«Debemos abrir para transmitir tranquilidad»

Una normalidad enrarecida se vive ahora en las oficinas de las entidades financieras. Sigue la actividad, pero hay ausencia de ilusión y emprendimiento en los rostros de los clientes –pocos– que acuden. Sus mentes ya no las llenan planes de futuro ni inversiones estratégicas. En los días del #QuédateEnCasa, la mayoría viene a pedir. Ahora su prioridad es proteger sus familias y sus empresas de esta pandemia que nos azota.

«La moratoria hipotecaria y la línea de avales del Estado se han vuelto recurrentes estos días en las oficinas»

Marc Arbós (32) convive con las incertidumbres económicas que más pesan estas semanas. «Hay tantas cuestiones en el aire como personas», señala. Él es uno de los profesionales imprescindibles durante el estado de alarma, brindando las soluciones más adecuadas a las cuestiones y necesidades financieras de quienes acuden. «Vivimos en una atmósfera de preocupación y eso se ve reflejado en el perfil de cada cliente que entra por la puerta», asegura Marc, que, ahora más que nunca, también hace de psicólogo. «En este trabajo es fundamental saber escuchar para poder ponerme en la posición de los clientes», destaca este profesional, a quien particulares, pequeños empresarios y autónomos explican las dificultades con las que deben lidiar a raíz de la llegada implacable del coronavirus a nuestro país. Desde la aprobación de la nueva normativa del Gobierno, «temas como la moratoria hipotecaria o la línea de avales del Estado, los ICO, se han vuelto recurrentes en el día a día en la oficina», apunta entre las peticiones que más se gestionan. Por otro lado, las operaciones de menor importancia han quedado relegadas al plano virtual. «Como consecuencia de la restricción de movilidad ha habido un aumento significativo del uso y demanda de tarjetas, así como de las solicitudes para poder autogestionar las operaciones vía no presencial y online», una evidencia de que pese al letargo en el que estamos inmersos, el corazón económico sigue latiendo.

La distancia del plástico

«Siempre me ha gustado mi trabajo por ser dinámico y por el trato directo con la gente», asegura este profesional de Tarragona, pero esto último ahora ha cambiado. Desde que empezó la cuarentena atiende detrás de una pantalla de plástico que resguarda su mesa, protegido con mascarilla de cirujano y guantes de nitrilo negro. Marc destaca que «la relación cara a cara con los clientes se ve desde una perspectiva diferente, pero se sigue dando el mismo servicio a pesar de las distancias de seguridad y la limitación de aforo», que ahora debe respetarse para poder atender de forma individual y, sobre todo, segura.

«Vivimos en una atmósfera de preocupación y eso se ve reflejado en el perfil de cada cliente que entra por la puerta»

Muchos clientes ya no se aventuran a salir sin garantías. Antes de acudir personalmente a su oficina de confianza, prefieren contactar previamente vía teléfonica y resolver sus consultas más urgentes. Desde las entidades se les comunica que «hay una recomendación de que únicamente se acuda a las oficinas en caso de que sea necesario y no se puedan realizar las operaciones a través de los demás medios disponibles», recuerda.

Regreso a la normalidad

Marc lo tiene claro. Mientras dure esta situación, él y el resto de empleados del sector financiero deberán mantener su actividad con toda la normalidad que les sea posible. «Después de tres semanas en estas circunstancias, creo haberme adaptado un poco a esta situación», medita, pero se divisan sus ganas por dejar todo esto atrás y recuperar la vida de antes. Entre tanto, él se lo toma lo mejor posible. Es consciente de que como servicio esencial «es necesario que sigamos abiertos para transmitir tranquilidad a la ciudadanía y poder asesorarla en cualquier duda que tenga en torno a las nuevas medidas que vaya adoptando el Gobierno mientras dure el confinamiento».