Burlar la barrera de los 120 años, cada vez más cercano

Factores como la alimentación, el ejercicio, la genética o el poco estrés pueden llevar a ello 

22 octubre 2017 18:39 | Actualizado a 22 octubre 2017 18:41
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¿Puede el ser humano romper su límite biológico de 120 años de vida? La alimentación, el ejercicio, poco estrés y la genética son los grandes secretos de los centenarios, pero los avances de la biomedicina permiten pensar que, no muy tarde, la humanidad pueda batir todos los topes de la longevidad. Es uno de los aspectos analizados en «Longevidad y envejecimiento en el tercer milenio: nuevas perspectivas», escrito por José Miguel Rodríguez-Pardo, Profesor de Ciencias Actuariales en la Universidad Carlos III de Madrid, y Antonio López Farré, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Una obra que, a partir del estudio de las poblaciones más longevas del mundo desde el punto de vista personal, económico y social, se mete de lleno en el organismo humano y el conocimiento biomédico para dar una explicación a las causas y las consecuencias de una vida cada vez más perdurable. Las denominadas «zonas azules» del planeta, aquellas en los que un número significativo de personas alcanzan o superan los 100 años -y, lo que es más importante, en buenas condiciones- son cinco: Okinawa (Japón), Icaria (Grecia), Nicoya (Costa Rica), Loma Linda (EEUU) y Cerdeña (Italia).

Aunque distantes entre sí y cada una con sus particularidades, sus ancianos tienen nexos como una cuidada alimentación basada en el consumo de verduras, frutas y pescado; actividad física moderada, poco estrés y tiempo para la meditación o la relajación.

En España no existen zonas o pueblos que destaquen por una longevidad excepcional, aunque son Málaga y Melide (A Coruña) las que más sobresalen por su cifra de centenarios; con todo, se trata del cuarto país del mundo con mayor esperanza de vida, que es de 83,2 años de media (80,4, para los hombres y 85,9 para las mujeres, según los últimos datos del INE).

Obviamente, el ADN de estas personas es parte de la explicación a su larga supervivencia, pero aquellos que no han tenido la misma suerte deben saber que hoy «la genética se puede modificar a través de los hábitos de vida».

Es la epigenética, una parte de la genética que analiza cómo los factores externos, tales como la nutrición, el entorno o el estrés, pueden modificar o corregir la forma en que se expresa un gen, cambios que, según algunos estudios científicos recogidos en el libro, presentado esta semana en la Fundación Mapfre, podrían heredarse.

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