio de 2018. Seguramente del éxito de este evento dependerá que Ballesteros decida volver a presentarse... o no. «Tomaré la decisión dentro de un año. Si tuviera que decidirlo ahora, no volvería a presentarme, pero quiero hablar con calma con la familia y el partido» afirma el alcalde, que es concejal desde 1983. 

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