Banc d'Espanya: El plató de Tarragona

El interior mantiene el mobiliario del antiguo banco, por lo que se ha convertido en un 'set' de película

19 mayo 2017 15:44 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:44
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Abandonado desde hace quince años, el número 101 de la Rambla Nova de Tarragona mantiene la esencia de su pasado. La asombrosa escalinata de acceso conduce a la entrada en la que esperaban los clientes que aguardaban para tramitar sus gestiones. Disponía de nueve ventanillas como las de los antiguos bancos, totalmente protegidas por gruesos vidrios para evitar cualquier susto.

Aún cuelgan los rótulos para la cola de los cheques o del Tesoro público. También siguen algunos teléfonos, calculadoras y papeles que quedaron olvidados cuando el banco pasó a mejor vida. De hecho, si uno abre los armarios que los empleados tenían dentro del mostrador, aún pueden verse los tubos a través de los cuales corría el dinero.

El interior del inmueble no presenta una situación muy degradada, y en parte se consiguió porque se llegó a tiempo de proteger la gran claraboya que cubre el techo. Encima de ésta se instaló una protección para evitar que las palomas la malograsen.

Con una superficie de 2.800 metros cuadrados, el edificio está dividido en tres plantas. El principal, que era el que quedaba abierto de cara el público; el superior, en el que tenían la vivienda el director y el cajero, y el sótano. En éste siguen allí las cajas fuertes en las que se depositaban los billetes de la entidad. Y, de hecho, esto se ha convertido en uno de los principales atractivos del inmueble, y lo que ha hecho que en los últimos años se haya convertido en el principal set de la ciudad.

De hecho, este viernes está previsto un nuevo rodaje. El director es Jorge Acebo, que, tras haber filmado también en la Tabacalera, trasladará la trama de ‘Occidente’ en este emblemático edificio.

La película ‘Secuestro’, protagonizada por Blanca Portillo y José Coronado, hizo que por unas horas este inmueble se transformara en el Banco BTG, mientras que Kike Maíllo también rodó uno de sus cortometrajes en este espacio.

En estos quince años en que ha estado abandonado se han escuchado propuestas que querían transformar este edificio en la oficina de atención extranjera, una mezquita, un centro de interpretación turística o el museo de la química. Y, sin pretenderlo, ha acabado siendo el plató de Tarragona.

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