Cambio de rumbo en palau

Análisis. La actuación del actual arzobispo Joan Planellas debería ser espejo
y modelo a seguir por parte de otras instituciones religiosas

13 febrero 2021 07:10 | Actualizado a 13 febrero 2021 07:17
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La noticia aparecida esta semana en los medios de comunicación sobre un supuesto nuevo caso de abuso sexual por parte de mosén Manuel Fuentes ha vuelto a concentrar todas las miradas en el Arzobispado tarraconense. A nadie se le olvida lo ocurrido hace casi dos años, cuando se destaparon presuntos abusos a menores por parte de dos párrocos. Por ese entonces, el arzobispo era Jaume Pujol, quien se vio envuelto en esta problemática tan solo unas semanas antes de poner punto y final a su etapa en Tarragona. La noticia causó revuelo en la ciudad y alrededores y la primera reacción de Pujol tampoco ayudó mucho. Definió la supuesta acción delictiva como «un mal momento» por parte de los dos acusados religiosos. Unas palabras que a la ciudad le ha costado perdonar.

El 4 de mayo tomaba posesión como arzobispo de Tarragona Joan Planellas, nacido en Girona y crecido en el municipio de Verges. Con él, llegaba el cambio de paradigma en esta institución que todavía marca los tempos de la ciudad. Otra manera de hacer, otro punto de vista. Ya no es suficiente con mandar a los curas malos a pensar y reposar el castigo a la montaña, en una parroquia donde nadie les conoce.

El actual arzobispo de Tarragona lo tiene claro: «Condeno todos los abusos sexuales, de poder y de conciencia, especialmente cuando haya sido cometido por un clérigo», decía hace unos días en un comunicado.

Cuando la información sobre el supuesto abuso de mosén Manuel Fuentes llegó a manos del arzobispo Planellas –el pasado 7 de diciembre–, éste inició de inmediato una investigación urgente para esclarecer los hechos. «Habló con las presuntas víctimas y también con el acusado», explicaba ayer el portavoz del Arzobispado de Tarragona, mosén Simó Gras.

La investigación preliminar terminaba el pasado jueves. De inmediato, Planellas facilitó la información al Vaticano e hizo llegar la documentación a la Fiscalía Provincial de Tarragona para que abriera diligencias, si es que es necesario. En ese mismo momento, la institución suspendía de todos los cargos públicos a mosén Manuel Fuentes, el supuesto cura acusado por haber abusado de dos jóvenes hace dos décadas.

A nivel comunicativo, el Arzobispado envió un escrito, acompañado de un pequeño vídeo de Planellas, explicando cronológicamente los hechos. Ayer, el portavoz de la institución dio más detalles en rueda de prensa.

La actuación de Planellas y de su equipo ha sido ejemplar y dista mucho de la actitud que tuvo Pujol cuando se vio envuelto en una problemática parecida, en el año 2019. En ese caso, el que era arzobispo atendió a los medios al día siguiente, mostrando su torpeza en el discurso.

La nueva manera de hacer de Planellas se ha dejado ver desde el minuto cero de su llegada a tierras tarraconenses, impulsando la Oficina de Prevención i Protección d’Abusos de l’Arquebisbat, tan solo unos meses después de su aterrizaje.

A modo de anécdota, ayer el portavoz del Arzobispado, mosén Simó Gras, anunciaba que, por el momento, esta oficina no ha recibido ninguna denuncia desde su puesta en marcha.

Planellas insiste en invitar a denunciar los abusos. No solo en el Arzobispado, sino también a través de las autoridades civiles. Los tiempos cambian y, con ellos, la iglesia también lo hace. Esperamos que la actuación del Arzobispado de Tarragona sea espejo y modelo a seguir para otras instituciones religiosas.

Sigue teniendo un sueldo

La noticia del supuesto abuso a dos jóvenes por parte de mosén Manuel Fuentes saltó el pasado jueves. Se trata del canónigo archivero de la Catedral de Tarragona y director del Arxiu Històric Arxidiocesà Tarragoní. Además, ejerce de sacerdote en La Selva del Camp, Almoster y L’Albiol.

Se le acusa presuntamente de haber abusado sexualmente de, al menos, dos jóvenes –uno de ellos menor de edad– hace unos veinte años. El Arzobispado le ha suspendido de sus cargos públicos, pero Fuentes seguiría cobrando un sueldo, «ya que sigue siendo mosén hasta que no haya una resolución canónica o judicial», dijo ayer el portavoz de la institución –quien, por cierto, no pronunció el nombre del acusado en ningún momento–, y remarcó el hecho que se debe respetar la presunción de inocencia y la privacidad de las víctimas.

El portavoz insistió en que la primera vez que el Arzobispado tuvo constancia de los hechos fue en diciembre. «Miramos si habían diligencias anteriores y, con sinceridad, no teníamos constancia», remarcó Gras a raíz de las informaciones que apuntarían que una de las víctimas explicó lo ocurrido al exarzobispo Lluís Martínez Sistach. Éste se habría limitado a pedirle que rezara.

Los hechos habrían pasado hace veinte años, por lo que es posible que el delito haya prescrito. «El mal es mal. Pese a que no tenga una carga legal que le suponga una pena, eso no quita que el dolor tiene que ser reparado», acababa el portavoz, mosén Simó Gras.

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