«El cliente tiene que volver a querer tocar el producto»

Reapertura. A punto de cumplir una década, el centro comercial recupera su actividad y su plantilla. Depende mucho del turismo internacional, pero confía en que el nacional ayude a parar el golpe

25 mayo 2020 17:50 | Actualizado a 26 mayo 2020 07:02
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Valentí Muñoz trabaja en El Corte Inglés de Tarragona desde su inauguración (de la cual se cumple este año una década) y es su director desde 2014. Aunque la actividad en el centro no paró por completo en ningún momento, reconocía que la reapertura de ayer la vivía casi como una segunda inauguración.

Durante el estado de alarma ha permanecido abierto el supermercado. ¿Qué les enseñó esa experiencia?

De forma muy rápida cada uno tuvo que cambiar el rol que hacía. En cuestión de horas gente que teníamos vendiendo electrodomésticos pasó a estar preparando pedidos en el supermercado. Eso nos ha hecho aprender.

¿Cuántos empleados hay en este centro?

Estamos alrededor de los 470 más el personal externo de las firmas, que son unas 200 personas más.

¿Cuántos han salido del ERTE?

De los nuestros el 100% está trabajando ya. Aunque hay buena parte de la plantilla que ha estado trabajando todo el tiempo. Piense que nosotros estábamos en una media de unos 60 pedidos diarios en alimentación y hemos llegado a 300. La actividad se multiplicó por cinco, así que nos tuvimos que dotar de recursos.

Un centro como este, ¿cuánto depende del turismo?

Dependemos mucho del turismo; del turismo internacional, porque tenemos un turismo de los países del Este bastante significativo, y también dependemos de un turista nacional, porque la Costa Daurada es la playa por excelencia de Aragón, de Navarra y hasta de muchos madrileños. Si se activa el turismo nacional nos veremos menos resentidos. Pero que nos resentiremos, eso está claro. En el caso del turista ruso, que es bastante precavido, hasta que vuelva a coger confianza y regrese la normalidad va a ser complicado verles.

¿Les ha dado tiempo de cambiar las colecciones de ropa?

Han sido 72 días cerrados. No tenemos toda la colección aquí, pero es cierto que ya tenemos entre el 50% y el 60% de la nueva colección. Hay muy pocas marcas que den sensación de invierno. Si una cosa nos caracteriza es que por la noche cierras de una manera y por la mañana abres de otra.

¿Cree que hay algún tipo de mercancía que venderán más estos días?

La gente estaba con ansias de ver lo que se va a llevar. Unas señoras el otro día me decían que ‘por internet se puede ver, pero a mí me gusta tocar’. La confección es tal vez lo más complicado de comprar por internet, por eso creo que va a ser uno de los apartados con más demanda, en especial la de niños.

¿No tienen miedo de que la gente se haya acostumbrado a comprar por internet?

Tenemos gente que no eran clientes nuestros y nos están comprando a través del online. Somos omnicanal y llegamos al cliente por la vía que él elija. Aunque sí, ahora lo que tenemos es que volver a captar el cliente para que tenga necesidad física de tocar el producto; hacerles atractiva la tienda para que vuelvan a entrar.

Las medidas de seguridad nos obligarán a tener más paciencia. ¿Cómo cambia la relación dependiente-cliente?

Ahora hay unas acciones que nos van a ralentizar, aunque trataremos de evitarlo. Apenas entra el cliente tendrá que ponerse el gel, habrá que guardar la distancia con el vendedor... Las cosas van a cambiar.

Estos días, ¿serán una prueba de cómo irán las cosas?

Hemos estado muchos días en casa, hay gente que ha pasado mucho miedo y ahora todo tiene que seguir un proceso de asimilar lo que nos ha pasado para poder llegar a un punto en que nos relajemos y veamos que las medidas de seguridad funcionan. Que vean que este es un espacio seguro.

Personalmente ¿qué le ha dejado este proceso?

(Suspira) A mí me ha servido para corroborar que tenemos un equipo magnífico. Recuerdo la imagen del primer día explicando que solo iba a funcionar el supermercado y enseguida teníamos una lista de gente diciendo: ‘Cuenta conmigo’. Hemos venido domingos, cambiado turnos, trabajado noches enteras... Y aunque tal vez no siempre era un trabajo de muchas horas, porque hacíamos turnos, psicológicamente era muy agotador. Pero a la vez ver a una persona tirando de un palet que hace unos días estaba vendiendo perfumes era un subidón de moral... Y nosotros también teníamos la inquietud de quienes trabajaban en un sitio por donde pasa gente por no contagiarnos y llevar el virus casa. Esta experiencia nos ha hecho fuertes.

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