El Moll de Balears podría recibir los primeros cruceros en julio

El Port de Tarragona afronta la fase final de las obras mientras el escenario de esta temporada aún es una incógnita. Varias empresas se han interesado en la concesión de la terminal

23 abril 2021 17:20 | Actualizado a 07 mayo 2021 13:02
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El 17 de abril del año pasado se firmaban las actas que daban el pistoletazo de salida a la construcción del nuevo Moll de Balears y doce meses más tarde las obras encaran la recta final. A pesar de la excepcionalidad que ha supuesto este año de pandemia, el calendario apenas a sufrido alteraciones. La fecha que se había fijado apuntaba que en mayo o junio las obras estarían acabadas. Finalmente lo harán a finales del mes de junio, de forma que «en julio estará todo preparado para que puedan llegar los primeros cruceros». Así lo confirma el presidente de la Autoritat Portuària de Tarragona, Josep Maria Cruset, quien se muestra optimista con las perspectivas de futuro, a pesar de que reconocer que ahora mismo el escenario sigue siendo una «incógnita», de cara a una temporada que en una situación de normalidad ya estaría en marcha.

Alrededor de una treintena de operarios de la Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por Comsa y FCC están interviniendo en esta fase final de las obras. Buena parte de los trabajos se centran en la construcción de la viga cantil, que seguirá toda la longitud del muelle exterior y el interior, cerrando la explanada de cuatro hectáreas de superficie de la terminal. Hecha a partir de hormigón armado, esta viga mide 5,40 metros de ancho y 1,70 de grosor y su fabricación es in situ. Por las mañanas se mueva la estructura, en la que a posteriori se le echa el hormigón, que se seca durante las noches, de forma que cada día –de lunes a sábado– se consigue avanzar otros diez metros en esta estructura que en su conjunto tendrá una longitud de 460 metros.

En uno de los extremos ya puede verse el espacio sobre el que más tarde se colocará uno de los bolardos de 200 toneladas que servirá para el amarre de cruceros. En total habrá dos, de forma que en el actual Moll de Balears podrán atracar hasta dos barcos de forma simultánea.

La fabricación de la viga cantil es el último paso, para religar los once cajones sobre los que se asienta la nueva terminal, que previamente se construyeron en el Moll de Catalunya, y que en su conjunto ya han estado colocados a puesto y se rellenaron primero con agua y posteriormente con arena.

En paralelo, se está ultimando la escollera interior y se está trabajando para alinear la explanada de la terminal, de forma que, cuando esté todo completamente acabado, se procederá al asfaltado. Este será el último paso en la construcción de esta primera fase de un muelle, en la que se ha invertido la suma de 30 millones de euros y que podrá ampliarse con otros 90.000 metros cuadrados de superficie, de forma que quedará anexo al Moll de Catalunya. Cruset confirma que de momento no hay un calendario para esta segunda parte, dependerá de las necesidades del puerto que ha diseñado la terminal para que, más allá del negocio de los cruceros, sea multifuncional.

Los protocolos

La construcción de esta nueva infraestructura avanza, mientras puertas adentro se trabaja para que los cruceros puedan volver a zarpar. «Estamos todos preparados para cuando se levanten las barreras», indica Cruset. Las navieras tienen los protocolos y los puertos también. Según estos, se harán pruebas PCR a la entrada, se reducirá el aforo y las excursiones serán encapsuladas. Por su parte, los puertos tendrán que hacer control de temperatura en los muelles y si alguien tiene síntomas se hará un control PCR secundario, lo que obligará a movilizar al equipo médico del puerto para hacer los tests. Pese a la situación, el presidente del Port de Tarragona confirma que «la gente tiene las reservas hechas de billetes, para cuando se levante la prohibición».

Los barcos están en las zonas de fondeo y cuando obtengan luz verde necesitarán entre un mes y medio y dos para operar de nuevo. Es el tiempo necesario para tenerlo todo a punto, tras más de un año en el que el sector ha estado completamente parado.

Cruset confirma que hay una cifra de reservas «de una temporada normal» en cuanto a escalas. Algunas de estas, igual que pasó durante el año pasado, van cayendo a medida que se acerca la fecha, a la espera de que se levante la prohibición. Esto hace que a día de hoy «no podemos decir cuándo podrá llegar el primer crucero a la nueva terminal».

De forma simultánea, la Autoritat Portuària de Tarragona está trabajando en las cláusulas para sacar el concurso para la concesión del nueve muelle, que será de carácter público. Esta compañía será la encargada de construir las instalaciones para su explotación. «Esto nos da una ventaja, porque estas empresas tienen el máximo interés en hacer bien la operativa y acostumbran a ser partícipes, de forma que pueden hacer una red a nivel mundial y atraer tráficos», indica el presidente del Port.

El proceso público está previsto que se abrirá de cara a finales de año, para que en 2022 pueda iniciarse la concesión que será de unos diez o doce años. Esto hará que durante este año, que ya lleva la etiqueta de «temporada de traspaso», los cruceristas que lleguen aún serán recibidos en una carpa provisional, en lugar de en unas instalaciones fijas. No obstante, el puerto no ha querido avanzar esta fase para sacar ventaja competitiva una vez el sector esté en fase de recuperación. Sin embargo, cuando las obras aún no se han acabado, el Port de Tarragona confirma que ya hay «un mínimo de dos» grandes compañías del sector interesadas en su explotación.

El muelle tiene una profundidad de 22 metros, lo que permitirá la llegada de los cruceros más grandes del mundo, que hasta el momento no podían atracar en el enclave tarraconense por la limitación en las instalaciones. Cruset justifica que, con la situación anterior, «corríamos el riesgo de quedarnos fuera del mercado, porque los barcos en el Mediterráneo cada vez son más grandes». La nueva terminal está pensada para dar un salto en el proyecto de cruceros del puerto. Y a partir de ahí «la limitación ya no será en la infraestructura, sino en lo que decida la Taula de Creuers. Haremos lo que nos diga el territorio», concluye. Las instalaciones estarán preparadas. Ahora, el Port está a la espera de la recuperación de un sector que se prevé que el año que viene volverá a la normalidad.

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