El Port de Tarragona apuesta ahora por la terminal de cruceros en la ciudad

La lentitud administrativa del proyecto de La Pineda ha obligado a contemplar alternativas y la solución que se está acabando de estudiar es la construcción del Moll de Balears

17 octubre 2018 19:55 | Actualizado a 25 octubre 2018 13:07
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

La terminal provisional de cruceros se quedará en Tarragona y no irá a La Pineda. Ésta es la opción que, aunque no definitiva, está ahora mismo en la mesa del presidente de la Autoritat Portuària de Tarragona, Josep Andreu, que ve cómo la primera alternativa se ha alejado por la «lentitud administrativa». Así lo avanzó en una entrevista a TAC 12, que se emitirá mañana.

La decisión se ha precipitado en los últimos meses. La apuesta del Port para hacer frente al incremento progresivo de la actividad de cruceros era aprovechar las obras del dique dels Prats –frente al pantalán que explota Repsol, junto a la playa de La Pineda– y alargar el espigón con un muelle interior para albergar esta terminal. Sin embargo, la tramitación administrativa se está prolongando más de lo inicialmente previsto.

«Es una obra limítrofe a la zona del puerto, lo que supone una complejidad adicional en cuanto a los estudios y no está avanzando a la velocidad que queríamos», argumenta el presidente del Port de Tarragona, Josep Andreu. Los aspectos medioambientales que marca el Ministerio son los que están ralentizando el proyecto que a día de hoy no se sabe cuándo podrá iniciarse, después de que es una inversión que se planificó en 2014.

Sin embargo, la decisión de buscar una alternativa llegó en enero. Andreu volvía de la feria de Miami, una de las más importantes a nivel del mundial del sector de cruceros, y aceleró la necesidad de buscar una alternativa ante el «interés» y la «presión». «Vemos que las expectativas son buenas y de hecho ya lo sabíamos, por ello nos habíamos planteado esta terminal», argumenta.

La estación actual, en el Moll de Llevant, limita esta actividad. Por sus dimensiones, tan solo pueden atracar buques con una capacidad máxima de entre 2.000 y 2.500 pasajeros. Y el año que viene, cuando Costa Cruceros ya ha anunciado que operará desde Tarragona con el Costa Fortuna (con capacidad para 3.200 personas), la operativa ya se prevé más complicada. El muelle tan solo mide 16 metros de ancho, lo que dificulta la subida y bajada de los pasajeros, en un espacio por el que también circulan los autobuses y los taxis. Por este motivo, los servicios técnicos del Port de Tarragona recuperaron como alternativa el proyecto del Moll de Balears. 

Ubicado junto al Moll de Catalunya (el del carbón), el Moll de Balears se planificó en 2009. El proyecto se acabó e incluso lo había aprobado Puertos del Estado. La terminal, prevista para sólidos a granel, incluso llegó a concesionarse. Sin embargo, la crisis económica paralizó la iniciativa dejando el proyecto en un cajón y ahora se ha recuperado.

En dos fases

El Port de Tarragona se plantea la construcción del nuevo Moll de Balears por fases. En su conjunto tendrá una superficie total de 33 hectáreas y la inversión asciende a unos 45 millones de euros. En la primera fase se dispondrán unas 12 hectáreas y la inyección prevista es de 25 millones de euros. El ancho previsto del muelle superará los cuarenta metros, lo que facilitará las operaciones de embarque y desembarque de los pasajeros, permitiendo la llegada de cruceros de mayor capacidad.

En el mes de marzo ya se planteó en Madrid. «En principio lo vieron bien, pero faltaban los informes técnicos y económicos», argumenta Andreu. Pero hubo la moción de censura y el cambio en el Ejecutivo, lo que ha acabado facilitando el avance. 

Puertos del Estado solicitó al Port de Tarragona los informes técnicos y económicos para estudiar la viabilidad del proyecto. Los buenos resultados económicos del año pasado, en el que se mejoró la capacidad de generar recursos, con un balance positivo de nueve millones de euros, jugó a favor del enclave tarraconense, que superó esta fase. Por lo tanto, tan solo falta acabar de resolver las cuestiones técnicas. «En 2009 ya fue validado y ahora se está actualizando y acabando de poner al día», explica Josep Andreu.

Puertos del Estado es el organismo que finalmente deberá dar luz verde a este proyecto técnico en el que están trabajando ahora los ingenieros de la Autoritat Portuària. Por su parte, el Ministerio de Transición Ecológica –que es el que ahora tiene las competencias en materia de medio ambiente– también tendrá que dar su autorización. «Al ser un muelle interior, que ya fue autorizado hace nueve años, creemos que su tramitación será mucho más rápida que la inversión en el contradique», dice Andreu. Esto es lo que acabará condicionando el calendario de una obra que tiene un tiempo de ejecución de unos dos años, de forma que podría estar operativa en 2021.

Los análisis técnicos y el estudio ambiental es lo que acabará determinando si finalmente el Port de Tarragona se decanta por esta opción. «Es una alternativa en la que estamos trabajando y que todavía no es definitiva, porque si al final acabamos viendo que los plazos son los mismos e incluso superiores, no tiene sentido», argumenta.

En el plan de empresa

Cuando el pasado 25 de septiembre el presidente del Port viajó a Madrid para presentar el plan de empresa, con las inversiones para el próximo ejercicio, ya se incluyó el Moll de Balears. El día siguiente Andreu se reunía con el consejo de administración y daba a conocer entre sus representantes las líneas estratégicas. Uno de los que habitualmente se sienta en esta mesa es el alcalde de Vila-seca, Josep Poblet, que como máximo responsable de La Pineda era uno de los más interesados en que esta terminal se construyera en su municipio. Pese a ello, el presidente del puerto afirmaba que «el compromiso con el contradique es inalterable y éste va a hacerse sí o sí, sin ninguna duda». Es la principal inversión de cara a los próximos años, con un presupuesto de 48,1 millones de euros.

El Moll de Balears será la terminal provisional de cruceros, aunque no la definitiva. Desde que arrancó el proyecto crucerístico se estableció que la ciudad debía aspirar a tener una estación marítima urbana, junto al Port Esportiu, y éste debe ser el siguiente paso.

Comentarios
Multimedia Diari