Campclar, un caos sin control

El barrio de Ponent revivió con el incendio de Miasa la misma sensación de alarma y descontrol generada en 1987 con Enpetrol

07 julio 2019 19:48 | Actualizado a 07 julio 2019 20:28
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Eran las dos y media de la madrugada cuando uno intentaba dormir (pese al calor) en medio del silencio que imperaba en la madrugada del sábado en Campclar. De repente, el sonido de una especie de fuegos artificiales me desveló. Me asomé a la ventana, pero no se vislumbraba ningún tipo de luz en el cielo. No le di importancia.

Solo pasaron cinco minutos cuando los gritos del vecindario me pusieron otra vez en alerta. Los vecinos corrían despavoridos con bolsas en las manos en busca de los coches. Los arrancaban de forma brusca y abandonaban el barrio a toda velocidad. Los gritos de alerta seguían in crescendo, provocando que la situación de alarma se apoderara de Campclar.

No fui yo quien percibió la inmensa llama que asomaba en la parte izquierda del barrio. Fue mi padre quien la vio y se sorprendió. Los sonidos de explosión y la fuerte cortina de humo que se vislumbraba a lo lejos imponían. Busqué en Twitter a ver si encontraba alguna noticia de última hora sobre Tarragona pero nada.

De repente, los grupos de WhatsApp que comparto con amigos que viven en los Barris de Ponent se activaron. Todos se preguntaban queéestaba ocurriendo. La sensación de alarma seguía aumentando con el paso de los minutos.

Estuvo muy perspicaz mi padre cuando me tranquilizó diciendo que si fuese un asunto mayor, las sirenas de alarma de Plaseqta ya se hubiesen activado.

Viendo que los vecinos del edificio bajaban a la calle para ver qué sucedía, decidí bajar con mis padres a la calle. Lo cierto es que nada más bajar a la calle ya pudimos ver como la llamarada de fuego iba bajando su violencia.

Los rumores por la calle circulaban a toda velocidad. Unos decían que se había incendiado la fábrica BIC, otros una fábrica de pienso, otros que había reventando un transformador e incluso hubo algunos que aventuraron que podría ser alguna petroquímica.

Cuando vimos que todo comenzaba a tranquilizarse decidimos volver a subir a casa. En Twitter ya comenzaron a circular las noticias de que todo se había producido por un incendio de Miasa, una empresa de productos químicos.  En todo caso, uno siguió en alerta para ver cómo había que actuar.

Finalmente, nos volvimos a acostar aunque el susto en el cuerpo seguía presente. Porque por mucho que uno intente mantener la calma, cuando el contexto que le envuelve se alarma hasta el extremo, es complicado o casi imposible hacerlo.

La sensación que me dejó el incendio es que Tarragona tiene mucho miedo de lo que podría pasar algún día con muchas de las petroquímicas que nos rodean. La gente teme que algún día pase algo serio de verdad. Lo del Miasa fue mucho menos de lo que se llegó a pensar. Aun así, la gente reaccionó con una alarma y descontrol preocupante.

Y eso que Campclar ya sabe lo que es vivir algo parecido. En el año 1987, ETA colocó una bomba en el rack de Enpetrol que también generó un caos parecido. Mis padres lo vivieron en primera persona y terminaron en Torredembarra. Ayer, actuaron con más calma, quién sabe si fruto de la experiencia. Pero en general, el caos se apoderó de Ponent. 

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