La calle Sant Pere del Serrallo vuelve a verse salpicada por la polémica. En este caso se trata de un balcón en el que pasan el día y la noche dos perros de la raza American Pit Bull Terrier. Los animales, que casi nunca salen a la calle, según aseguran los vecinos, orinan y defecan en el balcón. En muchas ocasiones, el pipí cae a la acera y provoca un gran charco.
La entrada del edificio en cuestión está ubicada en la calle Gravina, pero el balcón conflictivo da a la calle Sant Pere. La historia empezó hace unos cinco meses, pero los vecinos aseguran que cada vez va a más y que la situación es insostenible.
Es por esto que la Associació de Veïns del Serrallo ha decidido denunciar los hechos al Ayuntamiento y a la Guàrdia Urbana, quienes están investigando qué es lo que pasa en esa vivienda. «Lo hemos denunciado porque, en primer lugar, no es normal que dos perros estén todo el día en el balcón, con el calor y los pocos metros cuadrados. En segundo lugar, por un tema de salubridad. La calle siempre huele mal a causa de la orina», aseguran desde la entidad. Los vecinos sospechan que en ese piso viven okupas y piden soluciones.
Uno de los más perjudicados es el dueño de un restaurante ubicado en la misma calle Sant Pere, quien día tras día se ve obligado a limpiar los excrementos con agua y lejía para que sus clientes no deban sufrir el mal olor. Los vecinos ya no saben qué hacer. La mayoría de ellos tienen miedo a represalias, ya que, en alguna ocasión, han intentado hablar con los propietarios de los perros y han recibido alguna amenaza. Es por esto que finalmente han decidido denunciar.
Miedo de ir por la calle
La situación en el barrio marinero es cada vez más extrema. El episodio de los perros es solamente uno más en la continua pesadilla que están viviendo los vecinos. La okupación ilegal, el tráfico de drogas y las repetidas peleas en la vía pública son algunos de los graves problemas con los que conviven diariamente los vecinos del barrio del Serrallo. Todo ello provoca una sensación de inseguridad. Ahora parece que algunos grupos de okupas se dedican a criar perros peligrosos, para después venderlos.
La preocupación es tanta que algunos vecinos han decidido incluso vender su piso e irse a otro lado a vivir. «Ya son muchos los años que estamos viviendo así. Nos da miedo ir por la calle y esto no se puede tolerar más», asegura un vecino. La mayoría de los que viven allí prefieren no dar a conocer su nombre por miedo a represalias.