Crece el interés por escolarizar a los hijos en el hogar y en el bosque

Proyectos educativos en la naturaleza e iniciativas para enseñar en casa viven en Tarragona un aumento de peticiones por temor a contagios en las aulas. Son alternativas en un limbo legal 

06 septiembre 2020 06:40 | Actualizado a 09 septiembre 2020 18:02
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En los pinares del santuario de El Loreto, cerca de Sant Pere i Sant Pau, un parque de esculturas en la finca del artista tarraconense Rufino Mesa cobija El Bosquet de la Comella. Se trata de uno de los proyectos de educación viva en Tarragona que estos días, a las puertas de un inicio de curso incierto marcado por la pandemia y el riesgo de contagio en el aula, toman fuerza.

«Hay un aumento de peticiones, de consultas y de interés. Ya lo hubo en mayo y ahora lo hemos vuelto a ver. Hay familias que buscan un entorno más natural y el tema de la ratio es importante. Tenemos un máximo de diez niños y gran parte del día lo pasan en la naturaleza», explica Belén Arroyo, coordinadora en El Bosquet de la Comella, aventura didáctica que nació en 2014 y que tiene a 25 niños, de dos hasta los 12 años, creciendo fuera de la educación tradicional.

«Hace seis años, un grupo de familias, algunos de ellos profesionales de la educación, decidieron crear este proyecto, diferente a la escuela convencional», explica Belén Arroyo. En la escuela-bosque, los niños estudian en una masía y, en gran parte del tiempo, fuera, en la naturaleza. «Trabajamos con metodologías como Waldorf, consistente en que el niño descubra por sí solo. El profesor observa y guía, pero respeta mucho el ritmo de los niños y sus necesidades. Se trata de una enseñanza más respetuosa, que potencia mucho la autoestima. Tenemos a profesores especializados en estas pedagogías que trabajan mucho en la inteligencia emocional», explica Belén Arroyo.

«Muchas llamadas y correos»

Otra de las opciones tarraconenses es El Submarí Lila, un proyecto que nació en 2008 en Vinyols i els Arcs, pasó por Castellvell del Camp y ara se ubica en El Milà, en el Alt Camp. «Hemos recibido muchas llamadas y correos electrónicos de familias que preguntan. La demanda viene sobre todo de P2 y P3. Si sigue aumentando, nos plantearemos ampliar y coger a más niños», explican desde la coordinación de la escuela. Sin embargo, en ocasiones es difícil que ese interés mostrado debido a la pandemia se traduzca en un aumento efectivo de plazas que va contra la filosofía de idearios que huyen de lo masivo. «Como proyecto queremos respetar las ratios porque es un eje clave», explican desde El Submarí Lila, donde van niños y niñas de lugares como La Selva del Camp, Reus o Tarragona. La parte de infantil está constituida como esplai y la de primaria sí depende de Educació. «Los conceptos del temario son los mismos, pero el procedimiento es distinto al de una escuela normal», cuentan desde El Submarí Lila. En el Bosquet de la Comella, la ratio es de 10 niños para infantil y 10 para Primaria. Es una escuela trilingüe con el inglés como lengua vehicular. Los impulsores defienden que en todo momento se sigue un currículum para que el alumno logre niveles óptimos. «Aprenden ciencias, a leer, a multiplicar… pero de una forma muy individualizada. Aquí ponemos en el centro el bienestar del niño, su estado emocional», cuenta Silvia Muñoz, responsable de proyecto en El Bosquet de la Comella.

Otra de estas escuelas vivas es La Tribu del Gaià, un proyecto que arrancó en 2014 en La Riera de Gaià pero que desde 2019 se encuentra en Els Munts, en Torredembarra, cerca de la playa y de una zona de bosque. «Vivimos unos días de esprint, con mucha gente preguntando», cuenta Izaskun Mejías, coordinadora pedagógica del centro, con una capacidad para 21 alumnos. Mejías incide en la filosofías de estas escuelas vivas y en que el tránsito posterior hacia una educación legalizada no resulta ni mucho menos traumático: «El paso siempre es mejor, porque a nivel emocional estos alumnos están trabajados de otra manera. Nosotros partimos de que las dificultades vienen cuando te imponen algo desde fuera. Estos niños son capaces de poner límites, de no depender siempre del adulto. Vemos que niños más pequeños son capaces de resolver sus conflictos que otros mayores que se han educado en la escuela convencional».

Diversidad de licencias

Eso sí, este tipo de educación no reglada vive en una suerte de limbo legal en el que cada proyecto busca su sitio. «Nosotros tenemos licencia de guardia y custodia, que no es lo ideal, pero es una manera de poder funcionar. Dependemos de Sanidad, no de educación. Formamos parte de la Xarxa d’Educació Lliure», explica Izaskun Mejías.

Algunos de estos impulsores piden una regulación que les dé una cobertura legal completa, en la línea de las escuelas rurales y sobre todo teniendo en cuenta que propuestas así puedan proliferar lejos de la masificación del aula y del riesgo añadido que acarrea el virus.A pesar de eso, los modelos de educación viva van más allá de la estricta búsqueda de seguridad. «En el fondo somos como una gran familia. A los padres les pedimos una cierta involucración dentro del proyecto, un acompañamiento emocional», asume Mejías. «Me gusta que mi hijo aprenda a partir de la experiencia, respetando sus ritmos y aptitudes», dice Natàlia, la madre de un alumno en El Submarí Lila.

La implicación debe ser máxima también en otra propuesta que suscita interés en estos días: la escolarización en casa, menos arraigada que las iniciativas en la naturaleza pero que igualmente vive un cierto auge: «A raíz de la Covid-19 las consultas se han multiplicado muchísimo. Hemos recibido muchas durante los últimos meses de todo el territorio, también de familias de Tarragona. Hemos hecho sesiones ‘on line’ donde hemos explicado a las familias que nos han contactado qué es realmente esta opción, qué supone, pero no hemos realizado ninguna alta. Realmente estas familias no quieren hacer ‘homeschooling’. Simplemente quieren que sus niños vayan telemáticamente a la escuela, y eso no es ‘homeschool», afirman en la Coordinadora Catalana pel Reconeixement i la Regulació del Homeschooling, que agrupa a unas 400 familias que educan a sus hijos en casa.

Esta opción educativa va más allá de la enseñanza en masías y en la naturaleza. Son los propios padres los que emprenden esta aventura. «Es un proyecto a largo plazo, una opción educativa que supone asumir íntegramente la educación de nuestros hijos y al que se llega después de una larga reflexión, voluntariamente con convicción y compromiso. Lo que los niños escolarizados han hecho es escuela a distancia obligatoriamente, guiados por las escuelas que han continuado haciendo seguimiento de la evolución de estos niños», sostienen desde la coordinadora catalana.

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