El 22% de vecinos de Tarragona están expuestos a altos niveles de ruido

El origen es, principalmente, el tráfico rodado. Las zonas más afectadas son los polígonos industriales y aquellos núcleos urbanos cercanos a carreteras o vías del tren

16 enero 2021 20:00 | Actualizado a 17 enero 2021 10:50
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Casi el 22% de la población –entre Tarragona y La Canonja– está expuesta a altos niveles de ruido, superiores a 65 decibelios. El origen es, principalmente, el tráfico rodado. Por lo tanto, las zonas más afectadas son las cercanas a polígonos industriales. Estas son algunas de las conclusiones a la que llega el Mapa Estratègic de Soroll de l’Aglomeració del Tarragonès, herramienta indispensable para poder poner en marcha actuaciones contra la contaminación acústica en la ciudad.

Este documento, elaborado entre el Ayuntamiento de Tarragona y la Generalitat de Catalunya, se encuentra actualmente en fase de exposición pública. Los tarraconenses podrán presentar alegaciones hasta mañana. Una vez resueltas, se aprobará el mapa estratégico definitivo.

Algunas de las conclusiones que muestra el documento son que, una parte importante de la población, un 78,4%, se encuentra por debajo de los 65 decibelios, un 18,1% en la franja entre los 65 y 69 dB, y solamente el 3,5% se encuentra expuesto a niveles de ruido entre los 70 y los 74 dB. El motivo de este dato es que cerca de los polígonos no suele vivir mucha gente. Respecto al origen del ruido, el tráfico rodado es el que afecta a más población –prácticamente al 100%–, seguido a mucha distancia del tráfico ferroviario –un 4,2% de la ciudadanía– y por el ruido industrial –4%–. Por la noche, estos valores son notablemente inferiores: no hay población por sobre de los 65 dB y el 69% se encuentra por debajo de los 55 dB.

Con estos datos encima de la mesa, podemos adivinar que la población más afectada por el ruido es aquella que vive en núcleos urbanos cercanos a los polígonos industriales –La Canonja, Riuclar, Francolí y Entrevies– y en aquellas zonas donde pasa muy cerca una carretera o las vías del tren, como pueden ser el Parc Francolí o Torres Jordi-Residencial Palau.

Este análisis es uno más en la larga lista de documentos necesarios para poner fil a l’agulla a un plan de acción. El objetivo es mejorar la calidad acústica de los vecinos del Tarragonès. «La burocracia en este ámbito es pesada y, con este, ya llevamos tres documentos. El primero, el Mapa del Soroll, nos mostraba el nivel de ruido que había en diferentes puntos de la ciudad. El segundo, el Mapa de Capacitat Acústica, establecía los límites normativos de ruido. Y, finalmente, este último, nos descubre el número de ciudadanos afectados», explica el concejal de Territori del Ayuntamiento de Tarragona, Xavi Puig. El Mapa Estratègic de Soroll, que responde a unos imperativos europeos, dará paso al último, definitivo y esperado documento: el plan de acciones.

El TOP3 del ruido

«Sabemos cuáles son los puntos calientes de la ciudad en materia de ruido. No solo hay problemas en aquellas zonas donde los vecinos se quejan y hacen explícito su malestar. Hay otros puntos que no se conocen y que también trabajaremos para mejorar», explica Puig. En el TOP3 de zonas conflictivas –dejando a parte las zonas industriales– están las calles cercanas al Parc Francolí, por donde pasa la autovía A-7, el barrio de Torres Jordi-Residencial Palau, donde los vecinos se pasaron todo el verano pasado sin poder dormir por las obras del Tercer Fil, y finalmente, la Part Alta, escenario principal de fiestas y ocio.

Los vecinos de la calle Jaume Vidal i Alcover –Parc Francolí– o los que viven cerca de la avenida Rovira i Virgili –conocido como el barrio del Aqüeducte–, llevan años conviviendo con el ruido de la autovía A-7. Las consecuencias, en algunos casos, son trastornos en el sueño, ataques de ansiedad y estrés. «En verano, con las ventanas abiertas, es imposible descansar», explica Roser Barrio, secretaria de la Associació de Veïns del Parc Francolí. La entidad lleva años luchando por una solución. Su propuesta es la instalación de pantallas acústicas que frenen el ruido. «El Ayuntamiento pasa la pelota al gobierno central. Nos hemos puesto en contacto con el Ministerio y nos ha contestado que el Consistorio puede hacerlo de manera subsidiaria, reclamando a las constructoras», explica Barrio.

Por su parte, el concejal Puig reconoce el problema y asegura que «a pesar de que no sea competencia nuestra, pondremos todo lo que haga falta encima de la mesa para acabar con esta pesadilla». La instalación de las barreras acústicas estará contemplada en el plan de acción, «tanto si es cosa nuestra como si no lo es», añade Puig.

En el número 2 del ranking, se encuentra la zona de Torres Jordi-Residencial Palau. Las vías del tren cruzan el barrio. Los vecinos –también los del Serrallo– ya están acostumbrados a este ruido. Pero lo del pasado verano fue una cosa distinta. De noche, de doce a cuatro de la madrugada, los operarios de Adif trabajaban en las obras del Tercer Fil. Según los vecinos, era insoportable. «Durante el día, aguantábamos el ruido de la construcción de los edificios –se refiere al Kronos– y, por la noche, las obras en las vías del tren. Hemos pasado un verano malo, malo», explica Cristina Martínez, miembro de la junta de la Associació de Veïns de Torres Jordi-Residencial Palau.

El Ayuntamiento decidió poner cartas sobre el asunto y se reunió con Adif para marcar unas pautas de convivencia. «Trasladamos nuestro malestar por los episodios de ruido nocturno y les pedimos que contemplasen cuáles eran las mejores épocas del año para hacer las obras. Entendemos que, en invierno, con las ventanas cerradas, puede ser menos molesto», dice Puig.

Otro de los puntos calientes en la ciudad es la Part Alta, por la gran concentración de actividades festivas que se celebran. «Es verdad que ahora, con la pandemia, la cosa se ha suavizado. Pero el plan de acción debe contemplar este caso y apostar por la descentralización de actos», explica el concejal. Algo parecido está empezando a ocurrir en el entorno de la Plaça Corsini, con la proliferación de bares y terrazas.

Movilidad eléctrica silenciosa

Puig reconoce que lo que más le ha sorprendido es la alta incidencia que tiene el tráfico rodado en nuestro día a día. «El plan de acción deberá contemplar, como no podía ser de otra manera, la movilidad eléctrica silenciosa», explica el concejal, quien añade que «siempre pedimos reducir el uso del coche privado. Ahora, ya no solo por descongestionar nuestras calles de humo, sino para evitar la concentración de ruido. «Nuestro gobierno trabaja duro para encontrar alternativas más sostenibles y menos molestas para desplazarnos. Apostamos por los patinetes eléctricos, la bici o el transporte público. El primer paso ha sido la puesta en marcha de la Ciutat 30, un éxito rotundo en la lucha contra el ruido», acaba el concejal de Territori.

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