Dos de cada diez alumnos abandonan la universidad o el ciclo de FP en el primer año

La falta de coincidencia entre las expectativas de los alumnos y la realidad de los estudios es la principal causa. La orientación en el instituto es una de las claves, coinciden los expertos

07 marzo 2020 18:50 | Actualizado a 31 marzo 2020 11:03
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«Era un mar de información y naufragué», dice Núria, una tarraconense de 18 años, sobre el momento en que le tocó elegir qué estudiar. Gracias a sus buenas notas obtuvo un premio de final de curso. «No tenía problema para entrar en ninguna de las carreras que me interesaban», apunta.

Las expectativas eran buenas cuando comenzó Comunicación Audiovisual el año pasado en la UAB, pero a las pocas semanas se dio cuenta de que no era lo que se había imaginado. «Estaba muy nerviosa por cómo se lo iban a tomar mis padres, pero al final lo han entendido y solo me han pedido que acabe este año. Estoy tratando de aprovechar lo que estoy aprendiendo», asegura. El curso que viene comenzará a cursar Estudios literarios en la UB, carrera que ni siquiera sabía que existía y que cree que sí está muy acorde con su vocación.

El caso de Núria no es, ni mucho menos, excepcional. En torno al 20% de los alumnos que comienza un grado universitario o un ciclo de formación profesional abandona en el primer curso.

Expectativas versus realidad

En la Universitat Rovira i Virgili la tasa de abandono en el primer curso está en torno al 17,4%, una cifra dentro de la media catalana, como explica la Vicerrectora de Estudiantes y Empleabilidad de la universidad, Maria Bonet.

El Social and Business Research Lab de la URV realizó en 2018 un estudio en base a una encuesta telefónica a alumnos que habían abandonado en el primer curso para conocer sus perfiles y sus motivos. La primera causa que referían era «desinterés general en la carrera», respuesta que daba el 23,7%.

Le seguían, en importancia, las dificultades para la conciliación laboral (11,%), motivos de transporte (9,4%), dificultad en las asignaturas (9,2%), querer estudiar otro grado (8%) y falta de información (7,4%).

Otro de los datos interesantes era la relación entre abandono y las notas previas, algo que también tiene que ver con que una buena nota en las pruebas de acceso también ayuda a poder matricularse en el grado que se desea. Bonet apunta, por ejemplo, que el abandono en los dobles grados (que implican más exigencia académica) es menor que en los grados por separado.

También quedó claro en el estudio que en las carreras con mayor componente vocacional, como medicina, enfermería o magisterio, el abandono es menor.

Caso aparte merecen las carreras relacionadas con las ingenierías y las matemáticas, donde el abandono estaría relacionado con el nivel de conocimientos de los alumnos antes de entrar en la universidad.

De los alumnos que abandonan en primer curso, el 32% reingresa en otro grado dentro de la URV.

Los perfiles que muestra el estudio de la URV coinciden bastante con el realizado por la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas, CRUE, este año. En el mismo alertaban, además, de que el sistema de becas actual tampoco ayuda. Los alumnos con beca tienen una tasa de abandono significativamente menor.

En la FP también hay abandono

Pero el abandono en el primer curso no es exclusivo de la universidad; también preocupa en la Formación Profesional, tal como explicaba recientemente el director general de FP, Joan-Lluis Espinós, en una jornada organizada por el Diari de Tarragona.

En esa oportunidad señalaba que el 23,2% de los alumnos de los ciclos formativos de grado superior en el Camp de Tarragona abandona; una cifra cercana a la del conjunto de Catalunya.

Fuentes del Departament d’Educació explican que los centros de FP recogen las opiniones de los alumnos que lo dejan. Entre las respuestas que ofrecen se repite la de «los estudios no responden a las expectativas de los alumnos». También refieren falta de conocimientos para seguir las clases o cambios de trabajo o de domicilio, entre otros.

Espinós apuntaba que evitar el abandono es una de las claves en el ‘Plan de mejora de los resultados educativos’ que se puso en marcha el curso pasado y en el cual están implicados directamente los inspectores y los servicios territoriales del departamento.

El abandono, queda claro, tanto si es en la universidad como en la FP, es un problema con muchas causas. Eso sí, hacer una elección errónea de qué estudios seguir es una de las claves.

«No conocía a la orientadora»

Núria, por ejemplo, recuerda que el único contacto que tuvo con un orientador fue en cuarto de la ESO. «Era una persona que no me conocía de nada, que se dedicaba sobre todo a los niños que tienen problemas. Me hizo un test, me dijo que como tenía buenas notas, que mejor que hiciera el bachillerato científico... Y allí quedó todo», recuerda.

Clara, que fue con Núria al mismo instituto, tomó un camino diferente, ahora sigue un ciclo formativo de grado superior del ámbito del diseño y tiene un recuerdo parecido de la orientación. Relata que la Formación Profesional se la nombraron «de pasada y con muchos prejuicios. No te quedaban ganas ni de informarte», reconoce.

Pasó largas noches informándose por su cuenta, unas veces sola, otras con sus padres; unas veces en las páginas de los centros educativos y otras hasta mirando la opinión de youtubers. «Estaba súper perdida», recuerda.

Justo en esta época del año en que muchos alumnos de bachillerato están decidiendo qué hacer con su futuro, Clara cree que habría que hacer más énfasis en la orientación. En su ciclo, apunta, también hay abandono. Tres compañeros lo dejaron en los primeros meses.

Cree que una buena opción sería que «los orientadores contaran con gente de diferentes ámbitos a la que se pudiera consultar, porque reconozco que el mundo de los estudios que hay es tan amplio que es imposible que estén enterados de toda la oferta».

La orientación, clave

La vicerrectora de estudiantes de la URV coincide con las alumnas: contar con una buena orientación en el instituto es clave para una buena elección y puede ayudar a prevenir el abandono.

Bonet considera que los orientadores y docentes que se dedican a asesorar a los alumnos necesitan poder aconsejarles «desde la información y no desde sus recuerdos; deben tener en cuenta que los estudios y la universidad han cambiado mucho desde que ellos estudiaron».

En este sentido, ya han realizado alguna formación a profesores de secundaria, en colaboración con el Departament d’Educació en Terres de l’Ebre y este año repetirán la experiencia en Tarragona.

Pero no todo puede cargarse a la orientación. Bonet cree que hay que tener en cuenta que a la que hoy se ha dado en llamar Generación Z le cuesta hacer esfuerzos prolongados en el tiempo y es más vulnerable al fracaso. Clara lo reconoce, en parte, con sus palabras: «Estamos menos dispuestos a sufrir que nuestros padres».

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