El autobús gratis: ¿propuesta electoral o ejemplo a seguir?

La medida estrella de Ballesteros no consigue el aval del resto de partidos de Tarragona

20 mayo 2019 07:31 | Actualizado a 22 mayo 2019 08:46
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Tarragona podría convertirse en 2022 en la primera ciudad catalana en tener el autobús gratuito para todos sus habitantes. Al menos, ese es el compromiso que el actual alcalde y candidato a la reelección por el PSC, Josep Fèlix Ballesteros, quiere materializar si vuelve a conseguir la alcaldía. 

De momento, los vehículos de Empresa Municipal de Transport (EMT) ya son gratuitos para los jubilados y los estudiantes que cursan la educación obligatoria, y  este año se ha aplicado una bonificación del 25% de los títulos multiviaje para los empadronados en la ciudad, con la intención de llegar al coste cero dentro de tres años. 

Pero la iniciativa de Ballesteros choca frontalmente con el resto de formaciones políticas, que creen que la medida es electoralista y que antes de ponerla en práctica habría que sanear la EMT, mejorar las rutas y frecuencias de paso y renovar la flota. 
La Associació per a la Promoció del Transport Públic también recela del modelo y avisa de que el número de usuarios del autobús no crecerá de forma significativa hasta que no se limite el uso del vehículo privado.

Toda esta polémica sucede en un contexto en el que la red de la EMT superó los 10 millones de viajeros por primera vez el año pasado. Según estudios elaborados por la compañía, el reclamo del autobús gratuito podría hacer crecer el padrón de la ciudad y el número de usuarios, si se tiene en cuenta la experiencia de ciudades como Tallin, en Estonia, que ya han implementado el sistema. Hay otras ciudades, como París, que estudian implantarlo e, incluso, Luxemburgo anunció recientemente la gratuidad de su transporte público en el conjunto del país a partir del 1 de marzo de 2020.

En Tarragona, la gratuidad del autobús, no obstante, no está prevista hasta el año 2022, según los planes de la actual candidatura socialista. De momento, el descuento del 25% se aplica en la T-Joven, la T-50/45, T-Tarraco y la T-20/90. El billete sencillo y el resto de tarifas se mantienen congeladas. Para beneficiarse de ella, hay que obtener una tarjeta personalizada que cuesta 3,5 euros. Hasta abril, unos 5.500 ciudadanos ya la habían solicitada.

Aumentará el déficit

La medidad ni siquiera se ve con demasiada claridad desde la propia empresa municipal. El gerente de la EMT, Néstor Cañete, admitía en enero que la gratuidad total del servicio sería inviable sin una renovación de la flota –está muy envejecida, como han denunciado reitaradamente los trabajadores en los últimos tiempos– y sin llevar a cabo mejoras de organización de las líneas. 

En 2018, la aportación de recursos municipales a la EMT era de 9,2 millones de euros, mientras que se recaudaban 5,5 millones en billetes. Con la gratuidad, se estima que el déficit de explotación crezca en unos 2 millones de euros. 

La empresa, sin embargo, insiste en que este repunte se compensará con ahorros del servicio –en el gasto de combustible, por ejemplo– y con el hecho de que ya se ha liquidado el renting de veinte años, que suponía un coste de 1,8 millones de euros anuales.

Pero la idea de Ballesteros con respecto a mejorar la movilidad con transporte público no se queda sólo en la gratuidad de los autobuses; asimismo, el PSC quiere impulsar la nueva estación central de Battestini, que permitirá reorganizar las líneas, un gran ahorro económico y una mayor agilidad y mejora en el servicio, según la candidatura. 
La reforma de la movilidad urbana se completará, según sus planes, con nuevos aparcamientos disuasorios en los accesos a la ciudad, así como con la creación de carriles exclusivos para autobuses y taxis en vías como la avenida Roma. 

Sin apoyos políticos

Cuando confirmó que volvería a optar a la alcaldía, a finales de septiembre, Ballesteros anunció su promesa estrella: «Transporte público totalmente gratuito».

Posteriormente, en la conferencia sobre el estado de la ciudad, detalló que la medida se aplicaría de forma progresiva durante el mandato. En enero el plenario aprobó el primer descuento de un 25% con el apoyo del PSC, del PP, CS, PDeCAT, UPA y de la concejala no adscrita, Beatriz Pérez. ERC, la CUP e ICV votaron en contra.

Limitar el uso del coche

También ha entrado en la polémica la Associació per a la Promoció del Transport Públic (PTP), que advierte de que, si no se regula el aparcamiento o la circulación de vehículos privados en el centro, sólo con la gratuidad del autobús no se conseguirá atraer más usuarios de transporte público ni esponjar la movilidad. «Si sigue siendo fácil llegar en coche, la gente seguirá yendo en coche. Hay que regular y delimitar el acceso al vehículo privado, ya sea con zona de bajas emisiones o con una regulación de los aparcamientos, para que la gente utilice el transporte público», afirma el vicepresidente de la PTP, Manel Ferri.

El representante de la asociación considera que la de Ballesteros es una medida «populista», porque «gusta a la gente», pero propone que se ofrezcan «buenos servicios, garantías de frecuencias y de capacidad para que la gente no vaya como sardinas en lata» antes de modificar el precio del autobús. 

En este sentido, Ferri no comparte una gratuidad del 100% para todos y cree que hay que priorizar los colectivos de parados, ancianos y jóvenes. 

La PTP plantea la integración de modos de transporte y que la bicicleta, por ejemplo, sea compatible con el uso de los autobuses. Además, Ferri considera que la gratuidad generará más déficit de gestión. «El dinero que se dejará de ingresar habría que invertirlo en mejorar las rutas, la conectividad y las frecuencias. La gente valora sobre todo la fiabilidad y la capacidad del servicio, y esta debe ser la prioridad de cualquier municipio», concluye.

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