Cambiar a una orquesta de 11 músicos por un dj para pagar diez veces menos

Ha sido uno de los signos de los tiempos, y aún dura. La macroorquesta, la banda multitudinaria de músicos, ha dejado de tener la vigencia de antaño

15 agosto 2017 08:09 | Actualizado a 15 agosto 2017 08:13
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Ha sido uno de los signos de los tiempos, y aún dura. La macroorquesta, la banda multitudinaria de músicos, ha dejado de tener la vigencia de antaño. «Lo de las orquestas se ve ya como algo residual, alejado de la gente joven. Creo que es una tradición que se va perdiendo», indica Josep Pere, guitarrista y cantante de la orquesta Marinada, afincada en Valls. Formaciones como la suya han padecido los estragos de los recortes municipales en la contratación. El sector registró en la provincia un descenso del negocio del 40% durante los años más duros de la recesión. 

‘Nos va un poco mejor’

«Ahora quizás nos va un poco mejor, parece que remonta este año, aunque en ningún caso alcanzando las cifras que teníamos antes de la crisis», sostiene. Los grupos de más de diez miembros tuvieron que reducir componentes para que salieran las cuentas. Proliferaron bandas de versiones más reducidas, que fueron una alternativa más asequible para unos ayuntamientos tocados y casi hundidos económicamente pero que querían mantener en la medida de lo posible el nivel de las fiestas. La propia orquesta Marinada ideó La Factoria, una especie de banda paralela que se podía adaptar a los requerimientos de presupuestos modestos. 

El caché de una gran orquesta podría rondar los 3.000 euros por actuación en invierno y los 4.500 en verano, llegando a puntas de 6.000 en las noches más fuertes y con más demanda. 

La música secuenciada

Los grupos más pequeños, con parte de la música secuenciada y programada, tomaron la alternativa, a la vez en que hacía fortuna la disco móvil, esto es, un dj pinchando, ofreciendo una puesta en escena menos espectacular pero igualmente solvente para satisfacer al pueblo. 
Hubo municipios de Tarragona que sustituyeron la gran banda por un dj en cabina, cuyo precio por actuación puede oscilar entre los 400 y los 500 euros. Es una tarifa diez veces menor, todo un atajo difícilmente renunciable para una administración obligada a recortar gastos. Otra estratagema de las concejalías de cultura y fiestas ha sido apostar por festivales o actuaciones de grupos locales, naturales del propio pueblo, que en algunos casos tocaban de manera gratuita. 

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