Camino al infierno: de Pilats a 'les Oblates'

El Fòrum de Tarragona per la Memòria y la Associació Lo Riu organizaron este acto para recrear el traslado de 150 mujeres de la cárcel de Pilats a la de 'les Oblates', algo que sucedió el 6 de junio de 1939

19 mayo 2017 16:34 | Actualizado a 19 mayo 2017 16:34
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7 de junio de 1939 : «150 mujeres implicadas con la rebelión roja fueron trasladadas ayer por la tarde de la cárcel de Pilatos al convento de las madres Oblatas. El traslado transcurrió sin incidentes gracias a la brillante tarea de los diez generales falangistas que vigilaron en todo momento a las rojas, evitando así la fuga de alguna de ellas. Las presas desviadas permanecerán encerradas para conseguir su reeducación».

Así podrían haber descrito, en la prensa de la época, el traslado de 150 mujeres de la cárcel de Pilats a ‘les Oblates’. Por fortuna, lo que leerán a continuación es únicamente una crónica de la recreación teatralizada que tuvo lugar ayer por la tarde. Una recreación que sirvió para dar a conocer en qué estado se encontraban las presas y a dónde se dirigían. Porque tal y como expresó la historiadora Montserrat Duch al finalizar el acto, «las mujeres vivieron durante cinco años en condiciones patéticas» y por este motivo, «hoy les rendimos homenaje».

Dos falangistas perfectamente uniformados custodiaban las escaleras de Pilats pasadas las seis de la tarde. Cuando llegó la orden de los superiores, uno de ellos bajó a la antigua cárcel. Minutos más tarde, un grupo de 150 mujeres empezó a subir lentamente y con dificultades hasta la Plaça del Rei. Mantas viejas, pañuelos y pequeñas maletas de piel. Sucias, tristes y con gesto desesperanzador. Así aparecieron frente al centenar de espectadores las 150 figurantes que reencarnaban a aquellas mujeres ‘desviadas’, según la terminología de la época.

«Algunas de ellas eran republicanas, anarquistas, comunistas o simplemente antifascistas. Muchas otras, en cambio, no se habían pronunciado. Eran familiares o amigas de gente del bando republicano, y por eso las reclutaron», explicaba Duch. En fila de tres, las actrices marcharon hacia el convento, situado en el Portal del Carro. «¡No intentéis escapar o usaremos todos los métodos necesarios, rojas!», exclamaban los falangistas. «Visca la república!», gritaban ellas, atrevidas.

La recreación fue tan real que la mirada de los falangistas incomodaba a los presentes. El público restaba en silencio mientras veía pasar a la comitiva, encabezada por un militar armado con un fusil que apuntaba continuamente a las mujeres. «¡Tengo sed!», gritaban con asiduidad las figurantes. «¡Yo también y no me quejo!», replicaban los falangistas.

Las órdenes y los insultos por parte de los figurantes armados fueron continuos durante todo el recorrido. El objeto de las burlas iba cambiando. Primero, el catalán: «Les caerá un puro que ni se imaginan por esta mierda de idioma que hablan», amenazaba uno de los figurantes. Luego su condición política: «No quiero que ninguna se me escape. Un traslado de rojas no se me puede ir de las manos», expresaba otro. Y por último, el sexo de las reclusas: «No son ni prisioneros, ¡son mujeres!», exclamaba el general.

A medida que el recorrido llegaba a su fin, las mujeres iban dando muestras de debilidad. Uno de los momentos que más impactó a los espectadores llegó en el carrer de l’Arc de Sant Llorenç. «¡S’ha caigut, s’ha caigut!», gritaban algunas de las presas. Una de ellas había simulado un desmayo debido a su mal estado físico. «Levántate ahora mismo», le gritó un falangista.

Y del impacto a la emoción. La comitiva de presas y falangistas estaba enfilando el Portal del Carro cuando el violonchelo de Olga Prats empezó a entonar ‘Els Segadors’. Las presas empezaron, entonces, a gritar consignas a favor de la república, algo que los falangistas combatían con insultos, gritos y empujones. La mirada de los presentes los siguió atentamente hasta que las presas entraron al callejón que conecta con el Antic Escorxador, momento en el que se dio por finalizada la recreación. Los aplausos de los asistentes no se hicieron esperar. Iba por todas ellas.

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