Del lugar secreto al pinchazo: la ruta a contrarreloj de la dosis

Seis días de tiempo límite una vez llega al almacén confidencial de Tarragona y seis horas de margen una vez se diluye. La vacuna de Pfizer se planifica al milímetro para no malgastarla

30 diciembre 2020 18:50 | Actualizado a 31 diciembre 2020 12:47
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1. De Bélgica al Prat y el Banc de Sang i Teixits

Todo en estos primeros días de inmunización es tan inestable como la propia vacuna y tan incierto como el escenario epidemiológico. Una incidencia en la cadena de frío que finalmente no es tal parecía retrasar la llegada al Camp de Tarragona de 380 dosis que se inyectan entre ayer y hoy. «Ahora vamos sobre la marcha, las previsiones pueden cambiar ya no en 24 horas, sino en ocho o en 12», explica Carol Tudela, una de las coordinadoras de los equipos de enfermeras que vacunan en la región. Finalmente todo va según lo previsto: el avión aterriza el martes desde Bélgica en El Prat.

Desde allí, las vacunas de Pfizer-BioNTech se dirigen al Banc de Sang i Teixits de Barcelona, para quedar custodiadas en ultracongeladores. Desde ese lugar que centraliza los viales en Catalunya, el martes por la tarde son transportadas por carretera en un camión hacia un almacén del Camp de Tarragona cuya ubicación es secreta y confidencial para garantizar la seguridad. En ese trayecto empieza precisamente la necesaria descongelación. Los antígenos dejan para siempre de estar a -70ºC. Ya no hay vuelta atrás en el reloj suizo de la inmunización. Por delante hay un margen de seis días para ponerlas y, si no, se desperdiciarán.

2. La llegada a la cámara frigorífica en Tarragona

Las vacunas llegarán semanalmente los lunes, día sin inyección que se dedicará a la planificación, aunque en esta semana recalaron el martes en Tarragona, con un día de retraso. Al final de cada sábado deberán haberse puesto todas, de forma que no se pueden guardar para la semana siguiente, porque ya estarían excediendo el margen de seis días que necesita el delicado antídoto contra la Covid-19. En Tarragona se alojan en un congelador, pero no a una temperatura extrema. Debe conservarse entre 2ºC y 8ºC.

Un aviso electrónico en la puerta de la instalación indica la temperatura, 4ºC, que suele subir alguno cuando alguna de las enfermeras entra para retirar el material. «Están en una cámara normal, donde hay otras vacunas, y con condiciones similares a las de otros productos farmacéuticos», explica Tudela. Se debe actuar rápido para que no suba en exceso la temperatura. Las dosis se extraen y se colocan en cajas, protegidas por hielo, un componente fundamental en todo el proceso, no solo por el frío sino porque permite la inmovilización, otro requisito fundamental.

3. La reunión matinal de planificación

Con las vacunas en la nevera, empieza la planificación, vital durante estos días de inicio. «Estamos aún a medio gas. El próximo lunes estaremos mejor y de cara a la semana siguiente ya iremos a tope», recalca Tudela, una de las responsables, junto a Alba Martín, de organizarlo todo en una reunión previa con algunas de las 20 enfermeras y los seis administrativos que vacunarán en el Camp, en turnos de mañana y tarde.

Allí se dan las indicaciones pertinentes, para complementar la formación específica que ya han recibido. «Intentad calcular cuántos pacientes podéis vacunar en una hora. Nuestra previsión es que sean entre 15 y 18, pero comprobadlo, porque eso nos servirá para planificar mejor», se narra.

Circulan los ordenadores con programas y aplicaciones abiertas –cuyo acceso se ha tenido que habilitar– y folios con listados de nombres. La parte administrativa también es fundamental. «Nos convienen turnos más o menos estables. Si alguien se puede comprometer a estar siempre los miércoles por la mañana, es mejor que ir alternando», les explican Alba Martín y Carol Tudela, como gestoras, al resto. La jornada de vacunación es de siete horas pero solo habrá cuatro de inoculación.

