Detectan cuatro casos de fraude eléctrico al día en TGN

Hay zonas como el barrio de Campclar donde los incendios causados por empalmes ilegales son frecuentes. Los técnicos deben acudir con la policía para poder hacer las inspecciones

03 septiembre 2020 21:50 | Actualizado a 04 septiembre 2020 11:44
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«Suerte que un vecino que se iba a trabajar a las cinco de la mañana se dio cuenta del fuego, porque los bomberos nos dijeron que si hubieran pasado diez minutos más podríamos habernos quedado todos pajaritos» explica una vecina de Campclar. Se refiere al cuarto incendio que se origina en un contador eléctrico desde el verano del año pasado en el barrio. En el caso de su edificio estuvieron 20 días sin luz y ahora la han recuperado gracias a un generador de gasoil «tenemos que mantener las ventanas cerradas por el humo y el ruido, pero ahora eso parece un mal menor» reconoce.

Los cuatro incendios tienen un denominador común: los empalmes ilegales a la electricidad.

Justamente con la intención de controlar esas situaciones que suponen un riesgo para las personas (tanto para quien manipula la instalación como sus vecinos), Endesa realiza inspecciones habitualmente. De hecho solo en la ciudad de Tarragona han efectuado 1.855 actuaciones del 1 de enero al 31 de agosto, de las cuales 970 acabaron en un expediente por fraude eléctrico, es decir, se detectan cuatro fraudes cada día.

Eso sí, podrían ser muchos más, porque fuentes de la compañía señalan que no es raro que, al ver a las furgonetas y a los técnicos de la compañía, haya quien se apresure a quitar las instalaciones fraudulentas. Las actuaciones siguieron también durante el confinamiento.

Riesgo desde el minuto uno

Un responsable técnico de Endesa explica que las actuaciones se realizan básicamente después de las denuncias de vecinos, de presidentes de escalera, administradores de fincas y también de la policía local y cuerpos de seguridad. En este último caso también les llaman cuando se sospecha de instalaciones que han manipulado para abastecer plantaciones de marihuana.

También realizan inspecciones rutinarias y otras para revisar instalaciones que ya habían visitado, para ve que no vuelvan a ser manipuladas.

Cuenta el técnico que, cuando se espera una intervención conflictiva, acuden a los sitios con la cara tapada y piden a los cuerpos de seguridad (en Tarragona generalmente Guàrdia Urbana y Mossos d’Esquadra) que les acompañen.

No obstante, el riego no siempre es predecible: «Nos han insultado, increpado, nos han pinchado ruedas, pintado los coches, nos han encerrado en cuartos de contadores... Y nuestra misión no es ser héroes, sino hacer nuestro trabajo», señala.

Lo que se encuentran cuando llegan es de lo más variopinto, en algunos casos el fraude es más que evidente «ves que hay 20 familias y solo 12 contadores», pero en otros casos quienes se ocupan del fraude realizan un trabajo más sofisticado y difícil de detectar en un primer momento.

El riesgo de incendio aumenta en función del número de empalmes, pero solo con uno es suficiente para provocar uno. «Basta un segundo para que una mala conexión se caliente como una estufa y comience a arder. Es un riesgo que no se ve ni se huele y por eso crees que no va a pasar nada», explica.

Durante las inspecciones, cuando se detecta un fraude, habitualmente lo que se hace es ‘sanear’ las instalaciones y el resto de vecinos, si se trata de un edificio de viviendas, continúan recibiendo el suministro de forma normal. En otros casos, en función de la antigüedad de las instalaciones, es probable que haya que suspender el servicio para todos, para que pueda adaptarse a la normativa vigente «y entonces pagan todos, justos por pecadores».

De susto en susto

Dos vecinas jóvenes de Campclar reconocen que después de estos incendios nunca se sabe si alguno terminará por «darnos un susto más grande».

Todavía queda en la memoria el incendio de principios de agosto en la Barceloneta en el que fallecieron tres personas. En ese caso el cuadro eléctrico estaba en la entrada del local que se incendió, conectado directamente a la cometida de la calle. Esa conexión fraudulenta es sobre todo peligrosa porque la electricidad entra en la casa directamente sin filtros, ni protección, y salta por el aumento de la tensión o sobrecarga.

Cuentan las dos vecinas que las razones para engancharse a la electricidad suelen ser económicas, aunque no siempre quienes recurren a ellas son ocupas ilegales «algunos comienzan porque tienen problemas para darse de alta, para pagar, pero luego se acostumbran». Opinan, además, que el camino para pedir ayudas en este sentido en servicios sociales «va lento y la gente tiene necesidad». En el caso de los ocupas, explican, no hay otra, se enganchan a la electricidad porque no tienen contrato.

Miedo a denunciar

Otro vecino, que también sufrió un incendio en su edificio el año pasado, reconoce que, aunque sabe que tener una instalación manipulada es un peligro, tiene miedo de la reacción de los ocupas., «porque los hay que ocupan por necesidad y no te enterarías de que viven aquí, pero también hay muy conflictivos».

Desde Endesa explican que, para estos casos, cuentan con fórmulas para que los vecinos puedan denunciar de manera anónima.

Recuerdan que, además del riego de incendio, el fraude eléctrico está tipificado en el código penal. Señalan que una instalación ilegal constituye un fraude que puede beneficiar temporalmente al causante, pero que supone un incremento sustantivo de la factura eléctrica sus vecinos, además de provocar sobrecargas y cortes de luz continuos que podrían afectar a los domicilios y a los electrodomésticos conectados a la corriente eléctrica.

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