Doscientas familias de Campclar llevan más de un mes sin servicio de gas

Indignación en Riu Brugent: los vecinos no pueden cocinar, ducharse ni poner la calefacción

16 enero 2020 09:20 | Actualizado a 20 enero 2020 12:34
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«Llevamos un mes sin gas y por aquí no pasa nadie a explicarnos lo que pasa. Esto en Tarragona ya lo habrían arreglado, pero como esto es Campoclaro... Estamos abandonados», se lamenta un vecino de la calle Riu Brugent que, al vernos tomar notas, piensa que se trata, por fin, de alguien que les pueda dar una respuesta a cuándo recuperarán la normalidad.

Más de doscientas familias de doce bloques de la calle Riu Brugent están sin servicio de gas desde el pasado 7 de diciembre. «Nos hemos pasado así todas las Navidades», se queja Maria Lourdes Coi, otra vecina.

Las familias que han podido han comprado placas eléctricas o camping gas para poder cocinar y calentar el agua. Este último es el caso de Honorio Villares, un hombre mayor y su mujer, Pilar, quien tiene problemas de movilidad y se lamenta de que desde que comenzó esta situación sus hijas tienen que venir a ayudarla a asearse. Lo hacen «a la antigua», calentando ollas de agua, poniéndolas en un barreño y lavándole el cuerpo por partes.

Pilar todavía recuerda el enorme susto que se llevó cuando llegó a casa el día que se inició la avería y vio que el contador de gas había estallado y tenía la cocina llena de humo. Este martes, cuando escuchó la explosión de la petroquímica, su primera preocupación era que hubiera vuelto a pasar lo mismo: «No estamos tranquilos», señala.

En seis de los doce edificios se deberá cambiar toda la instalación

Maria Dolores Ocaña, de la asociación de vecinos La Cuarta de Campclar, quien nos sirve de guía, recuerda que, además de personas mayores, también viven en estos doce edificios muchas familias con niños pequeños. Una mujer asegura que, como es tan difícil llevar una higiene correcta en estas condiciones, su hijo tuvo una infección en un pie que le llevó a urgencias.

Muchos vecinos se están duchando en casas de familiares o amigos y también hay quienes han optado por ir a la piscina municipal.

Además, aunque lo que más preocupa a los vecinos consultados son los problemas para cocinar y asearse, lo cierto es que la mayoría de las calefacciones son de gas, con lo que tampoco tienen posibilidad de calentarse en estos días de frío.

El origen: una mala praxis

Desde Nedgia, distribuidora de gas natural del Grupo Naturgy, explicaron en su momento que cuando se recibió la incidencia y se cortó el gas, se pudo comprobar que la avería se produjo dentro de la zona privada, con lo que corresponde a los propietarios repararla. Señalaron que el protocolo es muy estricto y el servicio solo se restablecerá cuando operarios homologados solventen el problema y muestren que todo vuelve a estar en orden, algo que todavía no ha sucedido.

Se da la circunstancia de que muchas de las viviendas son propiedad de la Agencia Catalana de l’Habitatge, desde donde confirman que la avería se produjo por una manipulación negligente de una caldera cuando alguien conectó el agua a la tubería del gas.

También desde la agencia aseguran que en seis de los bloques ya se han hecho las reparaciones pertinentes, por lo que el servicio se restablecerá en cualquier momento.

El problema más grave, reconocen, se presenta con los otros seis edificios, porque habrá que cambiar el sistema por completo. Para estas obras habrá que encargar un presupuesto del cual tendrán que hacerse cargo tanto la agencia (en proporción a los pisos que tiene en propiedad) así como los dueños particulares.

Se da la circunstancia de que se trata de una zona humilde y donde muchas escaleras no están organizadas ni tienen una junta de vecinos, lo que dificulta ponerse de acuerdo en situaciones de este tipo. Además, aquí también abundan los casos en que las viviendas están ocupadas de manera ilegal.

Agujeros sin tapar

Más allá de la falta de servicio como tal, tras la avería, el siguiente problema es que las zonas comunitarias, la plaza y los parterres de los doce edificios afectados han quedado llenos de agujeros en los sitios donde se hicieron las ‘catas’ porque los operarios no conseguían descubrir dónde se encontraba el problema.

Durante el recorrido contamos al menos siete agujeros. Algunos están señalizados con vallas y otros precariamente tapados con tablas que han comenzado a hundirse. En otros casos están, sencillamente, al descubierto. «Da miedo, estamos hablando de que por aquí puede caerse un niño en cualquier momento», se queja Ocaña.

Los vecinos se quejan de que no hay forma de obtener información de lo que está pasando

Pero tal vez lo que más indigna a los vecinos es el hecho de que no encuentran un interlocutor que les explique qué es lo que sucede y cuándo recuperarán el servicio.

José Ramón Fernández, presidente de una escalera que sí está organizada, asegura que los que tienen pisos de alquiler de la Agència de l’Habitatge no consiguen que les cojan el teléfono y la única información que tienen se la dan los propios trabajadores que han estado haciendo las catas y que ayer no se encontraban por el barrio. Estos últimos habrían comentado a algún vecino que los trabajos podrían extenderse hasta verano.

Algunos vecinos comenzaban a hablar ayer de posibles manifestaciones y cortes de vías. «Para ver si nos hacen caso; somos personas, no perros».

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