'Como escritor intento aportar lo que no existe; apostar por lo nuevo'

Jorge Carrión, nacido en Tarragona, ha sido uno de los autores más destacados del 2017 tras el éxito de 'Barcelona. Libro de los pasajes'

14 enero 2018 20:02 | Actualizado a 15 enero 2018 09:57
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Jorge Carrión (Tarragona, 1976) me cita en Barcelona y no es de extrañar. La ciudad condal ha sido la protagonista de su última obra, Barcelona. Libro de los pasajes, presente en numerosas listas de los mejores libros de no ficción del 2017. Nos encontramos en Laie, una librería, espacio que se relaciona de manera íntima con otra creación de nuestro escritor, Librerías, un éxito internacional.

¿Qué es el pasajismo o pasajerismo?
Intento que el libro tenga un ritmo y que vaya de historias muy graves, solemnes y trágicas, incluso muertes ocurridas en pasajes de Barcelona, a historias cómicas, a un cierto humor. Pasajismo o pasajerismo, que sería una adicción a pasear por pasajes, es el término que me invento para darle al libro este ritmo ambiguo.  

Los pasajes adquieren una dimensión más allá de la física.
Para mí el pasaje es una vía de conexión de dos realidades que en principio no parecían relacionadas. El pasaje Bacardí te permite conectar por una vía lateral desde la Rambla, que es un auténtico microcosmos muy determinado y antiguo, un paso de agua, de desahogo de conexión con el mar de la ciudad, con la plaza Real que es un lugar burgués, moderno, cerrado, con palmeras. Pero además, el pasaje es un buen símbolo de conexión de dos ámbitos conceptuales muy distintos. Es casi una vía mágica para cambiar de dimensión. Para mí son máquinas del tiempo. Y yo utilizo el pasaje para ir a una Barcelona preolímpica, incluso a una anterior al Pla Cerdà, una Barcelona rural, donde hay pasajes que son de tierra y te permiten tocar el campo, el origen mítico de la ciudad. 

Se sitúa en la tradición del flâneur, del paseante urbano.
Intento situarme en esa tradición del que ha paseado por la ciudad, la ha mirado, la ha leído con los pies, aunque después la haya leído también en los textos. Sigo la tradición de Baudelaire, Walter Benjamin, de Robert Walser y de tantos otros, pero le aporto algo que ellos no tenían y les hubiera encantado tener, Google. Durante años busqué sistemáticamente todos los pasajes de Barcelona en Google, Google News, Google Street Maps, Google Books, además de en hemerotecas virtuales como la de La Vanguardia o la del Avui. Y el libro, aunque sea en papel, es el lugar de encuentro de los viajes físicos y los virtuales.  

El trabajo de campo y de documentación es bestial.
No soy un experto en la historia de Barcelona, pero sí que, un poco a la manera de Georges Perec en Tentativa de agotar un lugar parisino, he intentado agotar esos 300 y pico pasajes de Barcelona, y el único modo de hacerlo era documentándome, también in situ. Cuando descubrí que Eduardo Mendoza vivía en un pasaje, le pedí una entrevista en su casa en el Pasaje Maluquer. Cuando descubrí que Benedetta Tagliabue trabajaba en un pasaje, le pedí una entrevista en su estudio de arquitectura del Pasaje de la Paz.  

Se muestra la ciudad desde varios puntos de vista, desde infinitas Barcelonas.
Totalmente. Barcelona es un poliedro, es un lugar multidimensional y multilingüe. Una ciudad que no se acaba. No es casual que no tenga un único icono literario. Hablamos de la Lisboa de Pessoa, la Praga de Kafka, el Buenos Aires de Borges, el Londres de Virginia Woolf o Charles Dickens. En Barcelona no hay un único tótem, sino muchos autores muy importantes y poderosos: la de Mercè Rodoreda, la de Sagarra, la de Josep Pla, la de Juan Marsé, la de Eduardo Mendoza, o la de Enrique Vila-Matas, son Barcelonas que conviven y amplían nuestra mirada sobre la ciudad.

