El detective de los incendios

Con 11 años un incendio en Pratdip le marcó. "Yo nací entre montañas que se quemaban", dice. Hoy a Marc Castellnou le llaman de todo el mundo para prevenir e investigar fuegos. En el desayuno está la clave

11 noviembre 2017 22:38 | Actualizado a 11 noviembre 2017 23:11
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Marc Castellnou (Tivissa, 1972) tenía 11 años cuando vio arder la Serra de Llaberia. El trauma le marcó de chiquillo. No sólo aquel incendio que arrasó 8.000 hectáreas donde él solía jugar; también los siguientes. En 1985, en 1989… «Entre los 10 y los 20 años vi cómo mi territorio, allí donde yo me criaba, se iba consumiendo. Yo nací entre montañas que se quemaban», explica ahora el inspector de los Bombers y jefe de los GRAF, un equipo de especialistas en incendios forestales. 

Marc recorre mundo diseccionando las grandes catástrofes. Llega durante el fuego, y se queda después. En verano estuvo en el siniestro de Portugal, pero su pasaporte está nutrido de sellos: ha pasado por Francia, Italia, Estados Unidos, Chile, Noruega, Alemania, Inglaterra o Argentina. 

Lo suyo, sin embargo, es ir al terreno: predecir, avanzarse, sugerir, combatir los estragos de la ignición antes de que se originen. «Lo que yo hago es una evaluación de la estrategia y la táctica de los incendios, a partir de entender qué está pasando y de aplicar las lecciones aprendidas». Antes de que llegue el fuego, este analista estratégico planifica y examina dónde están los riesgos. 

No se fija tanto en la causa del incendio sino en la propagación, y en los últimos años la labor internacional de Marc le ha permitido llegar a una conclusión bien sólida: «Al final todo va a parar al mismo saco: existe un gran problema de cambio climático. Eso hace que se evapore más agua. Aunque llueva, no sirve. Nuestros bosques se están aridizando».

Bosques fuera de su clima
Marc asume que los bosques arderán, ¿pero dónde está la clave para que los fuegos no sean de alta intensidad y tan devastadores?:«Los incendios de ahora no tienen nada que ver con los de hace 30 años. Los bosques actuales que nacieron hace 100 años ya no están en su clima. Necesitan adaptarse al nuevo, que está cambiando por el calentamiento».

Marc sabe que los bosques se regenerarán después de los incendios. «La pregunta es cómo será ese ecosistema, si hablamos de un bosque sano y con diversidad o no», relata. No sólo las altas temperaturas están detrás de esta época que vendrá de colosales incendios. Castellnou arroja una clave: «Hay que empezar a pensar en el paisaje del mañana. La solución es el paisaje del futuro y eso pasa por la gestión forestal y por generar economía forestal». 

Hay que talar bosques antiguos y crear jóvenes, para solucionar una carencia cronificada: en las últimas décadas nos hemos olvidado de los montes. «Hemos estado siglos y siglos viviendo del paisaje. Ahora, económicamente no dependemos de él y lo hemos abandonado». ¿Cómo recuperarlo?. El reto va desde fomentar el pastoreo hasta consumir alimentos surgidos de ese bosque cercano a casa. «Luego nos lamentamos todos mucho cuando hay incendios. La sociedad, en ese sentido, es muy hipócrita. No puede ser que la principal economía forestal del país sea la extinción de incendios. ¿Por qué no invertimos?», se pregunta el ingeniero forestal ebrense. 

Una escena ilustra bien su tesis: «Estaba dando una clase de máster en la que hablábamos de un incendio en una sierra. Yo pregunté a los alumnos: ‘¿Cuántos de vosotros habéis comido queso de cabra en el último año?’. Y nadie levantó la mano. Dije: ‘Señalaos a vosotros mismos, no busquéis a políticos entre los responsables’». 

Queso contra la tragedia
Sostiene Castellnou que una de las claves está en el desayuno. Consumir productos kilómetro 0 ayuda a prevenir incendios. Ahí entran queso, vino, miel, aceite de oliva, cerezas o carne de cabrito. No arde igual un bosque abandonado que uno en el que pasten ovejas o cabras o en el que un viñedo ejerza de cortafuegos. 

La situación es delicada. «Los incendios ahora son más graves porque acumulamos meses y años con temperatura por encima de lo normal. Hay más combustible muerto en los bosques. La vegetación tiene más gasto respondiendo al estrés y eso se traduce en la pérdida de agua», indica. 

Otra de las medidas es permitir siniestros de baja intensidad que contribuyan a evitar otros mucho peores. Pese a todo, Marc es optimista: «La administración ha tomado consciencia. De otra manera, perderemos nosotros como sociedad. No hablamos del futuro de los bosques, sino del mundo, y eso no es ponerse dramático». 

Marc, bombero casi por destino, también preside la Fundación de Ecología del Fuego Pau Costa, que lleva el nombre de uno de los fallecidos en el incendio de Horta de Sant Joan, en 2009, otra de esas catástrofes enquistadas y dolorosas en la memoria. Castellnou habla de una sexta generación de incendios, iniciada en los fuegos de este mismo año en Chile, donde asesoró al gobierno y llegó a estar en un consejo de ministros. 

Esa nueva hornada de incendios mezcla factores como la sequía de larga duración, el clima extremo y una fenología concreta de vegetación; en resumen, son deflagraciones provocadas en un contexto de cambio climático agravadas por la ausencia de actividad económica en esas zonas forestales. 

De Chile a Catalunya, a Tivissa, donde vive Marc e intenta aplicar lo que aprende en cualquier parte del globo, con sus raíces siempre en la cabeza: «De pequeño recuerdo caminar sobre todo por bosques quemados. Con nueve años llevaba comida a los que estaban apagando incendios». 

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