El agua se convierte en la pesadilla de los Armats

La lluvia deslució completamente la recogida de los pasos. Pese a ello, hubo momentos solemnes y uno de los más emotivos se vivió en la Plaça de las Cols, con la Verge de la Soledat y Joan Salvadó de protagonistas

31 marzo 2018 09:32 | Actualizado a 03 abril 2018 12:35
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Lo hizo adrede. La lluvia quiso deslucir la recogida de los pasos y lo consiguió. A las 16.05 horas en punto de la tarde, cuando la Cohorte Romana salía de la iglesia de Natzaret, el sol aún brillaba sobre Tarragona. Hicieron la reverencia a los dos pasos de La Salle, en la Capçalera del Circ, y las primeras nubes hacían acto de presencia. Escasos minutos más tarde, cuando L’Oració a l’Hort se asomaba desde la calle Cós del Bou a la Baixada de la Peixateria, empezaban a caer las primeras gotas. «No me lo puedo creer, llevamos dos horas aquí y ahora esto», lamentaba una mujer. Toda previsora, la señora explicaba que casi ni había comido para hacerse con el mejor sitio. Con tanto sacrificio, y para evitar que alguien se le pusiera delante, incluso había movido una de las vallas.

El fuerte viento no era señal de buen presagio. «Va a caer la del pulpo», se lamentaba un niño, mientras los cofrades del Descendiment sufrían lo indecible, empujando un paso que, desde lo que lo ampliaron, incrementó notablemente su peso. Y el público valoró y recompensó el esfuerzo, con un cálido aplauso que les daba el oxígeno necesario para llegar hasta la Plaça del Rei. 

A medida que los pasos iban llegando, los responsables de las cofradías ya los tapaban con un plástico, con la duda de si podrían salir a la Processó. 

El Sant Enterrament este año salió escoltado por su segunda armada, un hecho que fue comentado entre el público que aguardaba el paso del Sant Sopar. Y de nuevo pasaban los Armats, que aceleraban el paso para iniciar la tercera recogida. Pero ésta fue la peor. La lluvia no amainaba e iniciaron el recorrido hacia la Plaça de la Pagesia con un chaparrón considerable. Allí La Pietat y el Sant Sepulcre esperaban completamente tapados. Primer saludo, segundo y el tercero. Los Armats repetían prestos el mismo ritual y emprendían el camino hacia el Carrer de la Mare de Déu del Claustre para recoger La Soledat, el último de los pasos. Sin embargo, el agua caía intensamente y el Capità Manaies sufría una caída delante del resbaladizo suelo de la iglesia de Sant Llorenç.

El Gremi de Pagesos decidió esperar. Y a pesar de que los Armats les habían invitado formalmente a iniciar el camino hacia la Plaça del Rei, esta cofradía decidió que por el momento dejaba los misterios en el interior de la iglesia. No tenían nada claro que la Processó del Sant Enterrament pudiera celebrarse, así que aguardaron para ver lo que pasaba en las siguientes horas.

La que no se detuvo fue la Cohorte romana, que, con paso raudo, iniciaba el camino hacia la sede del Col·legi d’Enginyers Industrials. Pero, nada más entrar al Pla de la Seu, los Armats se encontraron con que las piedras completamente mojadas de delante de la Catedral, eran como una trampa para sus sandalias, que resbalaban como el hielo. Hubo otras dos caídas, y algún susto que hizo que los soldados aminoraran su marcha y avanzaran con extremo cuidado.

El Pla de la Seu vivió uno de los momentos más emotivos de la tarde. La protagonizó la Verge de la Soledat que se paró al lado de Ca l’Ardiaca para saludar a Joan Salvadó, ayer entre el público. Éste no podía contener las lágrimas. El jefe de los portantes se ha jubilado después de 27 años en el cargo, y antes de salir en procesión toda la agrupación quiso hacerle un cálido homenaje. Salvadó hace 32 semanas santas que sale con el paso que cierra la procesión. Y esto ha creado un vínculo que no se olvida. «Tengo que aterrizar», decía el homenajeado, minutos más tarde. 

Salvadó se había prometido que este año quería ver el Sant Enterrament. «Llevo tantos años que ya ni me acuerdo de cómo es», decía. Pero no, al final decidió que volvería a coger el atxa, como en sus inicios. La Soledat ya no hizo todo el recorrido y entró por la calle de la Nau. En la Plaça del Rei tan solo faltaban los misterios del Gremi de Pagesos, cuando dejó de llover y el sol volvía a brillar sobre Tarragona.

Comentarios
Multimedia Diari