Bibliotecas contra viento y marea

Hoy es el día de las guardianas de los libros. En la biblioteca Pepita Ferrer de Torreforta se las ingenian para seguir siendo parte de la vida del barrio

24 octubre 2020 09:07 | Actualizado a 24 octubre 2020 09:15
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Pasó durante el confinamiento, en esos momentos en que los días eran largos y el encierro pesaba. Apenas pudieron ponerse manos a la obra, en la Biblioteca Pepita Ferrer de Torreforta comenzaron a pensar en la manera de atender a sus usuarios, especialmente a los de la sala infantil. Como los niños no podían entrar a la biblioteca, lo que hicieron fue crear un sistema de pedidos por teléfono. Los padres llamaban y decían las edades de los niños y las bibliotecarias se ocupaban de preparar una bolsa sorpresa con varios libros. En las redes sociales todavía pueden verse algunos vídeos que reflejan la emoción  al recibir aquellos paquetes.

En la sala de adultos la actividad tampoco se detuvo. La bibliotecaria preparó una estantería que se podía ver desde la calle con una selección de libros. Cuando llegaba un usuario le preguntaban sus gustos y la bibliotecaria se encargaba de ‘cantar’, de viva voz, las recomendaciones de este o aquel libro.

Es apenas uno de los gestos que tuvieron durante del estado de alarma en una biblioteca que es mucho más que un sitio donde se leen y se prestan libros. Aquí, en tiempos pre-covid, las salas estaban atestadas por igual de niños escuchando cuentos que de adolescentes estudiando o mayores buscando ofertas de trabajo en el ordenador.

Día de las bibliotecas

Hoy es el Día de las Bibliotecas, una celebración impulsada en 1997 por la Asociación de Amigos del Libro Infantil y Juvenil para reconocer la labor de las bibliotecas como «punto de encuentro cultural y de convivencia». Este año el lema no podría ser más adecuado: «Bibliotecas, siempre a tu lado».

Después del confinamiento, en esta biblioteca, como en las demás, la actividad se recupera a medias tras un esfuerzo ingente para adaptarse a las nuevas medidas sanitarias. Una de las peculiaridades es que los libros que se retornan o se usan en la sala se deben poner en un contenedor. Posteriormente pasan 48 horas en cuarentena.

Esta semana debían comenzar los clubes de lectura y los talleres familiares que tenían todas las plazas llenas. No ha podido ser porque entran entre las actividades culturales que el Ayuntamiento de Tarragona ha suspendido.

Las medidas sanitarias en la biblioteca son estrictas. Antes de entrar un vigilante, que se ocupa de vigilar el aforo, toma nota del carnet del usuario. A todos se toma la temperatura y se les hace lavarse las manos antes de entrar.

Una vez dentro también ha tenido que cambiarse toda la distribución del mobiliario para poder guardar las distancias. En la sala infantil, por ejemplo, ahora caben como máximo 18 personas (cualquier tarde antes de la pandemia había unas 40) y solo puede haber un adulto por niño. Cada familia tiene que sentarse en una mesa aparte.

En resumen, que si antes era urgente el prometido traslado al nuevo local, al lado del Mercat de Torreforta, pendiente desde hace años, ahora lo es más. También, aunque ya está presupuestado, está pendiente arreglar los desperfectos de las últimas inundaciones.

En fin, que las bibliotecas siguen vivas, se adaptan, y son más necesarias que nunca.

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