De concejalas a amigas: empezaron siendo compañeras en el salón de plenos de TGN

Política. La relación entre estas diez mujeres empieza durante la legislatura pasada, cuando cada una de ellas representaba a su partido en el salón de plenos

14 junio 2018 20:00 | Actualizado a 15 junio 2018 10:59
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Diez amigas que empezaron siendo compañeras en el salón de plenos. Así comienza la historia de las que fueron concejalas del Ayuntamiento de Tarragona durante la legislatura 2011-2015. Algunas continúan en política, otras no quieren ni oír hablar de ella. Todas, las diez, quedan para comer o cenar una vez cada dos o tres meses, aproximadamente. Se ponen al día de sus cosas. Cada una defiende su manera de ver la vida y de pensar, también a su partido. Pero les une una fuerte amistad y la lucha por el liderazgo femenino en el ámbito de la política. De hecho, su relación nace de aquí, de la reivindicación. Empecemos por el principio.

Nos situamos a finales de la legislatura pasada, en el año 2015. Las diez concejalas deciden ir a cenar, ya que no sabían si repetirían en el puesto. Era una especie de despedida. Nada más lejos de la realidad. «Siempre habíamos tenido una buena relación», apunta Patrícia Anton (PSC), una de las exconcejalas que se encargaba de las áreas de comercio y turismo durante la legislatura 2011-2015. En esa cena, que tuvo lugar en el restaurante Degvsta de la Part Alta, las diez políticas decidieron asistir al siguiente pleno vestidas de blanco.«Queríamos reivindicar el papel de la mujer en la política», asegura Victòria Forns, que en ese momento era cabeza de lista de la ya desaparecida CiU.

Los medios de comunicación tarraconenses, el día siguiente del pleno, bautizaron a las concejalas como las mujeres de blanco. «Creemos que aún queda mucho trabajo por hacer, no existe la paridad», añade Forns. Con esta reivindicación nació este grupo de amigas. En esta misma línea, Arga Sentís, actual portavoz de ICV-EUiA, asegura que «todas hemos compartido experiencias desagradables a la hora de configurar las listas. No existe la paridad». De hecho, Judit Heras (PP) reconoce que «nunca estuve de acuerdo con las cuotas de paridad, pero si no hubiera sido por esta ley, muchas de nosotras no hubiéramos ocupado algunos puestos». Sentís asegura que «siempre tenemos que demostrar el doble» y Maribel Rubio, la que fue concejal de CiU, destaca que «los cargos más influyentes siempre son hombres».

Carme Crespo (PSC) fue concejal durante doce años. Dentro del grupo de amigas, es la encargada de colgar en el grupo de Whatsapp aquellas imágenes en las que solamente salen políticos hombres, como por ejemplo, la fotografía de la inauguración de la pista de atletismo del Anillo de Campclar. Una mujer, entre muchos hombres. «Sólo hay que ver la mesa presidencial del plenario del Ayuntamiento de Tarragona», asegura Ivana Martínez (PSC), miembro del grupo de amigas y concejal en la actualidad.

Forns se muestra optimista durante la conversación. «Lo conseguiremos. La universidad está feminizada y el éxito académico es mucho más alto entre las mujeres». Por su parte, la actual portavoz del gobierno municipal, Begoña Floria, asegura que «si un hombre quiere optar a un cargo de responsabilidad está muy bien. Pero si quien lo quiere es una mujer, resulta ser una trepa y una ambiciosa». Floria confiesa que ha sido víctima de esta argumentación en alguna ocasión. Martínez y Antón aseguran que si además de ser mujer, eres joven, la discriminación es doble. «Te conviertes en la nena», explican.

Cada una de ellas entiende el feminismo de manera distinta, pero las diez tienen claro que las mujeres son necesarias en política, «no por el mero hecho de ser mujer, sino porque contamos con otra manera de ver las cosas».