4. La recogida del material de vacunación

La caja lila con las vacunas es la más icónica e importante, pero no la única. Los coches que se desplazarán hasta las residencias van llenos de enseres médicos. Las cajas con el logo ‘material de vacunación’ llevan EPI y contenido propio para tirar desechos o material de urgencia como tensiómetros, fonendoscopios, tubos de guedel, aparatos para medir el nivel de glucosa o saturadores.

Las enfermeras deben reponer el material al final del día y dejar los packs listos para la jornada siguiente. Junto al lugar de reunión en el que conversan las sanitarias, hay un pasillo entero con todo el surtido especial apilado y dispuesto para vacunar contra la Covid-19. De ahí pueden coger hidrogel, algodón, tiritas, jeringas o distintos tipos de agujas o sueros.

5. La cuenta atrás

Todo tiene que estar bien medido hasta el detalle, porque en estos primeros momentos las vacunas son escasas y la premura de tiempo hace que haya un cierto riesgo. «Es un proceso mucho más complicados que el de otras vacunas», cuenta Alba Martín. Por eso las enfermeras que se han prestado son expertas en vacunación y han recibido clases teóricas. La vacuna no se administra directamente. Debe mezclarse con suero, en un proceso llamado reconstitución que exige una especial atención.

A partir de ahí, un nuevo plazo: seis horas por delante para ser administrada. «La vacuna tiene una estabilidad de seis horas, así que hay que darse prisa para evitar que se malgasten. Tenemos que ajustar la vacuna a la cantidad de personas a inmunizar», explica Carol Tudela. En la visita a las residencias la casuística va a ser casi infinita. «Si estáis en una zona amarilla y alguien no se la puede poner, es importante que se deje constancia de la hora para que se pueda aprovechar por la tarde por ejemplo», cuentan. Es clave rotular la hora en la que se ha diluido la vacuna. A partir de ahí, empieza la cuenta atrás de esas seis horas antes de que comience a degradarse. Positivos por Covid o con fiebre quedan excluidos de la vacunación.

6. El viaje a la residencia

El transporte hasta el vehículo debe hacerse con cuidado. Las vacunas se extraen del congelador y se recubren de hielo. Las enfermeras cargan los coches para dirigirse, esta vez, a la residencia Horts de Miró, en Reus. Ahí se retoman las vacunaciones que empezaron el domingo, casi simbólicamente, con la inmunización de la residencia La Mercè, la primera del Camp. Tres coches se dirigen a este centro, el primero del día en el que se inocularán dosis.

7. Expectación

Empleadas de Horts de Miró miran por las ventanas, expectantes antes de que llegue la comitiva, con algo de retraso por ser el primer día. Se desembarca todo el material mientras la directora, María José Sabaté, recibe al equipo de enfermeras. El ánimo es positivo, de esperanza, como el de las otras residencias que esperan: «Hay algo de miedo, por ser los primeros, pero mucha esperanza, porque vemos que es el principio del final. Los usuarios necesitan volver a la normalidad, pero también los familiares y los trabajadores». La mayoría de residentes y empleados acceden a inyectarse las dosis. «Son conscientes de que es una responsabilidad social», dice Sabaté. Empieza la vacunación, planta por planta, a cada uno de los ancianos que han firmado el consentimiento. Un pinchazo de la solución en el músculo deltoides; el gesto se repetirá en 21 días. La anhelada inmunización llegará una semana después.

8. Balance de aprendizaje

Todo es más delicado y costoso de lo que parece, al menos en estos primeros días de aprendizaje. «Es imposible hacer todas las residencias en diez días», asume Carol Tudela, aludiendo a la intención expresada por Salut recientemente. Se espera, eso sí, coger en breve un ritmo de crucero que permita ir cubriendo geriátricos, centros de discapacitados y sociosanitarios en esta primera fase.

9. «No me hagáis llorar»

A veces, tras la inyección, se desatan aplausos. La propia Carol Tudela, responsable de equipo, confiesa que la sensibilidad está a flor de piel. «No me hagáis llorar...», responde cuando se le pregunta cómo fue la vacunación en La Mercè. «Fue muy emocionante, mucho, saber que estamos contribuyendo a que todo esto acabe...»

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