Contra la ocupación, grupos de WhatsApp y puertas soldadas

Las comunidades de vecinos se sienten desprotegidas por las administraciones y optan por buscar alternativas para evitar que grupos conflictivos se afinquen en sus bloques

01 agosto 2020 08:50 | Actualizado a 01 agosto 2020 15:32
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«Peligro». Así es como se llama el grupo de WhatsApp que crearon hace meses los vecinos de la Part Alta para evitar que se siguieran ocupando pisos de manera ilegal en las calles del casco antiguo. Cuando alguno de ellos detecta algún movimiento sospechoso en algún bloque, el grupo se pone en marcha y se activan lo protocolos. Son muchas las comunidades de vecinos que se sienten desprotegidas en este aspecto. «Cada vez tenemos más claro que si no nos organizamos nosotros, no habrá solución. La policía no actúa y después somos los vecinos quienes debemos convivir con episodios constantes de delincuencia», explica Tomàs, nombre ficticio de un residente en la Part Alta.

Los vecinos se coordinan y organizan. Tienen claro que el tiempo juega un papel clave a la hora de evitar una ocupación. «Actuamos con rapidez. Llamamos a la policía y les metemos prisa para que desalojen. Sabemos que solo podemos evitar que entren si se actúa durante las primeras 24 horas», explica Laura, presidenta de una comunidad de vecinos del barrio de Campclar.

Actualmente, en Tarragona ciudad hay algunos puntos calientes donde la ocupación de varias viviendas han acabado con problemas de convivencia para los vecinos. Peleas, robos, insalubridad y venta y consumo de drogas. Es el caso de la Part Alta, de El Serrallo y del barrio de Sant Salvador. Los residentes se han autoorganizado con grupos de WhatsApp, con patrullas y otras acciones más complejas. Algunas han surgido efecto y otras no.

En el caso de la Part Alta, los vecinos han creado un grupo de WhatsApp para organizarse mejor. «Aquí hay muchas asociaciones de vecinos, pero a nosotros no nos han servido de nada porque cada una va a lo suyo», explica un residente. Los vecinos afectados buscaron alternativas para poner fin a los conflictos provocados por grupos de jóvenes que ocupan pisos en la zona.

«El grupo de WhatsApp sirve para avisarnos si vemos alguna cosa sospechosa, para ponernos de acuerdo a la hora de reunirnos con el Ayuntamiento y para recopilar vídeos e imágenes sobre todo lo que pasa en nuestras calles. Luego se lo enviamos a los Mossos y a la Urbana», explica Tomàs, quien añade que «somos muchos vecinos de distintas calles y con muchas perspectivas diferentes. Recogemos material audiovisual muy interesante». Algunos residentes en el casco antiguo denuncian vivir atemorizados y amenazados por estos grupos de jóvenes.

Silicona en las cerraduras

Los vecinos de la zona de Interbloques del barrio de Sant Salvador tienen una trayectoria larga en evitar las ocupaciones. Lo han intentado casi todo, pero la problemática sigue más presente que nunca. Durante muchos años, se han ido instalando en los bloques familias sin recursos. «El problema llega cuando éstas son conflictivas y generan mala convivencia entre el vecindario», explica Loli, que vive allí hace muchos años.

La comunidad de vecinos decidió hace tiempo autoorganizarse y pagar entre todos material –ladrillos y cemento– para tapiar las puertas de las viviendas vacías, la mayoría de ellas propiedad de entidades bancarias y grandes tenedores. «Los bancos se lavan las manos. Pagan cada tres meses la comunidad y no se hacen cargo de nada», explica Loli, quien añade que «somos nosotros los que tenemos que estar al loro de quien entra y sale porque luego tenemos problemas». Loli relata como algunos ocupas abren pisos para venderlos luego por 300 euros o para dejar allí a sus perros.

Cuando un vecino oye un ruido sospechoso, se activan los protocolos a través del WhatsApp

A los bancos no les gustó la iniciativa de estos vecinos de Sant Salvador. «Nos dijeron que no lo podíamos hacer y algunos de ellos han cambiado los ladrillos por puertas antiocupas que no sirven de nada», explica Loli, quien añade que «tengo vídeos en los que se ve claramente cómo hacen palanca con las puertas y entran». Es por eso que la estrategia por parte de los vecinos ha cambiado en las últimas semanas. «Ahora ponemos silicona a las cerraduras y soldamos las puertas», apunta Loli.

La red de solidaridad entre la comunidad funciona a la perfección. «El otro día intentaron entrar en casa de un vecino por el balcón. Eran casi las dos de la madrugada. Le llamamos y vino enseguida. Ahora ha instalado unas verjas que dificultan el acceso. «Tenemos un grupo de WhatsApp y, cuando alguien escucha algún ruido, nos avisamos y llamamos a la policía», explica Loli, quien hace un llamamiento a los vecinos que todavía no se han involucrado. «Que nadie se quede en su sillón sentado mientras están ocupando los pisos. Si salimos todos, los ocupas lo tendrán más difícil para amenazarnos», acaba Loli.

También coordinados actuaron hace unas semanas en el Barri del Port. La presidenta de la asociación de vecinos, Carmen Puig, explica que como un grupo de catorce o quince jóvenes ocuparon la nave del Nauta. «Un vecino de al lado se percató de la situación y se puso en contacto nosotros. Llamamos al propietario y a la policía, y pudieron echarles», explica Puig.

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