Buen año de bolets. Todo lo que hay que saber

Gastronomía. La lluvia y la humedad propician la aparición de estas cotizadas setas en diversas zonas del territorio

25 noviembre 2018 18:06 | Actualizado a 30 noviembre 2018 13:29
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Otoño es tiempo de bolets, esa época del año en la que unos dos millones de apasionados más o menos expertos inundan los bosques de Catalunya, sobre todo los fines de semana, a la caza de setas. Unos boletaires que este año están de suerte, ya que las condiciones meteorológicas han sido propicias para volver a casa cargados del preciado manjar.

Ernest Gatell, presidente de la Associació Micològica de Tarragona y Fernando Segura, el secretario, explican que «los bolets salen por todas partes. Los hay todoterrenos, que crecen en toda clase de bosques. Se pueden encontrar desde cerca de la playa hasta en zonas de más de 2.000 metros. Otros son más selectivos».

En este sentido, cuentan que el rovelló es uno de los que más proliferan. Se asocian a un tipo de árbol, en este caso los pinos. «En Tarragona esta temporada se cogen bastantes en toda la zona litoral, aunque otros años no sale ni uno. Y si nos vamos a 2.000 metros de altura, seguimos encontrando». Asimismo, el fredolic también es de distintas alturas y crece en diferentes zonas. 

Sin embargo, estos especialistas subrayan que aunque pueden salir por todas partes «no crecen en todos los lugares por igual ni en la misma cantidad». Es decir, subrayan, «que aquí, cuando sale un rovelló ya hay dos personas esperando a cogerlo». El otro motivo, de índole biológica, es que para que pueda aparecer el bolet, debe existir el micelio bajo tierra.

El micelio es el talo de los hongos, formado comúnmente de filamentos muy ramificados y que constituye el aparato de nutrición de estos seres vivos. Se encuentra en lugares determinados de los bosques, que los boletaires más experimentados conocen, y propicia el crecimiento de las setas. Además, se necesitan unas circunstancias atmosféricas favorables que no todos los años se dan. Así, Ernest Gatell comenta que «requieren sobre todo humedad, porque el bolet es un 90% de agua y una temperatura adecuada ya que si hace mucho frío o mucho calor no salen y hay que tener en cuenta que cada seta tiene sus características».

Los miembros de las asociaciones micológicas rastrean todo el territorio, «desde las dunas de la playa hasta la alta montaña», manifiestan. En la zona hay más tendencia a ir a las sierras de Prades y La Mussara, pero también hasta Mont-roig o Escornalbou. No obstante, comentan que «este año con la humedad que hay están saliendo más en el Tarragonès que allí, muy diferente de la temporada pasada, en que no vimos ni uno solo por aquí en todo el otoño». Los miembros de la Associació Micològica de Tarragona se dedican durante el año a estudiar las especies, sus características y las nuevas nomenclaturas que se hayan podido producir con el objetivo de estar al día «porque es un mundo complejo, en el que constantemente están cambiando cosas», explican. 

Entre sus muchas actividades, imparten cursillos para el público, en centros cívicos de la ciudad o en institutos. Recuerdan que la micología es una ciencia que carece de título, pero que necesita de un amplio conocimiento y mucha experiencia para llevarla a cabo.

 

 

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