El Moto Club, el eterno punto de encuentro

El Moto Club, ubicado en la Rambla Nova, es uno de los lugares más utilizados por los tarraconenses para quedar y tomarse algo. Su café es una delicia 

05 marzo 2018 08:57 | Actualizado a 05 marzo 2018 09:01
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Justo antes de que uno entre en el Bar Moto Club, tras sus cristales se ve la silueta del dueño. Vestido con su uniforme clásico de la hostelería tradicional, la negra pajarita de Francesc Gómez Masdeu destaca sobre su camisa blanca y su pantalón oscuro. Se la puso cuando heredó este negocio tan emblemático de las manos de su padre Francisco.

Francesc recuerda cómo comenzó todo en el lejano 1961. No le gusta llamar la atención y cede la narración de la historia a su cuñado Baudili Romero, de 48 años. Él vive en Reus y durante muchos años se ha dedicado a las instalaciones industriales; pero con la crisis tuvo que replantearse su vida profesional. Así, hace cuatro años empezó a hacer el café aquí, algo que cuenta de una manera graciosa. «Soy muy cafetero, pero no había hecho café nunca», sonríe, y puntualiza que prefiere tomarlo. Confiesa que es «una persona abierta que intenta siempre hacerlo todo bien». De hecho, con su llegada la cafetería se rejuveneció, porque él aporta sus ideas novedosas. «Aquí antes teníamos un mapamundi en el que poníamos las banderitas de los países de donde provenían nuestros clientes motoristas», y relata que tienen la intención de recuperar la iniciativa. ¿En qué consistía exactamente esta curiosidad? Los turistas, extranjeros o del país, que pasaban en moto por la ciudad, de vuelta a su tierra se hacían una foto con el cartel ‘I Love Moto Club’, y se la enviaban a Baudili para que pusiera la bandera correspondiente y colgara la foto en facebook. Y enseña orgulloso fotos en las que aparecen caras felices con el mencionado cartel desde Tanzania, Malasia, Indonesia, Ruanda, Perú, Ciudad del Vaticano, Rusia… Encantado señala los detalles sobre el inicio de este local tan querido y preferido por los tarraconenses.

En el lugar del Gran Café

Donde hoy se encuentra la cafetería Moto Club, en la Rambla Nova, antiguamente se hallaba el Gran Café de Tarragona. En una de las paredes se puede admirar una foto en blanco y negro de aquellos tiempos, junto a los cuadros de un pintor de la provincia. Era bastante grande y espectacular e incluía el Moto Club local. Ahora son dos los clubs, cuyos miembros se siguen juntando, como fieles seguidores de sus antecesores. De allí nació el nombre: Cafetería Moto club, donde detrás de la barra trabajan cinco empleados, más el dueño Francesc. «Él es uno de los mejores historiadores por aquí. Sabe mucho sobre Tarragona», exclama Baudili. A Francesc le apasiona esta ciudad y la sociedad, y es uno de los fundadores de la Colla Jove Xiquets de Tarragona. De Francisco, Baudili recuerda que era «un señor enamorado del trabajo», a quien conocieron todos en un periodo cuando no había tantos bares.

Con cariño, llama a la cafetería «el centro social», ya que allí se cita a diario gente de toda la vida. ¿Clientes interesantes? Entre ellos, indudablemente se haya la figura de uno que ya tiene más de ochenta años. Es propietario del carnet número uno, lo que lo incluye en la lista VIP de los motoristas de la época de los años sesenta, cuando se fundó el bar. Otros clientes igual de peculiares pertenecen al grupo de los señores mayores que vienen cada mañana a las 10 para hacer sus tertulias. Empezaron a visitar el Moto Club de niños con los padres y ahora a veces traen a sus nietos. De costumbre, vienen solos para tomar su cortado o café descafeinado, mientras «no paran de chillar» discutiendo sobre la política, el deporte o las noticias, cuenta Baudili. Aunque el local no tiene la grandeza de antes, les atrae como un imán. Sin embargo, parece que a los jóvenes les atraen otras cosas, aún más con el avance de las tecnologías. A propósito, él dice: «A Tarragona se le tiene que dar más vida para que sea atractiva para todas las edades», y añade que antes «la gente se encontraba en este bar. Era punto de partida y reuniones», rememora. 

Resalta que lo mejor de lo que proponen es el café. Es increíble el lujo de tomárselo apoyado en la barra. Cuando te tomas el primer sorbo, no puedes evitar preguntarte cómo lo hacen. La sonrisa acompañada por las palabras «es nuestro secreto» son suficientes para que uno se imagine la clave de la magia. Desvelan tan solo que es una estupenda mezcla descubierta por Francisco, y que tiene sus orígenes en tres países. Su sabor extraordinario lo reconocen incluso los italianos, quienes quedan fascinados. «Aquí se pide ‘un moto club’, y no ‘un café’», concreta Baudili. 

Otra prioridad que se propone son las 16 tapas hechas por una empresa de la provincia. Y, para gustos, hay toda una variedad de bebidas. Cuando arrancó como bar se tomaba coñac y café. Actualmente «se mantiene la esencia tradicional, con la aportación de ideas nuevas», dicen los propietarios, y añaden que a menudo se pide cerveza y gin tonic. No son la excepción y también ofrecen la oferta de fin de semana: el vermut con patatas y aceitunas, todo por cinco euros. Pero eso no ha impedido que el Moto Club mantenga toda su esencia.  

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