Crónica de una noche en la Tarragona sin techo

Los 200 voluntarios vieron la otra cara de la ciudad. Sobre todo los de la Rambla Nova. Después de una hora de caminata, llegan los primeros indicios

19 mayo 2017 15:24 | Actualizado a 23 mayo 2017 10:19
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Estudiarse el mapa de la ciudad, hablar flojo para no despertarles y abrir bien los ojos para no dejarse ninguno. Así pasaron la madrugada de este jueves a viernes los 200 voluntarios encargados de llevar a cabo el recuento de las personas sin techo de Tarragona. El objetivo estaba claro: crear un mapa dónde situar aquellos que viven en la calle, para encontrar la manera de reinsertarlos en la sociedad. A las dos de la madrugada, momento en qué acabó el recuento, el dispositivo había localizado un total de 49 personas, 40 hombres, 2 mujeres y 7 que no han podido ser identificados.

 

22 h. Los voluntarios estaban convocados a las diez de la noche en alguno de los siete puntos de referencia de la ciudad. Uno de los grupos más numerosos se encontraba en la sede del Institut Municipal de Serveis Socials. Después de cenar, Marc fue el encargado de distribuir los voluntarios en grupos de tres o cuatro personas para rastrear, por partes, las calles de la ciudad. Los organizadores entregaron un mapa de Tarragona para que los voluntarios se ubicasen. Las normas fueron claras: «Se trata de un recuento visual de las personas sin techo, no debemos despertarles ni preguntarles nada. Si los encontramos despiertos, les explicamos brevemente qué estamos haciendo y nos disculpamos», explicaba uno de los organizadores.

23 h. La noche empezaba para Elena, Llorenç, Teresa y Rosa. También llamados grupo seis. Les tocó la parte más baja de Tarragona: Barri del Port, Plaça dels Carros, Moll de Costa y El Serrallo. La misión era encontrar los sintecho de la zona y apuntarlos en un documento Excel. «Me enteré de esta iniciativa a través de las redes sociales. Me pareció muy interesante porque tenemos tendencia a disimular y mirar hacia otro lado cuando vemos una persona durmiendo en la calle. Hoy, en cambio, les estamos buscando para ayudarles», explicaba Llorenç Viña, uno de los voluntarios.

23.30 h. Y de repente, el primero. Tapado con un saco de color verde y acompañado de una mochila de medida considerable, un hombre o una mujer, –no se pudo identificar el género, ya que no se le veía el rostro–, puso a prueba el grupo. Los voluntarios apuntaron en el documento Excel si la persona que vivía en la calle estaba cubierta o no, si era hombre o mujer y si estaba acompañado de algún animal. Un retrato válido para que luego las administraciones puedan adaptar los recursos.

00 h. El pequeño ejército continuó andando hasta llegar al Serrallo, donde se encontraron a tres sintecho en las diferentes entradas del aparcamiento del barrio marinero. Tampoco se les veía el rostro y también estaban durmiendo. Ya eran casi las doce de la noche y llamaba la atención el volumen con el que hablaban los voluntarios; bien flojito para no despertar a nadie. «Durante la formación, nos recomendaron no interaccionar con ellos si estaban durmiendo. En el caso que se despertasen, nos presentamos y les explicamos brevemente lo qué hacemos y, luego, nos disculpamos. Se trata de una encuesta visual, no debemos preguntarles nada», explicaba Llorenç, mientras buscaba entre matorrales y portales.

00.30 h. Durante el recorrido, uno de los organizadores aconsejaba a los voluntarios «buscar con empeño. Ya que si nosotros viviéramos en la calle, nos esconderíamos». Cada grupo contaba con un responsable que estaba en contacto con el resto de referentes a través de un grupo de Whatssap, para comentar cualquier situación. No obstante, si los voluntarios se encontraban con algún problema, tenían que llamar directamente a la Guàrdia Urbana, según órdenes de la organización.

 

Los voluntarios vieron la otra cara de la ciudad. Sobre todo los de la Rambla Nova. Después de una hora de caminata, llegan los primeros indicios. Unos cartones en el interior de una entidad bancaria dan paso al primer y único sintecho que encontraron en la zona de la Rambla Nova. Era un hombre, de unos 50 años, pero también muy bien tapado con un saco.

 

1 h. En otra punta de la ciudad, en la playa del Miracle, la voluntaria Elymar Toste reflexionaba mientras buscaba. «No sabemos las vueltas que puede dar la vida. Ahora hacemos el recuento de los que viven en la calle, pero un día, nos podemos encontrar nosotros en esta situación. Por eso es importante ayudarles», decía un tanto emocionada Elymar. Su grupo, formado por estudiantes de dinamización comunitaria, encontró a tres sintecho que dormían en la plataforma del Miracle.

1.30 h. Se acercaba el final. Los voluntarios iban llegando, poco a poco, a sus sitios de referencia. En la Part Alta, una de las responsables del Pla Local d’Inclusió i Cohesió Social, Jessica Cantos, era la encargada de recoger los documentos Excel con la información y, si había alguna duda, también la intentaba solucionar. Una de las voluntarias, Elena Prats, le tocó ir a la zona de Tarragona 2 y de la Muntanyeta de l’Oliva. «No hemos encontrado ninguno. Ojalá siempre fuera así. Ha sido una buena experiencia». Entre todos, se encontraron un total de 49 personas, 40 hombres, 2 mujeres y 7 que no han podido ser identificados.

2 h. Llega el momento de la reflexión. Una vez más, los ciudadanos demostraron compromiso y responsabilidad con las causas más sociales. Ahora, como algunos voluntarios comentaban, falta que las administraciones también sean responsables y utilizen estos datos para mejorar la vida de las personas más vulnerables de esta ciudad.

 

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