El Anillo Mediterráneo queda cojo sin el barrio de Ikea

Medio año después de la celebración de los Juegos, el complejo polideportivo funciona bien, pero la zona verde no se ha integrado como se esperaba en el barrio de Campclar 

03 diciembre 2018 09:00 | Actualizado a 03 diciembre 2018 09:08
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Elena Rodríguez y su familia visitaron el Anillo Mediterráneo de Campclar por primera vez. Viven en Altafulla y decidieron pasar la mañana del sábado patinando por el nuevo equipamiento deportivo. «No hay nadie», decía Rodríguez. Estaba asombrada. Casi medio año después de la celebración de los Juegos Mediterráneos, la zona más verde del Anillo no se acaba de integrar, ni en el barrio de Campclar ni en la ciudad. El Diari ha hablado con vecinos y con expertos en urbanismo. La conclusión es que la ubicación del equipamiento no es la mejor y que la no llegada de Ikea condicionará el futuro del Anillo. Es importante destacar que la inversión realizada en el recinto fue de 30 millones de euros.

«Yo no he ido nunca. No sé ni por donde se entra, y eso que lo tengo a cincuenta metros», asegura Natalia López, que trabaja en una peluquería muy cercana al equipamiento. «La gente que antes iba a la piscina o al gimnasio sigue yendo, pero el resto ni nos hemos acercado. A nivel comercial, tampoco hemos notado mejoría», explicaba López, quien añadía que «sinceramente creo que deberían haber invertido en arreglar el colegio que hay al lado. Cuando llueve, los niños se mojan porque están en barracones». En esta misma línea, Laura Duque, propietaria de una cafetería, asegura que «no me ha llamado nunca la atención. Quizás el problema es que no se ha promocionado suficiente». 

María José Ramírez es la propietaria del bar más cercano al Anillo. «Durante las obras y los Juegos, el trabajo aumento mucho. Me fue muy bien, pero ahora no me aporta nada. Eso sí, los domingos que han hecho cosas, como la Peatonada o la Mitja Marató, ha sido una locura. El resto de los días, nada», explica Ramírez. No lo ve igual otro vecino, Luis García, quien se queja de que «algunos domingos cortan el tráfico en el barrio, y quedamos incomunicados. Esto antes no pasaba». 

Elena Rodríguez y su familia alucinaron porque el espacio estaba totalmente vacío. «Creo que falta alguna terraza o un bar. Es un sitio precioso, pero le falta algún activo que invite a acercarse por aquí», decía Rodríguez, quien añadía que «el acceso tampoco es muy evidente». Dalal Haadi, vecina de Campclar, ha acudido al recinto con su hijo y su marido en dos ocasiones. «Antes vivíamos en Terrassa, hace poco que nos hemos mudado. Alucino porque está muy vacío. Un equipamiento así, en Terrassa, estaría lleno de runnings o de familias paseando», asegura Haadi.

Muy cerca de la industria
Para el arquitecto tarraconense Enric Casanovas son dos los elementos principales que impiden que el Anillo se integre bien en la malla urbana. «Para que la ciudadanía utilice un equipamiento deportivo como este es necesario que haya sitios donde poderse sentarse a tomar algo, por ejemplo», explica Casanovas. El arquitecto, que también trabaja en el ámbito urbanístico, asegura que el Anillo se ha construido «en el lugar que no toca, justamente en la zona más cercana a los polígonos de la industria química», y añade que «el deporte va vinculado a la salud, y la salud a la calidad del aire», asegura Casanovas. El arquitecto define el Anillo Mediterráneo como «un equipamiento de primer orden en un lugar de la ciudad que no cuenta con un atractivo paisajístico destacado». Casanovas opina que, posiblemente, la cosa sería distinta si el Anillo se hubiera construido en la zona de Llevant, cosiendo así el centro de la ciudad con la zona de la Platja Llarga.

Además, según el arquitecto, Campclar es uno de los barrios tarraconenses con más zonas verdes, plazas y pistas de la ciudad. «Por lo tanto, seguramente no necesitaba un equipamiento tan amplio. Esto no significa que no falten cosas. Quizás hubiera estado bien mejorar las escuelas en el barrio y construir el Anillo en Llevant», opina Casanovas.

Para el arquitecto tarraconense, otro elemento clave que dificultará el futuro del Anillo es la no llegada del Ikea. «La intención era generar cinco mil viviendas, de tipología distinta a las que hay actualmente en Campclar. Los alquileres no serían tan baratos y la nueva población vería el Anillo como un atractivo importante. Parece que ahora, una cosa sin la otra no tiene sentido», asegura Casanovas. 

El Fòrum y el Parque del Agua
Hay quien compara el Anillo Mediterráneo con el espacio que ocupó en Barcelona el Fòrum Universal de les Cultures, en 2004, o el Parque del Agua de Zaragoza, que acogió la Expo en 2008. «La Villa Olímpica funcionó porqué unía la ciudad con el mar. Cuando se intentó hacer lo mismo con el Fòrum no cuajó. El entorno era distinto, una zona con más complejidad demográfica», razona Casanovas, quien define estos equipamientos como «espacios falsos». 

Diez años después de la celebración del Fòrum Universal de les Cultures, el espacio volvió a resurgir, con la presencia de bares y alguna otra actividad que invitaban a visitarlo.

«Mejor esto que lo de antes»
Rosa Vázquez y Pedro Doncel acuden al Anillo dos o tres veces por semana. «Vamos a la piscina y, a veces, aprovechamos para pasear por la zona más verde», asegura la pareja. No son los únicos que ven con buenos ojos la llegada del Anillo. Los representantes vecinales están encantados. «De tener un campo lleno de basura a contar con unas instalaciones de primer nivel, hay un cambio muy importante», asegura Martina Roncero, presidenta de la Asociación de Vecinos de Campclar-Zona Deportiva, quien añade que «el complejo estaba muy deteriorado. Gracias a los Juegos, se ha renovado todo». Roncero destaca que «lo importante ahora es que la administración sepa mantener y cuidar la zona verde».

«Desde que está el Anillo aquí, no puedes reservar mesa en los restaurantes de al lado, están siempre llenos», explica otro miembro de la entidad vecinal, Paco Morcillo, quien ve con preocupación que el pabellón –llamado Palau d’Esports Catalunya–, esté sin funcionar. «Se podrían hacer muchas cosas allí: conciertos, ferias y congresos, por ejemplo», dice Morcillo. Pero por el momento no es posible, ya que el equipamiento sólo cuenta con la licencia de deportes. Reme Jiménez, también de la asociación de vecinos, asegura que «después de la Rambla de Ponent, lo más importante para la transformación del barrio de Campclar ha sido la construcción del Anillo». La entidad apuesta por seguir con la idea de descentralizar algunos de las actividades de la ciudad y trasladarlas hasta el Anillo. «De esta manera, la zona se animará y abrirán más comercios», asegura Jiménez. Los vecinos piden a la administración que no dejen morir el espacio y que apuesten por él. Con o sin Ikea.

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