El cine emociona en Tarragona

Alegría, rabia, risas y lágrimas, miedo, valentía e ilusión. Siete emociones que todo ser humano siente a lo largo de su vida. Siete emociones con las que los cineastas juegan para conmover a los espectadores y dejarles una huella indeleble. Una conmoción que llega con más fuerza cuando se transmite a través de la mirada de los personajes infantiles.

Son también las siete secciones que vertebran la nueva exposición de CaixaForum Tarragona, que ayer abrió la temporada de actividades de otoño-invierno y que se podrá visitar hasta el 12 de enero de 2020. Cinema i emocions. Un viatge a la infància es fruto de la colaboración con La Cinémathèque française, asociación parisina fundada en 1936 que conserva unos 50.000 títulos, además de carteles, dibujos, maquetas y vestuario, entre otras joyas, como el cinematógrafo de los hermanos Lumière o las cámaras más sofisticadas de Steven Spielberg.

Los sueños y la ilusión de diversas generaciones están atrapados así entre las paredes de CaixaForum en más de 250 piezas, filmes que a su vez relacionan y conectan a los abuelos con los nietos a través de los fotogramas del celuloide. Cinema i emocions. Un viatge a la infància arranca con la alegría, «la que viven los niños en las películas. Pero, ¿qué les provoca alegría? Estar con su familia y sus abuelos», manifestó Gabrielle Sébire, comisaria de la exposición, quien ayer la presentó junto a la directora de CaixaForum Tarragona, M. Glòria Olivé.

Una de las exponentes de la alegría infantil es Charlie y la fábrica de chocolate de Tim Burton. Pero si se habla de amistad, amor y afecto, entonces no puede faltar E.T., el extraterrestre de Steven Spielberg o Ma vie de Courgette de Claude Barras. Se da la circunstancia de que cada sección gira alrededor de un vídeo con fragmentos de películas, que Gabrielle Sébire recomienda saborear con calma para poder entender y sentir el conjunto.

De la alegría, el visitante pasa a la rabia porque de cada una de las emociones se descubre su contraria. Rabia y rabietas que «son una manera de decir que ‘no’, pero que no se alargan en el tiempo», como apuntó la comisaria y que la película Persépolis de Vincent Paronnaud es un ejemplo. Un filme basado en la obra gráfica de Marjane Satrapi sobre el Irán de los años 70.

La rabia deja paso a un sentimiento más íntimo con unas pantallas más pequeñas. Son las lágrimas. «¿Por qué lloran los niños en las películas?», interpeló Gabrielle. La guerra o la postguerra son algunas de las respuestas que se encuentran, por ejemplo, en el filme de Vittorio De Sica, El ladrón de bicicletas. «Una película que sin el niño no sería tan emotiva. El espectador está en la mirada de ese niño», subrayó Gabrielle. Pa negre de Agustí Villaronga o Del revés, de Pete Docter, son otros de los exponentes. También cintas que hablan de Alemania o Irak en situaciones bélicas.

Las lágrimas llevan, indefectiblemente a las risas, con Buster Keaton, Charles Chaplin o Laurel y Hardy o lo que es lo mismo, el Gordo y el Flaco. Y de aquí la muestra se adentra en el miedo, un sentimiento presidido por un gigantesco King Kong. La bella y la bestia y el bosque como escenario del pavor también están presentes.

Miedo y valentía que guían al visitante hasta el cine imaginario, espacio presidido por el vestido color de luna de la película Piel de asno, de Jacques Demy o por la Nimbus 2000, la escoba voladora más famosa del mundo, extraída del universo mágico de Harry Potter. El Mago de Oz, Mary Poppins o Peter Pan, por su parte, avivarán la memoria y los recuerdos. Y ya en la parte final, entre bambalinas, esas fotografías de los pequeños protagonistas entre toma y toma.

En definitiva, una exposición para compartir sentimientos en familia y llevar a cabo nuevos descubrimientos. Un viaje por el cine, que es también por la vida.