El centro de Tarragona envejece

El eixample es, con diferencia, la zona con mayor proporción de  personas mayores de 65 años. Al proceso de declive demográfico se sumará el de las viviendas, advierten los expertos

20 abril 2019 20:46 | Actualizado a 22 abril 2019 09:01
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Ayer por la mañana el día nublado y ventoso no invitaba a sentarse en la Rambla, pero, pese a todo, conseguimos dar con un grupo de cuatro amigos que prefieren no decir sus nombres (por aquello de que «aquí todo el mundo se conoce») pero que, en el transcurso de la conversación, sí confiesan sus edades: 70, 86, 88 y 95 años. «¿95? ¿En serio?». Y el hombre responde: «Si quiere me río».

Les explicamos que, según el padrón municipal, que se puede consultar en el portal de Dades Obertes del Ayuntamiento de Tarragona, los tres Eixamples, es decir, el centro (ver gráfico), es, con diferencia, la zona de la ciudad donde viven más mayores en proporción al conjunto de la población. De hecho, si en esta zona de la Rambla el 23,45% de los vecinos tiene más de 65 años, en barrios como Sant Salvador representan casi la mitad: el 12,45%. La media de la ciudad está en el 17,76% (un poco por debajo de la media española, del 18,8%)

Los datos no sorprenden al cuarteto de la Rambla; a ellos les basta con salir a la calle para saber que se encontrarán a un contemporáneo para conversar. Les preguntamos cómo hacen para quedar y si usan Whatsapp. El de 95 vuelve a responder: «¿Whatsapp? No, lo nuestro es la guasa (risas). Te sientas aquí y ya está».

¿Que por qué los mayores se han ido concentrando en esta zona? Todos comparten opinión: en su juventud sólo había vivienda en el centro y ellos, con su trabajo, pudieron pagarla. En cambio, sus hijos, ni  trabajando pueden permitirse comprar casa aquí.

Efectivamente, en un reportaje anterior, basado también en el padrón, ya se veía que esta era una de las zonas donde vivían menos niños de la ciudad.

Un fenómeno compartido

Ángel Belzunegui, sociólogo y director de la Cátedra de Inclusión Social de la URV, recuerda que el envejecimiento del centro no es un fenómeno exclusivo de Tarragona, pero aquí se observa con más intensidad por la dispersión geográfica de la ciudad.

En los últimos 10 años, apunta, se ha visto cómo cada vez más  familias con niños tienden a dejar el centro y no sólo se van a otras zonas del municipio, sino que incluso se marchan a urbanizaciones en Vila-seca, Salou, Cambrils, Torredembarra...

Manuel Sosa, secretario de la Cambra de la Propietat Urbana de Tarragona, añade, además, otro elemento para explicar la concentración de mayores en el centro: la accesibilidad. Por una parte, señala, hay gente que ha vivido toda la vida en su barrio y disfruta de estar en un entorno conocido, de tener cerca los comercios o el médico. A ellos hay que sumarles quienes entre los años 70 y 90 se fueron a vivir a zonas como Boscos, Cala Romana, El Catllar, Els Pallaresos o La Móra y ahora han vuelto al centro.

En ambos grupos un elemento clave ha sido la accesibilidad, que la vivienda cuente con ascensor y que puedan moverse por la ciudad con cierta autonomía. Caso aparte merece la Part Alta, sobre la cual hay cierta creencia general de que está muy envejecida. En este caso los datos del padrón desmienten al imaginario colectivo: aquí la proporción de mayores de 65 es del 15,55%.

Belzunegui señala que esto tiene que ver con que hace unos años se dio un proceso de renovación demográfica porque fueron a vivir al barrio personas más jóvenes. Además, en este caso, la accesibilidad también cuenta: muchos mayores han tenido que cambiarse de casa porque en sus edificios, más antiguos, no había ascensor.

Las casas también envejecen

Las consecuencias de este envejecimiento del centro de las ciudades, apunta Belzunegui, tienen como consecuencia la pérdida de dinamismo social, cultural y económico. Se pierden, además, infraestructuras como escuelas e institutos.

En ese proceso, señala, también van envejeciendo las viviendas, porque las personas mayores son menos dadas a las reformas y tienen menos recursos. El cuarteto de  amigos de la Rambla le da la razón al sociólogo: «Los mayores no hacemos reformas, porque total, para el tiempo que nos queda en el convento... Y luego están las pensiones, que no llegan para nada», reivindican.

Y, justamente, las pensiones serán una de las claves a resolver en el futuro. Si los habitantes de cada distrito de Tarragona tuvieran que pagar a sus pensionistas, hay zonas que lo tendrían mucho peor que otras. Basta un ejemplo: actualmente en el Nou Eixample sud, la zona más envejecida, viven 2,6 personas en edad teórica de trabajar (16 a 64 años) por cada mayor de 65 años. En barrios más jóvenes y con mayor cantidad de inmigración, como Sant Salvador, hay 5,4 por cada mayor: el doble.  

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