El autobús busca usuarios ‘de diez’ desde la escuela

Cómo planear un viaje en bus, qué pasa si te cuelas, cómo se espera en la parada... Todo eso aprenderán los niños gracias a un autobús que viaja por las escuelas

21 marzo 2018 09:23 | Actualizado a 21 marzo 2018 09:30
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El Institut Escola Mediterrani de Campclar recibió ayer una visita de lo más peculiar: un autobús de la EMT que aparcó en el mismo patio para una actividad que pretende acercar a los niños todo lo que necesitan saber sobre el transporte urbano de la ciudad.

La intención es que la actividad ‘l’EMT a les escoles’, que se realizaba ayer por primera vez en colaboración con el Institut Municipal d’Ensenyament, llegue a todos los alumnos de sexto de primaria de las escuelas públicas de la ciudad. 

Antes de arrancar, la mayoría de los alumnos reconoce que siempre toman el autobús junto a familiares, así que son los mayores quienes se ocupan de la planificación del viaje. La excepción la pone Kaoutar, de 11 años, quien cuenta que ella sí que ha cogido el autobús sola «y es fácil».

Los encargados de la charla a bordo son David y Cati, conductores de la EMT, quienes les preguntan si sabrían cómo ir desde el cole a la playa. A los niños enseguida se les ponen los ojos como platos, seguramente pensando en las vacaciones de verano.

Manual de uso

Así arranca una clase que no estaría de más ofrecer a algún usuario adulto. Lo primero: planificar el viaje, les dan las opciones, tanto a través de la página web como por la aplicación para móviles.

Los niños aprenden cómo leer un horario y reciben recomendaciones para cuando se está esperando en la parada: «Hay que levantar la mano, que el conductor se dé cuenta de que quieres subir... Cuando el conductor ya te ha visto, toca separarse un poco; si estás demasiado cerca te puedes golpear con el retrovisor», les explica David. 

Para entrar, les recuerdan, están prohibidos los empujones y mejor si se hace fila, apunta Cati, a la par que les tranquiliza: «Si estáis esperando no os dejaremos fuera. No cerramos la puerta hasta que sube la última persona». Eso sí, una vez cerrada la puerta nada de ponerse a correr tras el autobús porque se puede ser víctima de caídas o atropellos.

Una vez dentro toca pagar, bien con la tarjeta escolar que cubre hasta 4º de la ESO o en efectivo... Y guardar bien el billete porque si no se puede demostrar que se ha pagado la multa es de 200 euros. Colarse sale caro.

Cuando se sube lo indicado es caminar hacia el fondo del autobús y respetar las pegatinas que anuncian los puestos preferentes para mujeres embarazadas o personas con problemas de movilidad y mayores.

Una vez dentro, mejor evitar las voces y la música a todo volumen. «Pensad que los conductores llevamos el equivalente a cuatro coches enganchados  y tenemos que estar pendientes de 12 espejos. Aquí caben hasta 86 personas», les explica Cati.
También les apuntan que hay que estar pendiente de colocar las mochilas y otros bultos de manera que no obstaculicen el paso del resto de usuarios. Y una sorpresa para muchos: los gatos y  perros pequeños sí que pueden viajar en el autobús siempre y cuando vayan en transportín.

Los chicos también llegan a la conclusión de que tampoco es cuestión de ponerse a merendar en el autobús. Los coches salen limpios de las cocheras, pero no se vuelven a limpiar hasta la noche, «y a nadie le gusta quedarse con una mancha de aceite en el pantalón porque a alguien se le cayó el bocadillo».

Civismo para padres

Pero tal vez la lección más importante es que el civismo es para todos, también para los padres. «¿Alguno de vuestros padres o madres aparca en doble fila o en  la parada de autobús ‘sólo un momento’?», les preguntan. Alguno reconoce que sí. «Por un coche que aparca mal ese día podéis llegar tarde a la escuela», explican los conductores. La cara del niño hace pensar que la próxima vez no dejará que sus padres aparquen en cualquier sitio.

También queda claro que el conductor, «a quien también le gusta que le saluden, como a todo el mundo», es alguien en quien confiar. Apesar de que hay un cartel que dice que no se puede hablar con él, los niños sí que pueden preguntar sobre la línea que han cogido o la parada en la que bajarán. Es la persona, además,  a quien hay que avisar si alguien se encuentra mal en el autobús o entregarle los objetos que alguien se haya podido dejar. También le pueden avisar si alguien desconocido les está importunando.

A la hora de las preguntas los niños  se interesan por cuestiones de lo más variopintas, como si es pesado conducir algo tan grande o cómo hacen para que no se les acabe el combustible. Se sorprenden al saber que el autocar tiene un depósito tan grande que sólo reposta una vez en el día.

Antes de tocar el botón para anunciar la parada que indica el final del camino un montón de datos que les dejan alucinados: la flota de la EMT es de 70 autobuses, hay 200 conductores, se ponen a trabajar a las 4.30 h,  hay 18 líneas, 500 paradas, 22.700 personas que usan el bus al día... Los chicos se bajan preguntando cómo se saca la tarjeta escolar.

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