El combate se libra en el interior

El escritor afincado en Reus José C. Ibarz presenta ‘Somos ausencias’, una novela que ahonda en las diferentes realidades sociales e invita a los lectores y lectoras a dialogar

09 julio 2020 10:36 | Actualizado a 09 julio 2020 10:54
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Martí, un antiguo maestro de filosofía, y Livia, una exalumna que va tras sus pasos, dialogan después  de muchos años sin saber el uno de la otra. Un tiempo que los ha moldeado, que los ha cambiado. Ya no son los mismos. El profesor tomó la determinación de vivir en la calle y Livia busca respuestas a esa decisión. De aquí parte Somos ausencias (Célebre Editorial), la nueva novela del escritor afincado en Reus, José C. Ibarz.

¿Es fácil acabar viviendo en la calle? ¿Cuánto media entre un lado y otro? «No sé si a nivel de acabar en la calle, pero ya lo hemos visto», responde Ibarz. «Solo han hecho falta dos meses de desastre para que personas que nunca se habían visto en esa tesitura vayan a pedir a Cáritas o comida a un banco de alimentos. Eso en cuanto a agente externo. A nivel interno, si eres de familia humilde, uno puede tomar tres o cuatro malas decisiones seguidas y ahí tienes muchas posibilidades de acabar en la calle».

Somos ausencias habla de amor, pero de un amor responsable, En el amor tiene que haber cariño, respeto, admiración, deseo... Y también responsabilidad

Como buena clase de filosofía, los protagonistas van desgranando un combate dialéctico en el que todo cabe. La caverna de Platón; la vorágine consumista; Diógenes o la distinción entre ética y moral. Todo ello ahondando en los sentimientos de las relaciones personales. « Somos ausencias habla de amor», cuenta J. C. Ibarz, quien prefiere huir de las etiquetas de género literario. « Pero de un amor responsable. En el amor tiene que haber cariño, respeto, admiración, deseo... Y también responsabilidad», señala.

¿El amor romántico no contiene todos esos ingredientes? «No, porque es una idealización sin razonamiento. No hay consenso, no hay diálogo. Se puede querer mucho a una persona, pero si no hay comunicación, entendimiento y sinceridad, se agota», manifiesta.

La novela es anterior a la pandemia. «La escribí del tirón, en un par o tres de meses», revela. Y refleja las inquietudes del autor, quien interpela al lector y le invita a poner en marcha la mente, a cuestionar lo más evidente. En este sentido, a pesar de haber recuperado la tradición platónica de los diálogos, «con los que se aprende muchísimo», el autor se decanta por Diógenes, el punki. «Evidentemente, no todos partimos de las mismas oportunidades ni de la misma posición. Parece que todo venga hecho, que haya que seguir los pasos, lo que dicen esas sombras de la caverna es que todo va a ir bien en la vida, pero hay momentos en los que no es así y es cuando acabas mal y por ese motivo renuncias a todo y te vuelves un Diógenes, que optó por vivir en una tinaja. Esta es la percepción que tiene Martí, el profesor de filosofía, que sigue su recorrido».

La realidad, el espejo
El contexto en el que se producen los diálogos es un santuario animal, que existe realmente en el territorio. Y en cuanto a los personajes, «salen de la realidad», tomados prestados del día a día de este activista social. «En una narración contemporánea no necesitas ni fantasía ni hurgar en la el pasado, en la historia. Por ejemplo Livia, la protagonista, es diseñadora gráfica, milennial actual, que se busca la vida en un nuevo concepto de trabajo. Ya no es como antes, ocho horas con las pagas, sino algo más autónomo, pequeña emprendedora que se lo tiene que buscar absolutamente todo. Esto hace años que funciona, pero parece que en las novelas todavía se aborda el trabajo típico asalariado. Contrariamente, Martí, aunque no sea el contrapunto, sí es más vieja escuela».

Los personajes femeninos son 'contundentes' y el contexto en el que se producen los diálogos es un santuario animal, que existe realmente en el territorio

El tabú de las enfermedades mentales, el poder llegar a entender el motivo por el que una persona se quita la vida o la bondad y la maldad del ser humano centran también algunas de las conversaciones. Todo es más complicado de lo que a priori parece, nada es blanco, nada es negro. Para Ibarz predomina la escala de grises.

«Las personas no son buenas o malas. Hacen cosas buenas y cosas malas y en ocasiones la misma persona. Y la moral es lo que entendemos como lo bueno y malo, en eso se basan la mayoría de religiones. Esto para mí no ha tenido nunca sentido, solo lo tiene cuando hay una reflexión detrás», defiende.

Nada es blanco. Nada es negro. Para Ibarz predomina la escala de grises

Somos ausencias es una novela profunda con personajes femeninos «contundentes», como los califica José C. Ibarz quien añade que «es la primera en que me arriesgo a poner como protagonistas a las mujeres. Hasta ahora no me atrevía, quería enfocarlo bien», una perspectiva que le ha facilitado, sin duda, el pertenecer al colectivo feminista Fridas.

Antes no hubiera podido hacerlo porque hubiera sido una mujer que se comportaría como un hombre. He tenido que viajar por varias identidades para darles profundidad».
Es una historia para releer, una crítica social con muchas capas de  realidad y una prosa exquisita que se inicia con la sugerente frase, Siempre queda algo por aprender y un vacío por llenar

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