Caminos de leyenda, historia y espiritualidad

Las Muntanyes de Prades y la Serra del Montsant ofrecen múltiples visitas con un paisaje extraordinario de fondo

12 diciembre 2018 11:56 | Actualizado a 12 diciembre 2018 11:59
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Siurana es paisaje. Su situación, por sobre de 700 metros de altitud; su enclave al extremo de las Muntanyes de Prades; y su geografía, con un término municipal muy accidentado (terrenos abruptos, elevaciones pronunciadas y valles profundos) y el embalse del río Siurana ofrecen al espectador la oportunidad de perderse por sus lugares más secretos.

Este municipio del Priorat se ha convertido en un enclave perfecto para los senderistas, que pueden disfrutar de los extraordinarios paisajes que ofrece el entorno pasando por Cornudella de Montsant, l’Arbolí o el pueblo deshabitado de Gallicant o Castillejos.

Siurana es, también, un destino perfecto para los apasionados por la escalada, dónde pueden encontrar cientos de vías abiertas, algunas de las cuales son conocidas por ser de las más duras del mundo, como ‘La capella’.

No obstante, Siurana no es solo paisaje, también es leyenda e historia. Cuenta la leyenda local que la ‘Reina Mora’, junto a su caballo blanco, se precipitó al vacío por un precipicio cercano al castillo de esta localidad del Priorat. Dicho hecho trágico tiene su contexto histórico, pero no existió tal reina.

La leyenda se refiere a Abdelazia, una hija del valí durante la época de la Reconquista, tiempo en el que las montañas de Prades se convirtieron en los últimos focos de la resistencia musulmana. 

Actualmente, del conocido castillo musulmán sólo quedan los cimientos, pero Siurana sigue erigiéndose como uno de los pueblos con más encanto del Camp de Tarragona.

La localidad de Prades se sitúa al centro de las Muntanyes de Prades y fue declarada Bien Cultural de Interés Nacional por todo su conjunto histórico, aunque destaca el color de muchos de sus edificios, el rojo, motivo por el cual se conoce como ‘vila vermella’. Algunos de los centros de interés turístico son la fuente medieval, la iglesia de Santa Maria o la Ermita de l’Abellera. 

Los que mejor conocen esta zona no dudan en comprar sus patatas (de carne blanca y piel fina) que gozan de indicación geográfica protegida y visitar el pueblo en sus duros inviernos, cuando las temperaturas son más bajas y puede verse la nieve.

Y de las Muntanyes de Prades nos desplazamos a la Vall del Silenci, a la que se le atribuye el nombre por su tradición eremita que invita a la meditación. Y, en la Serra del Montsant, el visitante puede encontrar detalles de pinturas bizantinas, la Ermita de Sant Bastromeu o la Font del Saüquer. El núcleo de La Morera del Montsant se ha convertido en un punto de partida de muchas excursiones hacia la Serra Major de Montsant.

Los monjes Cartujos

Desde la ermita de Sant Joan del Codolar (que toma su nombre por las grandes rocas que le rodean), en Cornudella de Montsant, se puede hacer una excursión de senderismo que nos invita a seguir los pasos de los monjes Cartujos hasta llegar a Escaladei, una visita imprescindible para conocer su modo de vida gracias a la reconstrucción, en parte, de la Cartuja de Santa Maria de Escaladei, la primera que se construyó en la península Ibérica, durante el s. XII. 

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