«Con podólogos en la salud pública evitaríamos muchas amputaciones»

Pies en la tierra. Nací en Tarragona en el 73, estoy casada y tengo dos niños. En la calle no puedo evitar mirar cómo camina la gente; la Rambla es un gran banco de marcha para analizar la pisada. Me apasiona mi trabajo.

24 febrero 2019 14:32 | Actualizado a 24 febrero 2019 14:41
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La podología es la hermana desconocida de las profesiones sanitarias. Resulta bastante más fácil imaginarse lo que hace un médico, una enfermera o un fisioterapeuta, que la función de un podólogo. Marisa Adan, Delegada del Col·legi Oficial de Podòlegs de Catalunya en Tarragona (500 colegiados), cuenta los intríngulis de una profesión que ya poco tiene que ver con los antiguos callistas de las abuelas. 

¿Es de las que le ve los pies a la gente cuando camina?
Sí, es inevitable (risas). Nosotros tenemos los bancos de marcha, pero en Tarragona tenemos la Rambla y cuando tienes una persona delante los ojos se te van. 

Había precursores de los podólogos en el antiguo Egipto.
Es una profesión relativamente nueva pero la herencia es muy antigua. Venimos de los practicantes que iban por los pueblos quitando muelas, arreglando pies... 

Y ahora es un grado.
Sí, es un grado universitario de cuatro años y después tenemos masters que se especializan en cirugía, pediátrica, pie diabético... 

¿Hay intrusismo?
Sí, y todos los podólogos que detectan un caso de intrusismo tienen un formato en la web para reportarlo. El colegio decide las medidas a tomar, unas veces son legales y otras hablando se consigue que la gente deje de anunciarse como lo que no es.

Para dejarlo claro: ¿Qué no debería pedirle a quien me hace los pies en una peluquería?
La persona que te hace los pies te va a poner una cremita, a limar un poco y a pintar las uñas, a dejártelos bonitos, pero en el momento que esa persona tenga que coger un material punzante está incumpliendo la ley. Así que no hay que pedirles lo típico, que es que te quiten un callito... Aunque el intrusismo no es tanto cosa de esteticiens como de personas que van a domicilio.

¿Cómo trabajan  los podólogos en la sanidad pública?
De dos maneras, la primera es en las unidades de pie diabético de los hospitales, donde hay un podólogo dentro del equipo multidisciplinar; aquí en Tarragona en Joan XXIII tenemos una. La segunda es que los pacientes con patología diabética pueden acceder a tres visitas al año siempre que su médico de cabecera lo considere oportuno. 

¿Son suficientes tres visitas?
Muchas veces no es suficiente pero abre la puerta a que el paciente sepa que tiene que tener unas revisiones y un control que muchas veces acaba haciendo a nivel privado, lamentablemente. 

¿Qué se ganaría si la podología estuviera cubierta por la sainad pública?
Se evitarían muchas amputaciones, porque nosotros solventamos, úlceras, llagas... Lo segundo es biomecánicamente, a nivel traumatológico. El podólogo trata la biomecánica, vemos si el paciente camina bien y eso evita que haya muchas molestias a nivel de espalda, a nivel de caderas, rodillas y tobillos, con lo cual nos ahorraríamos muchas visitas al traumatólogo. También solucionamos uñas clavadas que acaban en cirugía... Eso sin contar todos los problemas que podríamos evitar en las personas mayores que no llegan a la zona de los pies... La sanidad pública se ahorraría mucho dinero. 

Uno de los atractivos de contar con un seguro privado es un podólogo. ¿Cómo van las relaciones con las mutuas?
Desde el punto de vista laboral la realidad con las mutuas es complicada y tendríamos que mejorarla muchísimo. Las mutuas nos utilizan como reclamo publicitario; en un seguro médico vende, pero a la hora de la verdad no nos tienen una consideración suficiente y las decisiones que toman sobre nuestro trabajo es unilateral. No podemos dar el servicio que la podología puede ofrecer ya que las mutuas nos limitan mucho. 

¿Decisiones unilaterales como por ejemplo?
Ellos deciden lo que quieren cubrir y lo que no de todo el trabajo de la podología. Normalmente cubren pocas visitas al año tengas el problema que tengas. Además hay una limitación de los actos que podemos efectuar sobre ese pie. Siempre estamos haciendo equilibrios entre lo que el paciente realmente necesita y lo que la mutua cubre.  

En algunas tiendas ofrecen un análisis de la pisada. ¿Es confiable lo que dicen?
Es complicado, la agencia española del medicamento y productos sanitarios no tiene catalogadas las plataformas como instrumento de diagnóstico, así que legalmente pueden usarlas; el problema es que la asesoría que hacen entra en el intrusismo porque no saben hacer un diagnóstico. Las plataformas simplemente dan unas presiones y esas presiones son las que tú debes diagnosticar e interpretar. Eso en una tienda no existe, allí la plataforma está para que te vendan una zapatilla y en muchos casos el vendedor ni siquiera sabe muy bien lo que te está vendiendo. Ahora en el running hay zapatillas pronadoras, amortiguadoras, controladoras del talón, neutras...  

¿Los nuevos corredores les dan trabajo?
Sí, el mundo el running ha ido de 0 a 100 en un segundo a todos los niveles: de zapatillas, de técnicas de carrera, de alimentación, no sólo del podólogo. Hemos tenido que evolucionar con ellos. 

¿Los tacones llevan gente a la consulta?
Sí, aunque cada vez menos porque el tipo de vida que llevamos permite llevar menos tacón. Los tacones no te dejan correr y hoy las mujeres corremos todos los días a todas partes. 

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