También aparece su voz.
El libro nace de la lectura del Libro de los pasajes de Walter Benjamin, que trata sobre París y en el que no encontramos nada escrito por él. Todo son citas de libros y de diarios que Benjamin leyó para entender el espíritu de la ciudad en el siglo XIX. No quería copiarle y encontré este ritmo que alterna textos escritos por mí con citas de prensa, literatura, publicidad y otros lenguajes sobre Barcelona. De ese modo, voy alternando el efecto crónica de viaje, entrevista, ensayo sobre ciudad, ensayo sobre escritores que han escrito sobre ciudades y la estructura de todo el libro es un poco la historia de Barcelona. 

La Barcelona que muestra está lejos del espectáculo turístico.
Todo es igualmente auténtico y real, pero si te alejas unos metros de la Sagrada Familia encuentras pasajes donde el turista no entra. Ahí he buscado rastros de la ciudad anterior al turismo. En efecto, mi libro es una guía por la Barcelona secreta y antimonumental. Los pasajes son horizontales, son pequeños, son oasis, son teatros íntimos, muchas veces, con modos de vida más bien de pueblo. Viajando por Barcelona he descubierto que es una ciudad configurada por muchos pueblos. 

Otro de sus libros es ‘Librerías’, traducido ya a once idiomas.
Con la traducción al inglés realmente se ha multiplicado la recepción del libro. Me ha encantado leer reseñas en la India, en Australia, Sudáfrica o Canadá y ver cómo Librerías en cada país, incluso en los que no aparecen en el libro, permite reivindicar la memoria emocional de los lectores. Se ha convertido en un libro global que invita a los amantes de las librerías y de los libros de cualquier lugar a recordar sus experiencias personales con librerías. 

¿Está en peligro el futuro de las librerías?
Creo que lo que está en crisis es la librería monumental de nuevo. De algún modo los pasajes me han permitido pensar la ciudad y las librerías me han permitido pensar la cultura. Ambas comparten un espíritu antimonumental de observatorio mínimo de algo muy grande. Una librería como la de El Corte Inglés o Casa del Libro tiene pocas posibilidades de sobrevivir a largo plazo. En cambio, una librería pequeña, tradicional, como La Rambla de Tarragona, que genere comunidad y que tenga un espíritu delicatessen de prescripción, tiene muchas posibilidades de sobrevivir. Puedes comprar en Amazon, sin duda, pero si valoras la conversación, la recomendación, el intercambio, entonces vas a apoyar a las librerías independientes.  

En sus libros vemos fusión de géneros y experimentación.
El ser humano siempre ha mezclado y experimentado. Si no somos naturales no tiene sentido creer en ningún tipo de lenguaje narrativo puro. Me parece que la mezcla es normal cuando se está contando o pensando. Me interesa mucho una zona de la narrativa donde las ideas se ensayan y se narran al mismo tiempo. No me interesa el ensayo académico, ni el erudito; sino contar historias e ideas de un modo que no sabes dónde empieza una ni dónde acaba la otra.

Una literatura diferente de la mediática que podrían encabezar Marías o Pérez Reverte.
Mis maestros son autores como Juan Goytisolo, W.G. Sebald, Ricardo Piglia y Enrique Vila-Matas, que siempre han trabajado en el ámbito de la novela que ensaya o de la crónica ficción. Pero al mismo tiempo intento encontrar mis temas y mis propias fórmulas. Si escribí Librerías es porque en mis viajes a lo largo y ancho del planeta compré muchos libros sobre librerías, pero nunca encontré ninguno que hablara de las librerías del mundo. Tú tienes tus maestros, tus referentes, pero intentas aportar lo que no existe; apostar por lo nuevo. 

Una ambición que se aleja de lo más popular o comercial.
Cuando un proyecto que he ido madurando lentamente se impone sobre otros, me lanzo a él y no pienso en términos de mercado o de difusión. Pienso en cómo llegar a un artefacto que sea lo más parecido a lo que he soñado hacer. Entonces tengo libros experimentales y minoritarios como Crónica de viaje, con una tirada de 300 ejemplares, y libros que han tenido una difusión internacional como Librerías, pero en ningún caso me lo planteé. Ha sido una sorpresa total, tanto la recepción que tuvo en España, como la que está teniendo en todo el mundo.    

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