Desalojan un edificio ocupado ilegalmente por la vía del «desahucio exprés»

El inmueble, donde hubo una fuga de aguas fecales, se convirtió en una pesadilla para los vecinos y comerciantes de la calle Gasòmetre. Estaba siendo ocupado por segunda vez  

07 febrero 2019 07:51 | Actualizado a 07 febrero 2019 08:03
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Pasados unos minutos de las 10 de la mañana las chispas saltaban al cortar la cadena de hierro que impedía el acceso al número 6 de la calle Gasòmetre. Era el mismo edificio en el que durante años funcionó la famosa tienda de discos Arsis y cuya fachada hoy está íntegramente empapelada de carteles publicitarios (alguno de eventos que patrocina el Ayuntamiento de Tarragona). 

La cadena, con un candado, era relativamente delgada y se enganchaba de otra más robusta. Después nos explicarían que la más gruesa la habían dejado los ocupas anteriores. 

Se iniciaba así el desalojo de un edificio que se había convertido en una pesadilla para los vecinos y en un quebradero de cabeza para los miembros de la familia a la que el inmueble le tocó en herencia.

El proceso ‘exprés’
Manuel Sosa, abogado de la familia, explica que se trata de una de las primeras veces en Tarragona que se recurre a la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Civil, la  bautizada como «ley de desahucio exprés», que entró en vigor en verano del año pasado, para desalojar un inmueble ocupado. 

Uno de los propietarios de la finca explica que el último inquilino legal se fue sin avisar y cuando quisieron darse cuenta ya el edificio había sido ocupado. No pudieron volver a entrar. 

En septiembre del año pasado Sosa interpuso el «interdicto de recobro o recuperación de la posesión de la vivienda o inmueble ocupado ilegalmente». Con la nueva norma basta con que el dueño demuestre con documentos que es el propietario. El procedimiento también lo puede iniciar un inquilino legal si, en su ausencia, el inmueble que tiene alquilado ha sido ocupado. 

Uno de los ocupas ya había sido desalojado de otro edificio en la Part Baixa

La sorpresa fue que los ocupantes ilegales adujeron que tenían un contrato verbal de alquiler, lo que obligó a ir a un juicio que se celebró el día 9 de enero. Los ocupas, que contaron con un abogado y procurador de oficio, no demostraron su versión, así que el juez ordenó el «lanzamiento de todos los ocupantes».

Después de la orden los ocupas, varias familias, se fueron por su propia cuenta. Un vecino explica que los ha vuelto a ver subiendo muebles a un edificio desocupado en El Serrallo. 

Este miércoles, antes de comenzar el proceso, se encontraban dentro del edificio dos hombres, uno más joven y otro de mediana edad. El más joven explicaba a uno de los miembros de la comitiva judicial que sobrevive con lo que obtiene de la chatarra, que no tenía a dónde ir y que en la vivienda se encontraban su mujer y su hijo. No obstante, cuando dejaron el edificio, no estaba la mujer ni el menor. Sólo le acompañaban un gato y dos perros, uno de ellos de raza peligrosa. La misma funcionaria le reconoció porque ya le había desahuciado por ocupar ilegalmente otra vivienda en la Part Baixa.  

Ambiente insalubre
Si la situación exterior del inmueble era de degradación, el interior no estaba mejor. Todo tipo de desperdicios mezclados con comida para perros se esparcían por el suelo. 

En el piso donde se entiende que vivían los nuevos ocupas, desde la entrada se veía una mesa llena de restos de alimentos de varios días. 
La orden de desalojo era contra los «ignorados ocupantes de la vivienda», es decir, quien se encontrara viviendo allí en ese momento. No obstante, la orden ya se había dejado en el edificio. El ocupante más joven reconocía que la había visto pero no entendía lo que quería decir la palabra «lanzamiento».

Finalmente, con la intermediación de cuatro agentes de los Mossos d’Esquadra, los dos hombres y un tercero que llegó después, se marcharon cargando bolsas y paquetes en dos carros de supermercado y carritos de la compra. Se fueron en taxi. En el proceso nadie se identificó como trabajador de Servicios Sociales.

Nada más salir, los tres paletas que habían venido expresamente a tapiar y soldar ya estaban manos a la obra. Saben por experiencias anteriores que no hacen falta muchas horas para que un inmueble desalojado sea ocupado de nuevo. Mientras todo se desarrollaba, al menos tres personas estaban atentas a la situación y grababan con sus móviles.
Los vecinos y personas que trabajaban en los bajos de los edificios adyacentes mostraban ayer su alivio tras una situación que se había vuelto insostenible.

Verano «horrible»
El año pasado fue, «simplemente horrible» en palabras de uno de los trabajadores de una tienda cercana «nada más abrir la puerta el olor te daba una bofetada». 

Se refiere a que en verano en el edificio se obstruyeron los desagües y las aguas fecales salían al exterior causando un hedor insoportable agravado por las altas temperaturas. 

Otro comerciante recuerda que las aguas negras bajaban por delante de su negocio y hasta hubo quien se resbaló. Ematsa, de manera extraordinaria, tuvo que arreglar la fuga de aguas residuales de manera subsidiaria, es decir, los gastos se revertirían a los propietarios. 

Los trabajadores de una oficina cercana añadían que las idas y venidas de la policía eran constantes con la consecuente sensación de inseguridad.

Los vecinos se quejan, además, de que los ocupas anteriores, unas 20 personas entre adultos y niños, lanzaban los desperdicios por la ventana. Ayer todavía era visible la basura acumulada en el patio interior. 

En ese momento, el abogado Sosa señala que avisaron por escrito al Ayuntamiento que los dueños no podían garantizar la seguridad de la finca, pero no obtuvieron respuesta. 

Ahora la intención de los dueños es rehabilitar el edificio, de tres plantas, para viviendas.

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