El comercio abandona la Plaça Verdaguer de Tarragona

Pueden contarse hasta nueve locales abandonados y una de las causas que apuntan los negocios son los precios del alquiler, que en algunos casos han subido

14 agosto 2020 18:10 | Actualizado a 15 agosto 2020 07:41
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Antonio Moreno es el encargado del quiosco de la Floristeria Romeu, en la Plaça Verdaguer. Lleva casi treinta años en el negocio y es una de las personas que mejor puede explicar la transformación que ha sufrido este parte de la ciudad. Uno de los principales cambios llegó con la peatonalización del entorno. La zona de Verdaguer, con sus calles adyacentes, estaban llamadas a convertirse en uno de los principales polos comerciales de Tarragona. Sin embargo, la realidad actual nada tiene que ver con un entorno amable, en el que uno puede pasar la tarde mirando escaparates. «Todo son bares y cafeterías. Es una plaza de niños, que vienen con sus papas y pasan la tarde tomando un café, pero lo de hacer compras es otra historia», dice una dependienta que quiere mantenerse en el anonimato.

La desertización comercial del centro ha acabado con muchos de los negocios históricos que había en este punto, entre la Rambla Nova y la Rambla Vella. «Está cerrando todo», dice Moreno. El pasado mes de marzo bajaba la persiana Las Américas, después de que sus propietarios decidieron probar suerte en la calle Unió. Más tarde fue el turno de la tienda de complementos Caramba, de forma que, cuando Antonio Moreno se sienta en la floristería tan solo puede ver locales cerrados, que poco a poco van degradándose.

Si uno da la vuelta a la plaza puede contar hasta nueve locales abandonados. «Está todo muy mal», sigue explicando Moreno, quien asegura que uno de los principales problemas es el precio de los alquileres. Algunos negocios han cerrado después de que los propietarios les exigieron renegociar los precios al alza, otros aseguran que lo han considerando o que van a hacerlo en los próximos meses. Y si le sumamos las dificultades económicas que ha supuesto la pandemia sanitaria, las perspectivas son poco optimistas.

En la portal inmobiliario Habitaclia pueden encontrarse anunciados algunos de estos locales que ahora están vacíos. Con una superficie de 220 metros cuadrados, la antigua tienda de Las Américas se alquila por 3.700 euros. También están anunciados los bajos que ocupó durante muchos años la firma Lacoste. En este caso, la superficie es de 130 metros cuadrados y los propietarios piden la suma de 1.500 euros, tras rebajar el precio inicial en 400 euros.

«Es una zona que hace un par de años se puso bastante de moda y hubo quien subió los precios. Nosotros buscamos otro sitio, pero al final pudimos negociar», añade la dependienta, con cerca de quince años de trayectoria en esta plaza.

La ausencia de tráfico rodado favorece que esta sea una zona de paso muy concurrida. Aunque los comerciantes aseguran que, en definitiva, ha acabado convirtiéndose en esto, en una zona de paso. El parque infantil se mantiene como el único reducto en el que los más pequeños viven ajenos a las preocupaciones de los que les rodean. «La verdad es que da un poco de pena, porque es una plaza de asfalto en la que en verano no se puede estar del calor que hace. Yo vengo todas las tardes con el niño, pero la verdad es que no es un sitio que te invite a mirar los escaparates», decía Ana Burgos.

El intento que se hizo con la pista de hielo durante la campaña de Navidad acabó fracasando, por las molestias que generaba a los vecinos. Finalmente, ésta se trasladó a Les Gavarres y las acciones de dinamización comercial poco a poco se fueron trasladando a Corsini.

Las calles adyacentes, como la de Sant Agustí, D’August y Comte de Rius viven una lenta agonía similar. Sin embargo, en medio de este panorama poco alentador, Isaac Tàpias ha decidido lanzarse a la piscina. Abrió a principios de mes la tienda Fidibob, especializada en productos de cosmética hechos a partir de cáñamo. «Siempre he pensado que la Plaça Verdaguer no tiene nada que envidiar a la Plaça de la Font. Por aquí pasa mucha gente, pero es más tranquilo», explica. Este joven emprendedor ha decidido seguir adelante con su idea ha pesar del escenario de incertidumbre que genera la pandemia. «Le tengo respeto al momento, pero creo en el producto y en el negocio y, a pesar de los impedimentos para seguir adelante, aquí estamos», añade.

Asegura que estuvo más de dos meses mirando locales y que tenía más «facilidades» para implantarse en Reus que en su ciudad. Pese a ello, quería estar en el centro de Tarragona. «Si queremos una ciudad dinámica, todos debemos ayudar el pequeño comercio», concluye.

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