El 22% de los tarraconesnes que salieron de la pobreza vuelven a necesitar ayuda

El observatorio de Creu Roja demuestra que el 36,5% de quienes vuelven a requerir su auxilio tienen trabajo, pero el sueldo no les alcanza para satisfacer sus necesidades básicasDos usuarios cuentan como gracias a Creu Roja cubren necesidades básicas y, sobre todo, sienten que alguien les acompaña

13 diciembre 2019 09:30 | Actualizado a 13 diciembre 2019 10:08
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«Pobreza intermitente» y «fragilidad social» son dos de los términos que ha acuñado Creu Roja para describir el perfil de las personas que atienden cada día. Es una manera de dibujar como, a pesar de la supuesta recuperación económica, «las personas que atendemos han tocado fondo», advierte Ramon Grau, presidente de la entidad en la demarcación.

Son algunas de las conclusiones del observatorio que cada año hace Creu Roja y que esta vez se ha centrado en encuestar a sus usuarios de programas de pobreza para saber quiénes han recibido ayudas básicas en los últimos dos años.

El resultado es que la mayoría, el 61% de los encuestados de Tarragona, tiene una situación cronificada, es decir, que necesitaron ayuda en el 2018 y este año la vuelven a necesitar. El 10% se recupera, es decir, no ha necesitado ayuda estos dos últimos años, y el 7% se entiende que está en vías de recuperación porque necesitó ayuda en 2018 pero no este año.

No obstante, tal vez el dato más llamativo es que el 22% de los que el año pasado se habían recuperado este año vuelven a necesitar ayuda.

La entidad se ocupa de ofrecerles alimentos, productos de limpieza, ayudas para pagar la vivienda o los suministros, medicación y ropa, entre otros.

Las cifras precrisis no volverán

Anna Sabaté, coordinadora provincial de la entidad, reconoce que, pese a la recuperación económica, los más vulnerables están lejos de la recuperación.

Los datos son elocuentes: antes de la crisis, en 2009, la entidad atendía en su plan contra la pobreza a 8.526 personas. La cifra se disparó al año siguiente y llegó al pico máximo en 2014, con 29.859 personas atendidas. A partir de allí la cifra ha ido bajando de manera paulatina, pero el año pasado todavía eran 25.720. El 75% de las familias atendidas tiene hijos a su cargo. De ellas, dos de cada diez son familias monoparentales.

Sabaté pronostica, además, que «no volveremos a las cifras previas a la crisis». Se refiere a que muchas de las personas que hoy necesitan ayuda ya no se encuentran en edad de trabajar o lo tendrán difícil para volver al mercado laboral «porque a partir de los 50 años las posibilidades de empleo caen drásticamente».

Trabajo precario

El observatorio, que llega a su edición número 12, va al detalle y muestra como el 70% de las familias que consolidan su recuperación lo hacen porque obtienen un salario, como parece lógico pensar.

No obstante, destaca que el 36% de los que han recaído este año, es decir, han vuelto a necesitar ayuda, tienen un empleo, lo que habla de la precariedad en el trabajo. Se trata especialmente de empleos de escaso salario (menos de 600€) o a tiempo parcial.

La entidad también estaba a la expectativa de ver cómo cambiaría la situación de las personas que atienden con la puesta en marcha de la Renda Garantida de Ciutadania.

Pilar Millán, coordinadora del observatorio, asegura que se trata todavía de un «derecho social en construcción». Los datos demuestran, por ejemplo, que el 82,2% de quienes la cobran siguen necesitando ayuda. Además, también queda en evidencia que todavía quienes tendrían derecho a contar con esta prestación necesitan ayuda para hacer las gestiones.

Centrarse en el empleo

Una de las prioridades de la entidad de cara al año que viene será ampliar sus programas de inserción laboral, especialmente para mayores de 45 años. De hecho, en los programas del año pasado se consiguió un empleo para el 52% de las personas participantes.

El director de la entidad aprovechó para dar las gracias a los 2.200 voluntarios, el centenar de técnicos y a los 30.000 socios que hacen posible el trabajo en la demarcación.

José González tiene 59 años y nació en Colombia, aunque ya lleva, literalmente, media vida en Tarragona, porque llegó aquí hace 30 años, cuando todavía había trabajo.

Siempre se ganó la vida como transportista hasta que se juntaron dos situaciones adversas: perdió el empleo en plena crisis y se separó de su mujer. «Después de la crisis fue imposible volver a trabajar», reconoce.

José cobra la Renda Garantida de Ciutadania, pero sin la ayuda de Creu Roja no podría mantenerse. Le ayudan con alimentos y también con alguna factura de suministros si hace falta.

Pero su relación con la entidad no se limita a recibir ayuda. Es voluntario desde hace ya diez años en diferentes tareas y asegura que esto le hace sentirse útil. Además, asegura que le ha aportado muchos amigos y compañeros. Y no se rinde, «hay que echar para adelante».

«Si me tocara la lotería...»

Magda (prefiere no dar su nombre verdadero) tiene 72 años y vive sola. Con su pensión de 392 euros apenas le llega para pagar el alquiler, así que Creu Roja le ayuda de manera permanente con alimentos. Una parte se la llevan a casa (tiene problemas de movilidad) y otra parte, lo fresco, lo compra en el súper.

También le han ayudado alguna vez para pagar la luz «y así voy trampeando». Tiene cuatro hijos pero esos, a su vez, tienen sus propias familias y «hacen lo que pueden».

Dice que no juega a la lotería, pero si le tocara no dudaría en darle buena parte del premio a Creu Roja porque «lo que hacen por gente como yo no se paga con dinero». Se refiere a que siempre hay alguien haciendo seguimiento telefónico a ver cómo se encuentra y si le falta algo, y le acompañan al médico si es necesario. «Estoy muy agradecida», concluye.

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