Cuarenta años de un premio redondo

Anton Valero obtuvo el primer premio DOW allá por 1978. Ayer se despedía de la empresa soltando un reto: «Tenemos que reinventar el mundo»

06 abril 2018 09:13 | Actualizado a 10 abril 2018 10:23
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Anton Valero dejó su puesto de Director General de Dow en España y Portugal  hace poco más de un mes. Cuestiones del destino, ayer se cumplían 40 años desde que se entregan los galardones con los que la empresa química premia a los estudiantes más brillantes. Y es que se da la circunstancia de que el primer premio, allá por 1978, lo recibió justamente él... Ayer también se hizo merecedor de un premio honorífico.  

La entrega (en la que se supo que la ganadora era Laís de Oliveira y donde el jurado quiso dejar constancia de la excelencia del trabajo de los otros seis finalistas) se convirtió, no obstante, en un homenaje para Valero, quien ocupó distintas responsabilidades en la empresa durante 37 años.

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Barcelona y Máster en Gestión de Empresas por EADA, Valero fue Presidente de Dow Chemical para España y Portugal desde 2004. Se incorporó a Dow Chemical en 1981 en Rheinmünster (Alemania) como ingeniero de procesos.

A los dos años regresó a Tarragona y, tras pasar por diversos cargos de dirección dentro de la compañía, en 2003 fue nombrado Director del Complejo Industrial de Dow Tarragona, integrándose a la Junta Directiva de la AEQT (Asociación Empresarial Química de Tarragona), de la que fue presidente entre 2008 y 2011. Finalmente, en 2004 accedió al puesto de Presidente de la compañía para la Región Ibérica. 

Tres valores para no olvidar

Numerosas personalidades del mundo empresarial, político y académico se dieron cita en el acto. Estuvieron Joaquim Nin (ex Secretari de la Presidència de la Generalitat), el presidente de la Diputació, alcaldes, el rector de la URV, la presidenta de la Cambra, el del Port...

Valero agradeció en especial a su mujer, a su hija y a sus padres, «que me enseñaron el trabajo, la seriedad, la lealtad y me dieron la confianza para tomar decisiones». También se acordó de profes, jefes, compañeros...

Pero, sobre todo, desglosó los tres valores que, asegura, guían a la empresa y que ha tratado de seguir a lo largo de su vida: el primero es la ética, «que te da fuerza para llevar la cabeza alta, pero también para reconocer tus errores»; el respeto por las personas, «para tratar por igual a todos independientemente de su procedencia, su religión...», y «la protección a nuestro planeta».

Y es que, aunque Valero ha dejado sus responsabilidades en Dow, seguirá por un tiempo más como presidente de la Federación Empresarial de la Industria Química Española, Feique. Una de las cosas que le motiva, explicó, es saber que el mundo está en un momento de cambio y de transformación hacia una economía circular y no una de usar y tirar, como hasta ahora.

Soltó entonces, como si nada, el padre de los retos para la industria química: «Tenemos que reinventar el mundo. Tenemos que cambiar lo que hemos estado haciendo durante los últimos 200 años y tenemos que hacerlo en los próximos 25 años... Y tenemos la determinación para hacerlo», dijo.

Para redondear, le lanzó el reto a la ganadora de este año: «Laís, la tarea que tienen delante es muy grande».

El reto de vivir con el plástico

El compromiso medioambiental estuvo muy presente a lo largo de toda la gala. De hecho, Javier Constante, vicepresidente comercial de la compañía y presidente del equipo de liderazgo comercial de Dow para Europa, Oriente Medio, África y la India, describía, claramente, cuál va a ser el principal reto para la empresa en los próximos años.

Lo primero a lo que invitaba era a preguntarse en qué pensamos cuando pensamos en plástico. Y evocaba las imágenes que vienen a la cabeza de muchos: niños jugando al fútbol entre restos de plástico; peces nadando en mares y ríos inundados de bolsas de plástico... «Ese es el desafío más grande que tenemos. Cómo eliminar esos plásticos o cómo convertirlos en otra cosa útil. Y en esa tarea estamos», reconocía. 

Las tareas, aseguraba, son muchas, pero ya hay algunas en marcha, como «tener la casa en orden», evitando, por ejemplo, que se caiga ningún pellet (pequeñas porciones de material) al suelo cuando se está trabajando».

Además la idea es exigir el mismo rigor con los desperdicios al resto de la cadena de proveedores y, por supuesto, poner todos los medios para que los ciudadanos reciclen. No es imposible, aseguraba, poniendo como ejemplo Alemania, donde ya hay más de un 80% de recogida selectiva. 

Y no es una opción no hacerlo, recordaba, porque hay un compromiso europeo de «cero plásticos» enterrados en rellenos sanitarios en 2025 y una exigencia del 65% de plásticos reciclados para 2030.

Eso sí, recordaba que la vida en este siglo es impensable sin plásticos, porque permiten transportar y mantener alimentos sin que se estropeen y sin que se desperdicien, mantener material quirúrgico esterilizado...

El reto, ya lo dijo Valero, está servido. Constante también miraba a Laís cuando aseguraba que va a tocar innovar mucho.

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