Clásicos a ritmo de Jazz en Tarragona

Conservatori de TGN. El pianista y compositor Albert Garcia invita a los alumnos a mirar «más allá de la partitura»

10 enero 2019 10:56 | Actualizado a 10 enero 2019 11:04
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«¿Cómo podemos rescatar los clásicos y llevarlos a nuestro terreno?», interpeló el profesor Albert G. Pomerol a una veintena de jóvenes intérpretes en el Conservatori de Música de la Diputació de Tarragona. «Porque los sonidos son eso, sonidos, desde Bach hasta nuestros días», subrayó.

El docente rompía de esta forma el hielo en su clase Acords i desacords enfocada a los últimos cursos de la institución, de edades comprendidas entre los 15 y los 18 años. Talento no les falta. Motivación, tampoco. Y es que la clase se quedó pequeña para acoger a los virtuosos del piano que decidieron asistir, ya que era de carácter voluntario. La iniciativa se enmarcaba dentro de la Setmana Cultural que el Conservatori tiene en marcha y por la que pasarán o ya han pasado reputados músicos como Daniel Ligorio, Tània Parra o Carmen Becerra, entre otros muchos. Construir instrumentos con materiales reciclados o visitar el órgano de la Catedral son otras de las propuestas.

La magia de la música

Dos majestuosos pianos presidían ayer la estancia, esperando a que unos experimentados dedos sacaran notas de sus teclas. Porque lo que el docente Albert Garcia presentó a sus improvisados alumnos fue una clase participativa, en la que les fue guiando para que finalmente pudieran descubrir el camino por sí mismos. Y como sus alumnos, la improvisación fue uno de los objetivos de la sesión. «Que vean más allá de la partitura», explica Albert, pianista y profesor con doble formación, en clásica y en Jazz. La finalidad no era otra que «dar a los jóvenes las herramientas necesarias para que entiendan lo que hacen, que es lo que a mí me ha aportado el jazz. Una de estas herramientas es la improvisación, que es una composición en tiempo real y todo aprendizaje en tiempo real se graba mucho porque lo estás viviendo», cuenta. Añade que «se trata de arquitectura. De dar empoderamiento a la persona para que pueda crear».

Los acordes son los mismos, cambia el estilo, «son las palabras en un idioma», sugiere. Y pone un ilustrativo ejemplo cuando dice que «la cuestión es ver cómo Beethoven puede utilizar una estructura y también hacerlo Charlie Parker o cómo podemos ir de Chopin a Norah Jones. Solo cambia el estilo, la sutileza del tratamiento de unos y otros». 

Este profesional, que se formó en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (RCSMM) y más tarde en el Conservatori Superior del Liceu, en Barcelona, rechaza, no obstante, la idea de innovación. «No explico nada que no se haya inventado ya», subraya, pero sí muestra a sus pupilos otro enfoque más interactivo y con más acción. «Tonalidad, notas guías, acordes dominantes, Turnaround...», todos ellos son vocablos que se mezclan entre sí y a los que los alumnos arrancaron otros secretos ya que aprendieron a mirarlos desde otra perspectiva para obtener una melodía distinta. ¿Fácil? no. No fue fácil y así lo expresaron. Pero sí fascinante, coincidieron. Sorprendente. «Estoy flipando», expresaba una de las asistentes. Como no podía ser de otra manera el ritmo no decayó en una clase que fue in crescendo en niveles de dificultad. Y como buen arquitecto Albert construyó una sólida base para llegar al objetivo con amabilidad y tacto, invitando a equivocarse, «porque sin el error no hay aprendizaje», defendió. Es el segundo año consecutivo que imparte este taller, con sus alumnos como protagonistas, unos jóvenes intérpretes que pueden ser los grandes compositores de un futuro no muy lejano.

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