«Los carteles muestran claramente una estrategia. Influyen no de manera muy directa pero sí acompañan al conjunto del mensaje. Un buen cartel ayuda, aunque no puede hacer ganar, pero un mal cartel puede hacer daño y generar confusión», explica Toni Pérez-Portabella, profesor del Departament d’Estudis de Comunicació de la URV, experto en infodiseño, expresión oral y diseño gráfico. Así resume el grafismo de los carteles en liza: «Es una campaña bastante tradicional, porque ha sido inmediata, rápida, se ha tenido que hacer en poco tiempo».
Por un lado, hay una ‘caza’ del votante indeciso o volátil. «Buscan la frontera del electorado, el votante moderado. Son unas elecciones con las fronteras muy abiertas y en algún caso se busca suavizar algunos elementos. Es lo que pasa con Catalunya En Comú- Podem, que no se presenta como una fuerza antisistema. El PSC también busca esa confianza para atraer por ejemplo al votante de Unió, e incluso vemos a Albiol afable, rompiendo con la seriedad y el conservadurismo de antes». Por otro lado, Pérez-Portabella destaca dos campañas por creativas y distintas: la innovadora de la CUP y la de Junts per Catalunya, un «relato cinematográfico» en la forma, con «el protagonista, Carles Puigdemont, huido».