Poner en valor lo que les une

Después de más de tres años de amistad, las mujeres de blanco no han conseguido llegar a un acuerdo con el nombre de su grupo de Whatsapp. La comunity manager de la cuadrilla es Patricia Anton, quien se encarga de gestionar la comunicación online. «Por norma general, el nombre del grupo es la fecha de la siguiente quedada», asegura Anton, quien añade que el motivo es que «somos muy despistadas y estamos muy ocupadas. De esta manera no nos olvidamos». 

Aunque cada una de ellas representa unos valores y una ideología muy distinta, la clave de su amistad radica en respetarse y poner en valor aquello que les une. «No hubo nunca faltas de respeto entre nosotras. Esto nos ha permitido poder tener esta relación», asegura Anton. Saben respetar sus diferencias y su grado de empatía supera la media. «Obviamente tenemos discrepancias, pero por encima de todo somos amigas», asegura la concejal ecologista, Arga Sentís. 

La última quedada de las mujeres de blanco tuvo lugar en casa de Judit Heras (PP). Hicieron un ‘yo pongo’: cada una se encargaba de traer un plato. La cuadrilla tiene claro que no acepta a nadie más, aunque confiesan que han tenido muchas peticiones, sobre todo de políticos. «Este grupo tiene su origen en una serie de experiencias que vivimos durante la legislatura pasada. Hemos compartido momentos buenos y otros muy duros. Justamente esto es lo que nos une, y lo que no nos puede unir con gente que no estaba», explica Maribel Rubio (CiU). Forns asegura, medio en broma, que «los concejales actuales nos tienen envidia. Les gustaría contar con un grupo así».

Las concejalas se sinceran y, emocionadas, cuentan que han compartido momentos muy importantes. Como por ejemplo, el nacimiento de la segunda hija de Ivana, cuando las mujeres de blanco la esperaban en la habitación. «Fue fabuloso», asegura Ivana. También compartieron la fiesta sorpresa de los 50 años de Victòria Forns, y alguna que otra mudanza.

No hay temas tabú

Las concejalas aseguran que no tratan de evitar ningún tema de conversación. «Hablamos de todo, pero sí que es verdad que procuramos hacerlo de una manera que no ofenda a nadie», asegura Sentís, quien añade que «no sirve para nada discutir, hay cosas en las que ya sabemos que no nos pondremos de acuerdo». Victòria Pelegrín, que fue también concejal con el PSC, asegura que «nuestro lema es que hay que poner más en valor lo que nos une que lo que nos separa». 

Un ejemplo ocurrió hace apenas unas semanas, cuando Pedro Sánchez presentó una moción de censura contra Mariano Rajoy. «Nadie dijo nada por el grupo, para no ofender», asegura Anton (PSC). «Pero nos alegramos, fue un acto de justicia democrática», opina Forns (CiU), y Floria (PSC) cierra el tema asegurando que «yo era más de Patxi López». Todas se ríen. Este es el tono de la charla. Entre las mujeres de blanco sólo existe la crítica constructiva.

En estos últimos meses, la situación política en Catalunya ha marcado la agenda pública de muchas de las mujeres de blanco. Pero han sido todo un ejemplo. «Cuando vi que los consellers que están a prisión contestaron las cartas a Victòria Forns, me alegré mucho por ella», explica Ivana Martínez. Floria la interrumpe, asegurando que «ojalá nuestro clima fuera el general en el país, pero no lo es». Sus diferencias no son irreconciliables. «Todas tenemos opiniones diferentes. Este es un ejemplo, pero hay muchos», acaba Pelegrín.

Pero también coinciden en otros temas importantes, como por ejemplo, el liderazgo femenino o el compromiso firme de trabajar para la ciudad, cada una desde su vertiente. Las mujeres de blanco tienen mucha suerte. Día tras día son capaces de cultivar una relación enriquecedora, que les permite aprender una de la otra y en la que la empatía manda. Son mujeres con carácter, que cada una defiende su postura con uñas y dientes, pero que se respetan y, sobre todo, se quieren.

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