«El Parc del Francolí está poco explotado. Es oscuro y faltan baños»

Los vecinos hablan de las carencias del parque y alertan de la presencia inminente de mosquitos tigre

10 abril 2019 09:21 | Actualizado a 10 abril 2019 09:27
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«¿Cómo es posible que la mayoría de tarraconenses no conozcan esta parte del parque?», se pregunta Roser Barrio, secretaria de la Associació de Veïns del Parc del Francolí. Es una realidad. «Está muy poco explotado, infrautilizado. Cualquier ciudad que tuviera un espacio como este, programaría en él muchas actividades. Aquí, si no fuera por los vecinos, estaría abandonado», opina Joan Carles Gil, vicepresidente de Allibera Adrenalina, un club excursionista que entrena dos veces por semana en el Parc del Francolí. 

Es un equipamiento oscuro, hay mosquitos durante seis meses al año y visitas puntuales de jabalíes, no hay lavabos públicos, las fuentes no funcionan  y está envuelto de vertederos incontrolados. Estas son algunas de las principales carencias que denuncia la asociación de vecinos. Pide que la administración ponga más de su parte para dar un giro de 180 grados al equipamiento, que actúa como pulmón de la ciudad. El recinto cuenta con 12 hectáreas. «No es cuestión de hacer una gran inversión, sino de tener voluntad», apunta Jordi Miguel, presidente de la entidad vecinal. 

«Cuando viene alguien nuevo al club y le decimos que quedamos aquí para empezar la ruta, no conoce la zona. Esto demuestra que alguna cosa no se está haciendo bien», asegura Gil. La pregunta inicial de Barrio, sobre cómo es posible que sea un espacio tan desconocido, tiene múltiples respuestas. «No existe el mantenimiento de la luz. Ya sea porque se funden las bombillas o porque roban el cable. Pero se estropean muy a menudo y nadie las repara», explica Barrio, quien añade que en invierno hay puntos del parque en que, a partir de las cinco de la tarde, son intransitables. «Está totalmente a oscuras», dice. 

La entidad centra la queja en la parte del parque que va desde el  Pont de Santa Tecla hasta la zona de las pistas y de skate. «Si llamas, vienen a repararlo. Los vecinos tenemos que estar pendientes en todo momento», apunta Miguel. El vicepresidente del club excursionista Allibera Adrenalina asegura que «cuando los árboles crecen un poco, tapan la luz de las farolas y aún se ve menos». La oscuridad va estrechamente vinculada con la inseguridad. «En la última reunión con la Guàrdia Urbana nos dijeron que habían aumentado el número de hurtos y de actos vandálicos en el parque», asegura Miguel. 

Mosquito tigre
Otro enemigo del Parc del Francolí es la presencia del mosquito tigre y de la mosca negra. «Estamos a menos de 50 metros del río», recuerda Miguel, quien asegura que «los tratamientos que se llevan a cabo no funcionan, como se puede comprobar». Después de Semana Santa es cuando se empezará a hacer más visible la problemática. «Hay zonas que se encharcan, bien sea por la lluvia o porque los aspersores se estropean y están regando tres días seguidos», explica Barrio, quien añade que «estas concentraciones de agua sucia son un foco de mosquitos». Hace aproximadamente un año, la entidad vecinal preguntó al consistorio sobre el tratamiento que se hacía. Hasta hace unos días no tuvieron respuesta. 

Joan Carles Gil explica que en verano es horroroso. «Durante los dos minutos que estamos esperando al resto de miembros del grupo, quedamos repletos de picadas», explica. El presidente de la asociación vecinal asegura que «si salgo a correr, lo hago con la boca cerrada, sino meriendo mosquitos». 

Otra de las problemáticas que denuncian es la presencia de solares aparentemente abandonados que envuelven el parque. Algunos son privados, pero también hay algunos de la Generalitat, como es el caso del terreno donde está previsto construir la Ciutat Judicial y el Centre Penitenciari Obert. «Se han convertido en vertederos incontrolados. Se puede encontrar de todo, desde poda hasta muebles», explican los vecinos. 

La falta de lavabos es otra de las carencias. Esto también indigna a los usuarios. El único baño disponible en el Parc del Francolí es el del chiringuito ubicado en la zona del barco. «Y los usuarios deben rezar para que esté abierto el bar. Si no, no hay lavabo en todo el equipamiento», asegura Miguel. El parque hace diez años que se inauguró y desde el primer día hay un barracón que parece ser un lavabo. Pero está cerrado y nunca se ha utilizado.  La mayoría de fuentes tampoco funcionan: o están rotas o no sale agua. 

La parte más desconocida
El parque se puede dividir en dos zonas. La del barco es la más utilizada. Hay dos escuelas cerca, un chiringuito –aunque desde octubre está cerrado– y una zona de picnic. En cambio, el espacio que hay entre el Pont de Santa Tecla y las pistas es el más desconocido. «Por lo tanto, también es el que cuenta con menos equipamientos y menos cuidados», asegura Barrio. Vecinos y usuarios se encargan de dar vida a la zona. Un grupo de hombres juega a la petanca en unas instalaciones que ellos mismos se reparan. También se practica taichí, yoga y béisbol. 

Ahora, un grupo de recreaciones de videojuegos con espadas de plástico también han encontrado en el parque su espacio. Los vecinos piden la complicidad del Ayuntamiento en asuntos como por ejemplo marcar una ruta saludable en los dos kilómetros de circuito, instalar más parques infantiles, espacios para las personas mayores y mantener el mobiliario del parque, como los bancos. 

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