Bonavista bendice su iglesia ante 400 fieles

Disparidad de opiniones sobre la decoración del nuevo templo y críticas al aforo insuficiente y a la falta de campanas

19 mayo 2017 19:55 | Actualizado a 21 mayo 2017 21:18
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Unos 400 fieles, paraguas en mano, aguardaron pacientemente la llegada del arzobispo Jaume Pujol a la Plaça de la Constitució de Bonavista. Marcaban los relojes las doce del mediodía cuando el máxima autoridad de la Archidiócesis tarraconense llegaba, báculo en mano, hasta la puerta principal de la nueva iglesia recorriendo un pasillo formado por canónigos, curas, diáconos y presbíteros.

Aguardaban las autoridades políticas locales –el alcalde, Josep Fèlix Ballesteros, y el concejal de barrio, Javier Villamayor– y de otras instituciones: el subdelegado del Gobierno, Jordi Sierra; el subdelegado de Defensa, Joaquín Ballesteros, o el propio director de la Escola Joan XXIII, Joan Llatse, que durante todos estos años sin templo en el barrio abría las puertas del centro educativo para que la capilla pudiera suplir temporalmente estos actos litúrgicos.

La llave

El párroco de Bonavista, Isidre Foguet, abrió los breves discursos previos a la apertura del templo y el arquitecto Daniel Gimeno clausuraba este preámbulo de la inauguración entregando la llave de la puerta de la iglesia, que se llamará Santa Maria Assumpta de Bonavista –en lugar de Santa Maria– para «resaltar la importancia del misterio de la Asunción de María en la vida cristiana», explicó el arzobispo.

La apertura de las puertas era un acto esperado. Los 400 fieles que esperaban pacientemente en la puerta querían conocer cómo había quedado el interior de su nueva iglesia. A nadie dejó indiferente.

A unos les gustó el retablo bañado en pan de oro; a otros les desilusionó las paredes de cemento prefabricado que recuerdan más a una nave industrial que a un templo religioso.

El retablo, idea del delegado diocesano para el Patrimonio Artístico y Documental y Arte Sacro de la Catedral, mosén Antonio Martínez, relata la ascensión y coronación de la Virgen acompañada de dos ángeles mancebos.

Y en la parte inferior hay grabado en el metal una silueta de Tarragona con la Catedral sobresaliendo y otra del Amfiteatre. La inscripción Inter Primas Hispaniarum hace referencia a la bula del Papa Urbano II por la que restableció en 1091 la Sede Metropolitana de Tarragona asignándole todas las diócesis catalanas.

Con el corrillo de si gustaba o no el templo, se evidenció que 400 feligreses no caben y que las 300 plazas en los bancos quedarán desfasadas cuando se celebren actos multitudinarios como los de ayer.

A pesar de las dificultades para encontrar un sitio en el templo, la inauguración y bendición se desarrollaron según el programa previsto.

La coral de la parroquia de Sant Josep Obrer de Torreforta puso la voz y el arzobispo expuso en su homilía el esfuerzo realizado para que una nueva iglesia resaltara en este barrio de Ponent. La colocación de varias reliquias de santos y beatos en el altar y el descubrimiento de una placa en el exterior del templo fueron los últimos actos de la recién estrenada parroquia de Bonavista a la que solo le faltan sus campanas.

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