Carol tiene quien la recuerde

Funeral en la calle. Más de un centenar de personas se reunieron para acordarse de la mujer sin techo que falleció en un cajero

23 febrero 2018 10:19 | Actualizado a 23 febrero 2018 10:25
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Carol tiene quien la recuerde. O, por lo menos, personas que no quieren que se olvide que murió en un cajero de la Rambla Nova el viernes de Carnaval.

Así quedó demostrado ayer, cuando más de un centenar de tarraconenses se concentraron delante del sitio donde fue encontrada muerta para recordarla.

Fue una convocatoria atípica, no había detrás ninguna ONG, institución o partido, sino la iniciativa de un pequeño grupo de ciudadanos simplemente cansados de tanta indiferencia.

Amadeu López, uno de los impulsores de la iniciativa, explicaba que no se trataba de buscar culpables, sino de abrir los ojos respecto a un problema complicado, una oportunidad para hacerse preguntas.

Entre los asistentes, personas de todas las edades, incluidos algunos niños entretenidos en encender las pequeñas velas que, junto a algunas flores, conforman una especie de altar improvisado. 

«No es justo, Era una buena persona, la había visto unas horas antes... cuando lo pienso Siento que un día me pasará lo mismo»
Santos, 62 años,vive en la calle

Otros ciudadanos se pusieron al micrófono para expresar lo que sentían, como un hombre que señalaba que «la muerte de Carolina a todos nos señala, a todos nos acusa».

Otra mujer simplemente pedía perdón «por lo inhumanos que somos los humanos». También hubo quien le escribió un poema que comenzaba con la frase «Carol, descansa en paz, tu infierno se ha acabado... Perdona a esta ciudad».

‘Compañera’ de calle

También había entre los asistentes alguna cara conocida, profesores universitarios, trabajadores del Ayuntamiento y, para quien los pudo distinguir, ‘compañeros’ de calle de Carol, tan acostumbrados a ser invisibles que era difícil advertir su presencia.

Ellos sí que sabían que aunque el Diari primero hablaba de la muerte de un tal David (porque era una persona transexual y ese era el nombre que aparecía en su DNI), se trataba de Carolina.

La recordaban como «una buena persona». Dos de ellos no podían seguir sin que se les saltaran las lágrimas. Ambos la vieron, en distintos momentos, el día que falleció.

«No estaba bien, pero no pude convencerla de llevarla a ninguna parte», se lamenta uno

Sergio, que también vive en la calle, explica que «era una buena persona, de vez en cuando tomábamos café». Él tiene 62 años y  recuerda que, desde que ella falleció, lleva una semana fastidiado. «Cuando lo pienso siento que un día me pasará lo mismo», relata.

La concentración-funeral se acaba con una promesa: luchar contra la invisibilidad de las personas sin techo.... Pero la realidad es testaruda, y a pocos metros de allí otra mujer, en el mismo lado de la Rambla, pide dinero tirada en el suelo.

Y caminando un poco más Sandra sigue durmiendo en el banco de la calle Prat de la Riba que ha convertido en su casa. Nadie quiere más Carolinas.

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