El Arzobispado no arreglará la iglesia de Sant feliu de Constantí hasta que el consistorio revise el subsuelo

El ente religioso cree que las filtraciones de agua en el subsuelo son la causa de las grietas aparecidas en la fachada, pero un informe de Sorea niega que éste sea el origen

02 noviembre 2019 08:50 | Actualizado a 06 noviembre 2019 10:33
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Guerra abierta entre el Ayuntamiento de Constantí y el Arzobispado por el futuro de la iglesia del municipio. Después de más de tres años cerrada por la aparición de unas grietas en la fachada, el ente religioso asegura que no adecuará la iglesia hasta que el consistorio no acabe con las filtraciones de agua en el subsuelo que, según la institución, son las responsables de la aparición de las fisuras. Por su parte, el Ayuntamiento defiende a capa y espada que el alcantarillado del municipio está en perfecto estado. Ambas partes cuentan con informes técnicos que refuerzan sus posicionamientos. Lo único cierto en todo este embrollo es que los ciudadanos de Constantí llevan más de tres años celebrando misa en la sala parroquial y, en contadas ocasiones, la trasladan al polideportivo.

Todo empezó en marzo de 2016, cuando las grietas que aparecieron en 2011 en la fachada de la iglesia empezaron a convertirse en un peligro. El Arzobispado decidió cerrarla. El templo era uno más en la larga lista de edificios afectados por la presencia de arcillas expansivas en el subsuelo de Constantí. Dependiendo del grado de humedad, estas arcillas se expanden o se contraen, provocando así movimientos en el suelo y también en los edificios.

A partir de entonces, el Arzobispado empezó a analizar la problemática, ya que la inversión necesaria para reformar el inmueble era importante. Primero –en el año 2013– encargaron un estudio geológico. «Las conclusiones son claras: el origen de las fisuras se encuentra en el comportamiento del subsuelo. No solo afecta a la iglesia, sino a todo el municipio. El estudio insta al Ayuntamiento a tomar una serie de medidas», explica Enric Casanovas, arquitecto del Arzobispado. La parte más afectada del templo es la esquina de la calle de Les Creus.

Fue entonces cuando la institución se dio cuenta de que no tenía sentido llevar a cabo ninguna actuación –como por ejemplo, micropilotajes en los fundamentos– ya que «la solución era controlar las aportaciones de agua en el subsuelo», dice el arquitecto del Arzobispado.

En el año 2015, a petición del Ayuntamiento de Constantí, el Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya elaboró otro estudio. «Este informe recomienda hacer actuaciones que minimicen las filtraciones de agua en el terreno, disponer de una red de alcantarillado en óptimas condiciones y revisarlo periódicamente para detectar posibles fugas», explica Casanovas, quien asegura que el consistorio no ha hecho caso a las indicaciones de los expertos.

El Arzobispado decidió este año encargar otro estudio para revisar el estado del alcantarillado del entorno de la iglesia. «No nos tocaba hacerlo a nosotros, pero el Ayuntamiento no tenía intención y nos hemos visto obligados», apuntan desde el ente. La principal conclusión a la que se ha llegado es que «hay muchas zonas del subsuelo en que no se puede garantizar la estanqueidad», explica Casanovas, quien añade que «hay tramos donde las cámaras no han podido ni pasar porque están obturados. Se ha demostrado que antes de hacer nada, es imprescindible estabilizar las aportaciones de agua en el subsuelo».

Para el Arzobispado, la finalidad de todos los estudios encargados es investigar las causas que provocaron las grietas en la fachada de la iglesia. «No podemos invertir dinero sin saber a ciencia cierta que las arcillas expansivas están inactivas, ya que, de lo contrario, al cabo de unos años las fisuras volverán a aparecer y todo habrá sido en vano».

Las grietas en la fachada de la iglesia aparecieron en 2011, llegando incluso a superar los 4 centímetros de separación. Ahora ya no se registran movimientos tan grandes, «pero sí que hay oscilaciones de la orden de milímetros, lo que significa que las arcillas expansivas aún están activas», comenta Casanovas. «Una vez estabilizadas, ya podremos llevar a cabo las actuaciones necesarias en los fundamentos para garantizar la seguridad de la estructura», añade.

El arquitecto del Arzobispado plantea algunas opciones para la reforma, como por ejemplo, inyecciones de cemento en los fundamentos para consolidar así el terreno.

La institución religiosa asegura que en más de una ocasión ha instado al Ayuntamiento de Constantí a hacer los deberes y a seguir con las recomendaciones de los expertos, «teniendo en cuenta que estamos hablando de un edificio que es Bé Cultural d’Interès Local (BCIL) y que requiere de cierta protección», asegura Casanovas, quien añade que «hay cuestiones que traspasan las competencias del propietario».

Un informe que lo desmiente

La otra cara de la moneda del conflicto la protagoniza el Ayuntamiento de Constantí, con el alcalde Óscar Sánchez (PSC) al frente, quien defiende un informe firmado por el jefe de distribución de Sorea Sau –empresa que se encarga del suministro de agua en el municipio–, y que dice que en los estudios encargados por el Arzobispado «solo aparecen dos posibles filtraciones que en ningún caso cuentan con las dimensiones necesarias como para afectar estructuralmente los fundamentos de la iglesia».

Sánchez asegura que «tanto la documentación técnica aportada por la Generalitat como la de los propios técnicos municipales concluye que las fisuras en la iglesia son provocadas por causas propias del mismo edificio y del subsuelo que lo sostiene», y añade que «el alcantarillado y el suministro de agua de la población se encuentran en condiciones correctas». Aún así, el consistorio asegura que seguirá haciendo inversiones para renovar los conductos más antiguos. «Lo que no podemos es hacer frente a unos gastos de un particular», acaba Sánchez.

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